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Diario de un director español en la Berlinale (y 6): "Despedida"

  • "El cine quiere ser reducido a consumo y negocio..."
  • "... pero cuando se apagan las luces vuelve a ser la fábrica de sueños"

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Es el último día y como hay más entrevistas que tiempo para hacerlas, en algún momento tengo que hablar con tres periodistas a la vez, son como pequeñas ruedas de prensa. Piensas que está muy bien que después de ver la película tantos medios quieran hablar de ella.

Al anochecer puedo dar mi primer paseo, camino desde el Hotel hasta la Puerta de Brandenburgo, intento no pensar en Dictado, sólo en la ciudad en que estoy, en las cosas que sé de ella y en su asombrosa capacidad para levantarse sin perder nunca ni su fuerza ni su belleza.

Por la noche presento la película en un barrio de Berlín, es el cine más antiguo de la ciudad y tiene más de cien años. Uno de los nombres que tuvo fue Excelsior, como uno de los cines de mi infancia, me doy cuenta que todos aquellos cines de mi barrio han sido derribados. Con ellos se fue una forma de entender el cine, para aquellos niños era una forma de iniciarte en la vida, el cine se convertía en un anticipo o una promesa de vida.

Ahora ha perdido ese protagonismo, lo ha repartido con la televisión, los video juegos o Internet, incluso hay veces que sólo es una oferta más de los grandes centros comerciales. El cine quiere ser reducido a simple consumo y ocio, pero quiero pensar que cuando se apagan las luces siempre recupera su condición de gran fábrica de sueños.

El coloquio con el público es el digno final de esta aventura, es un público cálido, conmovido por la historia, generoso con la película, hablamos durante casi una hora y antes de terminar les explico que de niño también iba a un cine que se llamaba Excelsior y les felicito por haber sabido mantener en pie el suyo.