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Taylor finaliza su juicio por crímenes de guerra acusando a EE.UU. de complot

  • Taylor está acusado de 11 cargos de violación y mutilación, entre otros
  • Es el primer líder africano juzgado por crímenes de guerra
  • Taylor ha acusado a EE.UU. y Gran Bretaña de complot

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El primer juicio por crímenes de guerra de un líder africano ha concluido con el testimonio final de Presidente de Liberia, Charles Taylor, quien se ha defendido acusando a EE.UU. y Gran Bretaña de complot.

Taylor, de 61 años, niega los 11 cargos de los que se le acusa por instigación al asesinato, violación, mutilación, esclavitud sexual y reclutamiento de niños soldados durante  las guerras cruzadas en Liberia y Sierra Leona en las que murieron más de  250.000 personas.

El ex-presidente liberiano ha finalizado su testimonio este martes, después de asumir su propia defensa el pasado 14 de julio en el Tribunal de las Naciones Unidas para Sierra Leona en La Haya.

Taylor ha argumentado que el caso contra él estaba lleno de mentiras y que intentó, en su momento, negociar la paz en la región.

Los fiscales han expuesto que Taylor dirigió y armó a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) para ganar el control de las minas de diamantes de la vecina Sierra Leona para desestabilizar su gobierno, con el  propósito de aumentar así la influencia regional de Liberia durante la guerra civil que comenzó en 1991 y duró hasta 2002.

Taylor ha afirmado en su testimonio que, lejos de huir poder del en 2003, él renunció voluntariamente.

Taylor acusa a EE.UU. y a Gran Bretaña

Sin embargo, la fiscalía ha dicho que tal afirmación no está apoyada por una carta que Taylor escribió ese año al entonces Presidente de EE.UU., George W. Bush, y que él había utilizado como prueba en su defensa.

"¿Le importaría contar a los jueces dónde dice usted en la carta al Presidente de EE.UU.  que va a dimitir de la presidencia de Liberia?", le ha espetado Brenda Hollis, principal abogado de la acusación.

Taylor fue acusado por el tribunal de Sierra Leona en  junio de 2003 y bajo la presión de EE.UU., renunció al poder en agosto de ese mismo año.  Buscó asilo en Nigeria, pero más tarde fue arrestado y trasladado a La Haya  en julio de 2006.

Taylor ha negado a suministrar armas a los rebeldes  de Sierra Leona, diciendo que los gobiernos británico y estadounidense, estuvieron  involucrados en el suministro de armas a la región porque ambos querían  expulsarle del poder en Liberia.

También ha asegurado que fue el chivo expiatorio de  un plan de inteligencia diseñado para destruirle, y que los  Estados Unidos querían hacerse con el control de las reservas de petróleo de la  región.

Los  fiscales llamaron a 91 testigos antes de presentar su caso en febrero. Los testigos describieron con detalles, a veces escabrosos, cómo los rebeldes amputaban las  extremidades a las personas y cómo asesinaban a los niños.