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Wikileaks mete al mundo en una película de intriga

  • Julian Assange fundó Wikileaks tras un pasado como 'hacker'
  • Wikileaks está impregnada de su desconfianza al 'clientelismo corporativo'
  • Su comportamiento y carácter ha provocado la salida de algunos de sus fieles
  • De temperamento nómada, espera una detención en paradero desconocido

Ver también: Especial  Wikileaks: Las piezas del 'Cablegate'

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El fundador de Wkileaks, en una conferencia reciente en Ginebra.
El fundador de Wkileaks, en una conferencia reciente en Ginebra.

En algún lugar perdido del sudeste de Inglaterra, con el teléfono encriptado en la mesilla de noche, la moqueta barata de hotel y las tarjetas de crédito prestadas por algún amigo de un amigo Julian Assange espera.

Su voz suena grave, como procedente de otro mundo, al otro lado de la pantalla de ordenador del editor de la revista Time, uno de los pocos que ha podido hablar con él desde que el 'Cablegate', la filtración de 250.000 cables diplomáticos de las embajadas de EE.UU., ha puesto la política exterior de la principal potencia mundial patas arriba.

Assange habla a través de Skype desde una localización indeterminada -aunque su abogado dice que Scotland Yard y los servicios secretos saben de sobra dónde se encuentra- y evoca el trasfondo moral de su misión.

Más allá de las grandes palabras está la espera, esa espera que parece casi el desenlace de una película por escribir, la de su propia vida, de cuyo fin dependerá la publicación de un archivo por desencriptar, la guinda real deseada por cualquier ficción policial.

Los Juegos de Guerra

Pero el primer guión de película en la vida de Assange se parece más a Juegos de Guerra, la película de 1983 en la que un joven hacker trata de evitar una posible guerra nuclear.

Corría el año 91 y 'Mendax' -tal y como se hacía llamar por aquel entonces- se encerró en su casa entre constantes pesadillas de que iba a ser detenido por la Policía.

"Mendax soñaba con redadas policiales todo el día. Soñaba con pasos en las escaleras por el camino de gravilla, con sombras que salen de la oscuridad, con policías con pistolas entrando por la puerta de atrás a las cinco de la mañana", se relata en un libro llamado Underground, que trata de la subcultura hacker y en el que el propio Assange colaboró.

Esa espera le sacó de los nervios. Cuando a la vigésimo novena noche la Policía entró en su casa, su aspecto era horrible. Su mujer le había dejado, apenas comía y tampoco dormía.

Empezaba su larga relación con los tribunales, que le sumó en una depresión por los 31 cargos que las autoridades australianas presentaron contra él, aunque nunca llegó a ser encarcelado.

Todo comenzó con un regalo, aquel Commodore 64 que su madre le regaló en 1987.Al poco tiempo ya tenía un módem y aunque no existía Internet ya había suficientes redes y sistemas de telecomunicaciones relacionados entre sí para ser 'hackeados'.

Como el personaje de Mathew Broderick, Assange, junto a un grupo de amigos adolescentes outsiders como él forman los International Subversives, capaces de entrar en sistemas en Europa y Norteamérica, incluyendo las redes del Departamento de Defensa de EE.UU.

"Éramos jóvenes brillantes y sensibles que no encajábamos en la subcultura dominante y que éramos ferozmente castigados por aquellos que eran estúpidos redomados", espetaba Assange al periodista del New Yorker, Raffi Karchadourian, que ha realizado hasta ahora el perfil más profundo sobre las complejidades del autor de Wikileaks.

Sin embargo, la principal diferencia entre el hacker de película y el real es que Assange no era precisamente un 'buen chico' que quería jugar con ordenadores, sino un adolescente contestario educado en el cuestionamiento de la autoridad y cuya vida había sido todo menos convencional hasta ese momento.

Un 'Tom Sawyer' a la fuga

De hecho, si la vida de Julian Assange empezase con una historia esa sería la de Tom Sawyer, tal y como él se encargaba de recordarle al periodista del New Yorker.

"Tenía mi propio caballo. Me construí mi propia barca. Iba a pescar.  Bajaba por minas y túneles", recordaba Assange.

Su madre, Claire, consideraba que la educación convencional podía inculcarle un "insano" respeto a la autoridad que podría "romper su espíritu". Además, su vida nómada tampoco lo hacía fácil: a los 14 años Assange se había mudado de casa hasta en treinta y siete ocasiones. 

Buena parte de esas mudanzas eran en realidad una huida. Durante cinco años Julian, su madre y su hermanastro fueron de un lugar para otro huyendo del padrastro del fundador de Wikileaks, que según Assange pertenecía a un culto secreto denominado La Familia, que persuadía a las madres para entregar a sus hijos recién nacidos para el culto de su líder. Assange siempre pensó que esa organización tenía relación con el gobierno australiano.

Sin saberlo, estas experiencias marcarían su vida: por un lado, el fundador de Wikileaks siempre está en hoteles o en casas de amigos de amigos en diferentes países del mundo, preparando nuevas filtraciones o huyendo directamente por órdenes judiciales, como ocurre ahora.

