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El Gobierno húngaro prepara un vertido controlado para evitar otra catástrofe

  • Esperan el desmoronamiento total de los muros de la balsa
  • Temen que se derrumbe una balsa contigua repleta de sustancias tóxicas

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Un vertido bajo control en vez de una riada descontrolada: esa es la estrategia con la que las autoridades húngaras tratan de evitar que una nueva fuga de lodos tóxicos tenga los mismos efectos catastróficos que la que el lunes acabó con la vida de siete personas.

Después de varias jornadas de incertidumbre, el Gobierno húngaro ha comenzado este domingo a plantear claramente la situación en torno a la balsa de acumulación de residuos tóxicos de Ajka, tras dar prácticamente por seguro que los muros se desplomarán.

"Lo que esperamos, de acuerdo con las estimaciones de los expertos, es que esos muros dañados van a desmoronarse", ha asegurado a la prensa Zoltán Illés, secretario de Estado de Medio Ambiente.

Illés dijo que no es posible saber cuándo va a producirse ese desplome de los muros norte y oeste, en los que ya hay una fisura de 15 metros de ancho y numerosas grietas menores.

La detección de las grietas ocasionó que más temprano se ordenara la evacuación de 800 residentes del pueblo de Kolontar.

"Meses o semanas", ha dicho Illés a los medios que lo acompañaron a inspeccionar la balsa dañada. Antes de eso, este lunes, se espera que esté concluido el dique de contención que se está levantando a marchas forzadas.

Un dique de 600 metros de largo

Con 600 metros de largo, 25 de ancho y unos cinco de altura, el muro estará compuesto de 40.000 toneladas de rocas y tierra, y se espera que sea suficiente para contener y desviar una segunda riada de lodos hacia tierras ya contaminadas.

Desde el Gobierno se insiste en que esta obra es sólo una medida de precaución ya que, en palabras de Illés, "no llegaría a ser alcanzado por una hipotética segunda ola (de lodos), que se movería más lentamente porque estaría más seca".

El responsable de Medio Ambiente se ha referido así al hecho de que los 2,5 millones de lodos tóxicos que quedan en la balsa dañada son mucho más densos, al haber perdido la mayoría de la superficie líquida que cubría el fango tóxico y que es lo que se vertió el lunes.

"La gente no corre ningún peligro en absoluto", ha asegurado Illés.

Temor ante la rotura de otra balsa

Pese a ello, el responsable de Medio Ambiente no ha podido evitar reconocer su "temor" ante el segundo gran peligro que existe: la rotura de una segunda balsa, ubicada junto a la dañada.

Las autoridades consideran que existe el riesgo de que el colapso de la balsa número diez comprometa la estabilidad de la número nueve, en cuyo interior se almacenan 50 millones de metros cúbicos de líquidos y residuos generados en la fabricación de aluminio.

Las autoridades temen que el colapso de la balsa rompa otra cercana

Para reducir este riesgo, las autoridades están bombeando agua desde la balsa nueve hacia otros depósitos, y buscan así reducir la presión sobre las paredes.

En cualquier caso, Illés se ha mostrado confiado en que el muro de contención sería capaz incluso de proteger a Kolontár y Devecser, los dos pueblos más cercanos a la balsa y que ya sufrieron el embate del vertido el lunes.

Evacuaciones en zonas cercanas

En Devecser, la Policía pidió a los vecinos el sábado que estuvieran listos para evacuar en caso de urgencia. Kolontár llegó incluso a ser desalojado, aunque algunos de sus habitantes habían regresado hoy a sus casas.

También este domingo el Gobierno ha insistido en cargar la responsabilidad del desastre a la empresa dueña de la balsa, la metalúrgica húngara MAL.

La empresa no construyó muros adicionales, no desarrollaron sus actividades correctamente y no cumplió las normas y regulaciones", ha acusado Illés.

El secretario de Estado ha reconocido que su departamento no tiene ni las competencias ni el equipo para realizar inspecciones y ha indicado que son las autoridades locales las encargadas de esos controles.

"No asumo ninguna responsabilidad en absoluto", ha explicado.

La ONG WWF-Adena ha denunciado que unas fotos tomadas en junio revelan que ya entonces había filtraciones en la balsa.

Desde la oposición socialista se ha pedido ya la dimisión de Illés al considerar que con su gestión de la crisis no ha hecho más que generar pánico entre la población.

Por su parte, la compañía, que en un primer momento negó cualquier responsabilidad, ha pedido este domingo oficialmente disculpas y ha asegurado que compensará por los daños causados "acorde con su responsabilidad".