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Fernando Trueba: "Jean Rochefort es el actor más arriesgado con el que he trabajado"

  • El director de El artista y la modelo ha buscado un ritmo más pausado
  • Sueña con enseñar la película al pintor David Hockney

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Trueba presenta "El artista y la modelo" en el Festival de Cine de San Sebastián

Fernando Trueba descubre, en un making of, a Jean Rochefort declarando  que le hubiese encantado ser su compañero de pupitre. “Es lo más bonito que me  han dicho nunca”, dice el director. Enseña orgulloso unas tomas sobrantes en las  que Götz Otto, el actor alemán que interpreta al mando nazi, reúne al equipo  para agradecer el mejor rodaje en el que nunca ha estado.  El  artista y la modelo es una muesca de felicidad en su carrera. Le llegan  voces de su círculo cercano que dicen que ha filmado su mejor película. Trueba,  que detesta el autoanálisis y las entrevistas, reconoce que le viene muy bien  que se lo digan. Aunque su sueño inmediato es hacer un pase “donde él quiera” al  pintor David Hockney, a quien “robo” una declaración sobre un cuadro de  Rembrandt para un diálogo.

PREGUNTA: El artista  y la modelo parece la quintaesencia de tus filias: el amor por la naturaleza, el  arte, las mujeres, el blanco y negro, el agua, víctimas del franquismo, el cine  francés de Renoir y Truffaut…

RESPUESTA: No todas pero muchas. Intento en mis películas  hablar de lo que me gusta y de los personajes que me gustan. Voy a pasar mucho  tiempo con ellos y quiero que los espectadores, aunque solo van a estar hora y  media, también lo pasen bien, estén con gente con la que merezca la pena estar.  Mis películas están llenas de gente a la que quiero, siempre tengo esa relación  afectiva. Ya sé que hay obras maravillosas sobre personajes terribles, pero yo  no lo sé hacer. Mi carácter no es así.

P: Afirmas admirar la  variedad y no a los directores  que dicen  “que siempre hace la misma película”. Defines el estilo como aquello de lo que  no es posible deshacerse y, por tanto, son las limitaciones del creador ¿Cuáles  es tu estilo o tus limitaciones?

R: Ese amor a los personajes del que hemos hablado, un cierto  humor hacia la vida, una cierta ironía. Y el hecho de ver el mundo a través del  arte. Tú puedes contar las mimas cosas con carteros pero me he dado cuenta de  que mis personajes son la mayoría de las veces artistas. Al final da igual  porque lo que trasmites es una visión de la existencia. No puedes juzgar a  Shakespeare porque sus personajes sean reyes y nobles; él habla del traición,  amor, ambición o nobleza a través de Julio César, el Rey Lear o Ricardo III.   No es algo intencionado pero mis  películas tratan de un músico o un pintor, porque es lo que tienes más  cercano.  

P:  El blanco y negro es una opción estética pero también es el propio mensaje de la película en el sentido de que es una transformación de la realidad. Y el escultor de El artista y la modelo no concibe el arte como un espejo de la realidad.

R: Yo siempre digo que el blanco y negro es una paleta de  color como otra cualquiera.  Hay una  película de Godard en la que hay un rótulo al comienzo: “una película en colores  blancos y negros”. Desde el principio la película nace así.

P: Jean Rochefort  interpreta  un artista maduro, estimado,  ajeno a las modas y concentrado en su arte. ¿Te reconoces?

R: Me reconozco en muchas cosas aunque en otras no. Yo soy  muy social y el personaje está pasando una gran depresión. La película cuenta  ese momento gozoso  de volver a su  estudio con una persona joven y ese momento me parece bonito. Ese fundido  encadenado de una vida que acaba y otra que empieza.

P: En el momento más  dramático del siglo XX, el escultor no tiene una actitud política. Se relaciona  con su entorno pero vive en su torre de marfil. A ti no te gusta el cine con  mensaje, aunque eres combativo como ciudadano.

R: Él mira a la gente. Toda la película transmite un mensaje  o por lo menos  transmite una visión del  mundo y de las cosas. Es lógico que en una Francia esclava, que ha vivido la  mayor carnicería conocida y se ha metido en otra peor, este hombre esté hundido  por la realidad.

Ahora mismo  la gente  está sofronizada, vive en una realidad virtual de la que son culpables las  televisiones. Han destruido el gusto y criterio y creado una ciudadanía  embrutecida. Me gustaría que la televisión pública estuviera por encima del bien  y del mal. Fuera algo sagrado que nadie se atreva a tocar. Lo teníamos y lo  estamos dejando de tener.  Comparas  España y Francia y hay un abismo. La información y la educación es la base de  que no te ocurran desgracias. Los países en los que triunfa la intolerancia y el  crimen son países en los que no hay un nivel básico de información, y al final  son turbas manipuladas por gobiernos y religiones.

P: Parece que buscas  un equilibrio entre unos pocos diálogos que hablan de arte y muchos silencios y  miradas que explican el proceso visualmente. ¿Es la película en la que has  contado más con recursos visuales, sin recurrir a la palabra?

R: Exacto. Quizá es una película donde los diálogos, los  silencios… todo tiene un ritmo diferente. Ese lado que tiene la película es  importantísimo. Quería que el guión no se extendiera  porque sabía que la película necesitaba ese  tiempo. Había que buscarle sus medidas al diálogo en cada escena. Tiene mucho de  película de pura imagen.

P: Rochefort parece  que ha tenido mucha libertad y que por eso parece tan real. ¿Ha sido  así?

R: Es un tío que curra cada palabra. Es el actor más  arriesgado con el que he trabajado. Se tira sin red. Hace tomas muy distintas,  arriesga, experimenta, prueba cosas y, a veces, captas algo único que es como la  vida. En una escena en la que él no estaba muy contento con el diálogo, le hice  improvisar mucho y conseguimos lo que queríamos. Es muy notable en un actor. Y  sobre todo a su edad. Nos hemos reído mucho en el rodaje.

P: Sobre La  Méditerranée,  la escultura de Aristide Maillol  que utilizáis en la película, André Gide escribió: “es bella, no significa  nada”. ¿Qué significa para ti?

R: Significa la armonía, la paz. No en vano está en la tumba  de Maillol. La última escultura en la que trabajó se llama Armonía pero, aunque La  Méditerranée me  encanta como título, para mí  Armonía sería el título perfecto para esta obra.