El nacimiento de 'Neo Julian'

Por otro, sospecha que toda autoridad es sospechosa, valga la redundancia, y que los secretos de Estado no son más que excusas para ocultar ilegalidades.

El mejor resumen se encuentra en un 'cibermanifiesto' titulado "La Conspiración como Gobierno", en el que lisa y llanamente sostiene que el gobierno ilegítimo es por definición conspirador y está basado en funcionarios que practican "un secretismo colaborativo, que trabaja en detrimento de la población".

Aunque está escrito antes de la fundación de Wikileaks, en 2006, estas palabras han resonado en todos y cada una de las filtraciones realizadas por la página web, especialmente el último 'Cablegate'.

Una vez que despega el proyecto, Assange escribe en un blog donde resume su visión profética, que lo asemeja a una especie de Neo, el protagonista de Matrix,  que busca desenmascar la verdad que se esconde en un sistema en su conjunto.

"El universo entero o la estructura que lo percibe es un oponente que merece la pena y no puedo escapar al sonido del sufrimiento. Quizá si fuese un viejo podría consolarme trabajando en un laboratorio y hablando amablemente con estudiantes en una noche de verano y aceptar el sufrimiento con despreocupación. Pero ahora, como hombres en la flor de la vida, si tenemos convicciones debemos luchar por ellas", defendía en la bitácora.

Gracias a esta ideología, cercana al anarquismo libertario, Assange empezó a reclutar fieles en todo el mundo, que le servían de portavoces, le procuraban alojamiento e incluso le facilitaban tarjetas de crédito.

El vértice de 'La red social'

El problema es que, una vez que esas filtraciones empezaron a hacerse más y más grandes, las quiebras internas empezaron a aflorar.

El desencadenante principal fue la publicación de nombres de fuentes de la inteligencia afgana que estaban infiltrados en los talibanes y trabajaban en la OTAN.

Assange, al igual que lo ocurrido con la detención del soldado estadounidense Bradley Manning, lo consideró un daño colateral.

"Estábamos muy, muy enfadados con eso y con la forma en la que habló del tema después. Si se pudiese centrar en las cosas importantes que hace, sería mejor", criticaba una de las voluntarias iniciales de Wikileaks, la diputada anarquista islandesa Brigitta Jonsdottir.

La respuesta de Assange a estas y otras críticas no se hizo esperar: "Soy el corazón y el alma de esta organización,  su fundador, su filósofo, su portavoz, su codificador orginal, su organizador, su financiador y todo lo demás", decía a Herbert Snorrason, otro activista político islandés, en un mensaje cifrado al que tuvo acceso el New York Times.

De repente, Matrix se convertía en La Red Social y Assange, propuesto como candidato por la revista Time a hombre del año es consciente de que su sueño de ser luchador por la verdad mundial tiene el eco que él cree que se merece a nivel internacional.

Desde entonces, los desplantes de Assange ante la prensa son más que comunes, acusándoles de hacerle el juego a las grandes potencias y de potenciar la conspiración contra él una vez que se desató el caso que ahora le puede llevar a la cárcel: los cargos de violación y abuso en Suecia.

Presunto inocente

Como nueva 'celebrity' de la libertad de información, Assange llegó a Suecia esperando tener la ciudadanía para aprovecharse de sus generosas leyes a la libertad de información.

El recibimiento en el progresista país sueco, donde ha nacido el Partido Pirata, fue por todo lo alto. "Me llamaban el James Bond del periodismo. Tenía muchos fans y algunos de ellos me trajeron problemas", reconocía al Times.

Entonces llegó la acusación de violación, la salida de Suecia, el refugio en Alemania primero y en Londres después. Assange se enfrenta con una periodista de la CNN en directo y las acusaciones de antiamericanismo se suceden. Al asistir a una conferencia de la ONU en Suiza insinúa que podría pedir asilo en el país helvético.

Enfundado en el disfraz de un falso culpable como Harrison Ford en películas como Presunto Inocente, Assange se imagina a él mismo en la cárcel.

Atrápame, ¿si puedes?

"Cuando llegas al punto en el que de vez en cuando esperas estar en prisión para ser capaz de pasar un día leyendo un libro te das cuenta de que quizá la situación es un poco más estresante de lo que te gustaría", ironizaba en un almuerzo en Londres con el periodista del New York Times.

Hace veinte años, cuando también temía la cárcel, Assange sabía incluso el libro: El primer círculo, de Alexander Solzhenitsyn, que habla de científicos y técnicos forzados a estar en el Gulag.

Ese 'primer círculo' no era otro que los campos de trabajo menos estrictos, en el que el Poder -en este caso el Kremlin- quiere perfeccionar nuevas técnicas de espionaje para descubrir a un traidor.

Paradójicamente, ahora él es el espía que busca traidores para desenmascar al poder mientras, como el personaje de Leonardo di Caprio en Atrápame si Puedes, trata de evitar que la Interpol le pille. Ya se lo dijo su madre aquella primera vez que huyó: "Ahora necesitamos desaparecer".

Esta vez no lo tendrá tan fácil.