Japón se inclina por el cambio en unas elecciones históricas
- El 30 de agosto son las elecciones en las que se espera una participación del 70%
- Los sondeos dan como ganador al líder de la la oposición, Yukio Hatoyama
- Podría acabar con 50 años del PLD en el poder, de orientación conservadora
- La economía nipona sale de la recesión tras cinco trimestres de caídas
La campaña electoral de unos comicios que se auguran históricos ha arrancado este martes en Japón con una clara ventaja de la oposición que está cerca de arrebatar a la fuerza gubernamental, el PLD, un poder que controla desde hace más de medio siglo.
Yukio Hatoyama, presidente del opositor Partido Democrático (PD), ha pedido el voto en su primer mitin de campaña en Osaka (centro de Japón) para "cambiar el Gobierno en esta oportunidad de hacer historia" en las elecciones generales del próximo día 30.
Dos sondeos han señalado que Hatoyama, de 62 años, lleva una ventaja de entre 16 y 20 puntos porcentuales sobre el actual primer ministro, Taro Aso, del Partido Liberal Demócrata (PLD), fuerza que gobierna Japón desde 1955 de forma ininterrumpida, a excepción de un corto período de diez meses entre 1993 y 1994.
Aunque no ha tenido ningún puesto político de responsabilidad, Yukio Hatoyama perteneció en el pasado al PLD y es nieto de un ex primer ministro al igual que Taro Aso, un ex titular de Exteriores emparentado además con la familia imperial nipona.
Cambio progresista
La posibilidad de que Japón se incline por el cambio, tras una legislatura en que ha tenido cuatro jefes de Gobierno del PLD, parece que animará a los nipones a votar ya que se espera una participación mayor del 70%, según un sondeo de la cadena NHK (en 2005 votó el 67,5%).
De cumplirse los augurios de una victoria opositora en los comicios, la segunda economía mundial verá algunos cambios pues el PD defiende un ideario algo más progresista que el conservador PLD.
Más de 104 millones de japoneses están convocados a las urnas dentro de 13 días para elegir a sus 480 representantes en la Cámara Baja, la decisiva en el sistema parlamentario bicameral nipón.
Desde mediados de 2007 el Senado está controlado por la oposición pero es la Cámara Baja, ahora dominada con autoridad por el PLD, la que decide en caso de confrontación entre ambas cámaras, además de elegir al primer ministro y aprobar el presupuesto.
Últimas elecciones niponas
Las últimas elecciones generales se celebraron en Japón en septiembre de 2005 y fueron ganadas con una mayoría aplastante por Junichiro Koizumi, quien, no obstante, ha admitido que su partido tiene ahora "el viento en contra" y afronta "tiempos duros".
Aso, de 68 años y que centra su campaña en defender que el PLD es el único que puede gobernar un Japón en crisis, carece sin embargo de la popularidad de Koizumi pues su apoyo actual es de apenas el 19 por ciento, debido en gran parte a sus numerosas meteduras de pata.
El primer ministro que sucedió en septiembre de 2008 a Yasuo Fukuda -heredero a su vez de Shinzo Abe y éste de Koizumi, todo ello desde 2006- es famoso en Japón por sus problemas para leer el "kanji" (ideogramas nipones) y por decir que los ancianos no deberían jubilarse porque sólo saben trabajar.
Algo que en una población envejecida como la japonesa, con un 21% que supera los 65 años, tiene poca gracia.
Aboga por desplazar a los burócratas del Gobierno como sistema de recorte de gastos, una relación menos dependiente con EEUU, concluir la misión logística japonesa de apoyo a la guerra de Afganistán y eliminar los peajes en las autopistas, entre otras premisas.
Unas elecciones con tradición
Frente al apoyo al Partido Democrático en los entornos urbanos y los más jóvenes, la clase empresarial favorece el mantenimiento del "status quo" que propone el PLD, no obstante muy minado por la crisis que ha sumido a Japón en recesión durante un año, y que ha afectado sobre todo a su tradicional dominio en las áreas rurales.
Mientras, los críticos del PD y muchos analistas resaltan que ese partido apenas tiene una década de historia y que sus bandazos en temas políticos sensibles -recientemente adoptó una postura menos beligerante hacia Washington, posiblemente por verse más cerca del Gobierno- son síntoma de su bisoñez.
En lo que sí coinciden es que sus líderes, ambos sexagenarios, son dos clásicos representantes del mundillo político nipón, gris, opaco y dominado por dinastías de apellido ilustre.