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Luis Tosar muda su piel y encierra la parábola social en la 'Celda 211'

  • El actor gallego suena ya para los Goya por su interpretación de Malatesta
  • La película recibió críticas excelentes en la Mostra de Venecia
  • Narra un violento motín carcelario en el que se ve envuelto un funcionario novato
  • Otros protagonistas son Marta Etura, Carlos Bardem y Antonio Resines

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Luis Tosar y Daniel Monzón presentan "La celda 211"

El actor gallego Luis Tosar vuelve a mudar de piel al convertirse en Malamadre, el carismático líder del motín carcelario que centra Celda 211, un thriller con muchas capas en el que se encierra la parábola social: "La cárcel es un reflejo de la realidad en mp3: condensado y sintético", ha explicado en Madrid.

El ganador de dos premios Goya por Los lunes al sol Te doy mis ojos vuelve a sonar como candidato a este premio con la cuarta película del director Daniel Monzón. "Todavía no tengo el discurso preparado", ha bromeado con la prensa.

Su personaje, Malamadre, cataliza el degradado dramático que sufre la película, que cuenta la historia de Juan, un funcionario de prisiones que en el día de presentación en la cárcel se ve envuelto en una revuelta y decide hacerse pasar por preso.

El intruso, en cambio, se irá acercando a la realidad de los presos, a crear una atípica relación de amistad con Malatesta y a descubrir que quizá la integridad moral de la cárcel no sea tan distinta a la que rige el poder.

Un actor camaleónico

Con el pelo rapado, una imponente presencia física y, sobre todo, un sorprendente trabajo vocal, Luis Tosar repitió buena acogida tras la recibida en la pasada Mostra de Venecia, donde la película se presentó en septiembre y llamó la atención de Jacques Audiard, director de otra gran cinta carcelaria del año, Un profeta.

"La voz fue una de las últimas cosas que metimos, por pudor o por miedo. Era una baza que podía dejarte en la caricatura o hacer que el espectador, que ya conoce mi verdadera voz, dijera: 'pero qué coño está haciendo éste'", ha explicado.

Consciente del polémico discurso moral que se esconde tras la Celda 211, ha aclarado que "en todo momento es ficción, pero refleja una serie de realidades que suceden en el país". "Detrás de esta película hay un gran trabajo de investigación y documentación".

Tras hablar con presos para la preparación del papel y alabar su generosidad, ha añadido que "el mundo de la cárcel es muy colorido en un país tan esponja, que acoge a tanta inmigración".

A su lado estaba el equipo casi al completo de la película: el director Daniel Monzón, sus compañeros de reparto -entre otros Marta EturaAlberto AmmannAntonio Resines y Carlos Bardem- y el guionista Jorge Guerricaechevarría.

Celda 211 llega este viernes a las pantallas españolas y es la adaptación de la novela del mismo nombre de Francisco Pérez Gandul, que tenía a priori pocas posibilidades cinematográficas al estar formada por tres monólogos interiores.

Un grupo de actores, cuatro paredes y una gran historia

Para Daniel Monzón, que ya había rodado en una cárcel en La Caja Kovac, esta nueva aventura cinematográfica tenía, por otro lado, el pulso del mejor cine de acción aderezado con un aroma de "tragedia clásica", al representar a "una persona normal y feliz, con una vida plena, aplastada por la rueda de la fortuna. Su vida se va por un sumidero en sólo 30 horas", aseveró.

Para este personaje, el director de El corazón del guerrero buscaba un rostro desconocido, y así encontró al actor primerizo Alberto Ammann, que carga con el personaje que evoluciona de manera inversamente proporcional a Malatesta en un giro casi quijotesco.

"Teníamos cuatro paredes, un grupo de actores y una trama sólida. Eran pocos elementos, pero elementos muy puros", afirmó Monzón, quien asumió de manera colateral "la trama sociopolítica" que escondía su relato.

Pero si algo sale mal parado es la condición humana

"Es política-ficción, no la siento como denuncia social", explicó, a pesar de que plantea los abusos de poder por parte de los funcionarios de prisiones, el trato preferencial que reciben los presos etarras, así como su utilización como arma política por parte del Gobierno.

"Pero si algo sale mal parado es la condición humana", resumió.

"Me gustaba que todo lo demás estuviera en segundo plano. La película habla más de los individuos y eso es lo que la salva de su negritud. Todos los personajes tienen razones para hacer lo que hacen. El juicio moral lo tienen que hacer los espectadores", concluyó.