Enlaces accesibilidad

París se rinde ante el padre del Impresionismo, Claude Monet

  • El Grand Palais de París acoge una amplia retrospectiva con 200 obras
  • "Monet" estará abierta desde este miércoles hasta el 24 de enero

Por
Se exponen 200 cuadros de Monet en París

"El evento más importante dedicado al artista desde hace 30 años". Así vende el Grand Palais de París la exposición dedicada al padre del movimiento impresionista, Claude Monet (1840-1926), que, con el simple título de "Monet", mostrará desde este miércoles 22 de septiembre hasta el 24 de enero una amplia retrospectiva sobre uno de los pintores franceses más universales.

Serán cerca de 200 obras que abarcan toda la trayectoria artística del pintor parisino, desde sus comienzos alrededor de 1860 hasta sus últimos cuadros del ciclo de los nenúfares. No obstante, no estará en las paredes de las Galeries Nationales del Gran Palais en esta gran retrospectiva la obra clave del Impresionismo y que dio título al mismo, Impression, soleil levant (Impresión, sol naciente). El motivo: la gran rivalidad entre la Grand Palais y el museo parisino Marmottan, propietario de la mayor colección de cuadros de Monet y que se ha negado a ceder la obra.

De cualquier forma, esta ausencia, aunque significativa, no puede ensombrecer una exposición que se prevé que bata el récord establecido con la muestra dedicada a "Picasso y los maestros" -que registró 800.000 visitas-, pues a pocos días de su inauguración ya había 90.000 entradas reservadas por internet. Para responder ante tanta demanda, el Grand Palais ha ampliado sus horarios.

De las marinas de la infancia al nacimiento del Impresionismo

La retrospectiva hace un recorrido cronológico por los distintos movimientos artísticos de Monet, desde sus primeros contactos con el paisaje y las marinas en Fontainebleu y Normandía de la mano de Boudin y Jongkind, hasta su estancia en Giverny para acabar con sus decoraciones de nenúfares, a las que volvió a dedicarse con ahínco después de perder la vista y recuperarla tras operarse de cataratas poco antes de morir.

Su paso por Argenteuil en 1870, en París y sus alrededores y sus estancias a lo largo de la década de 1880 en diversos puntos del norte y oeste de Francia, en Normandía y en diversos puntos de la costa mediterránea francesa, le dieron al pintor parisino todo el bagaje necesario para sus paisajes luminosos y coloristas de las orillas del Sena y le sirvieron para construir su propia mirada sobre la naturaleza.

Pero la muestra también se detiene en otra importante faceta de Monet, sus cuadros de figuras combinados con su perspectiva paisajista, al asumir el reto de pintarlas al aire libre, como ocurre con Le déjeuner sur l'hebre (Desayuno sobre la hierba) o Femme au jardin (Mujer en el jardín), cuadros que casi nunca salen del Museo de Orsay, pero que lo hacen gracias a la colaboración con el Grand Palais. Según los organizadores de la muestra, será la primera vez que escenas de interior y al aire libre del mismo periodo estén reunidas, gracias también a los préstamos de colecciones extranjeras, entre ellas la del Museo Thyssen de Madrid, además de la National Galery de Londres y museos rusos, alemanes o australianos.

También las naturalezas muertas ocupan un lugar en la exposición, ya que aportaron en la trayectoria de Monet a finales de la década de 1890 una visión más meditativa en la que los objetos pierden su materialidad en beneficio de los juegos de colores y de luces.

Giverny

Tras un periodo apurado económicamente y tras reanimarse el mercado del arte impresionista, Monet alquiló -y luego compraría- una casa de campo en Giverny en la década de 1880 donde plantaría su famoso jardín que tanta inspiración le procuró y que se convirtió en un lugar de peregrinación artística.

Este periodo también se refleja en la exposición. En aquella época trabajó en la constancia y la repetición, la elección de un mismo motivo y la evolución del mismo según los cambios de la luz del día y de la iluminación de la estaciones, lo que puede verse en obras como Meules, fin de l'ete, effet du matin (1890) o Meule au soleil (1891).

Además del motivo de la repetición, la muestra "Monet" permite descubrir que la reflexión del artista también operó en función de otros factores, como el recurso a la memoria, el sueño, o la nostalgia, hasta el punto de que emplea en diversas ocasiones el proceso del 'flash-back'.

La muestra, a la vez que la trayectoria artística y vital del padre del Impresionismo, se cierra con su ciclo de los grandes nenúfares, con obras como las distintas serias de Nymphéas de 1907, 1908 ó 1913 o Glycines (1917-1920). A ellos se dedicaría hasta su muerte en 1926.

La retrospectiva del Grand Palais pretende suscitar en el visitante la sorpresa y la reflexión, en resumen, "estimular nuestros ojos", como dice Richard Thomson, uno de los comisarios, en definitiva, soñar. Y es que, como decía de Monet su amigo, y escritor, Octave Mirbeau: "Con Monet, el sueño se convierte en realidad".