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Byung-Chul Han: "El legado del liberalismo ha sido el vacío y ya no tenemos valores ni ideales con que llenarlo"

Discurso de Byung-Chul Han, Premio Princesa de Comunicación y Humanidades
ESTEBAN RAMÓN

Sócrates fue condenado a muerte por “agitar a los atenienses”, pero Byung-Chul Han distingue que a él le conceden “este bellísimo premio”, pese a que sus “escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual” que han “irritado a mucha gente”. La comparación del filósofo, Premio Princesa de Comunicación y Humanidades, encierra en realidad la base de su discurso: el neoliberalismo asume hasta sus críticas anestesiando cualquier respuesta.

Byung-Chul Han ha leído en su perfecto alemán, aprendido a los 22 años para descifrar a los grandes pensadores germanos, una defensa del filósofo como canario de la mina, elaborando un compendio de su obra, centrándose especialmente en La sociedad el cansancio. “La ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad”.

Para Byung-Chul Han, la explotación la ha asumido como propia cada ciudadano. "Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar. Ese colapso se llama burnout. Somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota a sí mismo, creyendo que así se libera. Eso es un espejismo de libertad. La autoexplotación es mucho más eficaz que ser explotado por otros, porque suscita esa engañosa sensación de libertad".

No podía faltar su otro gran caballo de batalla: las consecuencias sociales e íntimas de las sociedades hipertecnológicas. “No es que esté en contra de los smartphones ni de la digitalización. Tampoco soy un pesimista cultural. El teléfono inteligente puede ser una herramienta utilísima. No habría problema si lo usáramos como instrumento. Lo que ocurre es que, en realidad, nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones. Nos utiliza a nosotros, y no al revés. No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos productos suyos”.

"Sin civismo, amistad y respeto, la democracia se vacía de contenido"

Ha apuntado que su nueva preocupación tiene que ver con la creciente polarización que cree advertir en el mundo. “Hoy en día, en cuanto alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, lo declaramos enemigo”, ha lamentado.

Una tendencia que dice socavar la democracia, citando a uno de sus padres teóricos: Alexis de Tocqueville. “La democracia necesita más que meros procedimientos formales, como son las elecciones y las instituciones. Se fundamenta en lo que en francés se llama moeurs, es decir, la moral y las virtudes de los ciudadanos, como son el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto. No hay lazo social más fuerte que el respeto. Sin moeurs, la democracia se vacía de contenido y se reduce a mero aparato”.

Y ha enlazado esa falta de respeto con el auge de partidos de naturaleza antidemocrática. “Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío cuando faltan estas virtudes. La política se reduce entonces a luchas por el poder. Los parlamentos se convierten en escenarios para la autopromoción de los políticos. Y el neoliberalismo ha creado ya una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta ya a la clase media. Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente hacia los brazos de autócratas y populistas".

Esa doble esclavitud inconsciente, la neoliberal y la tecnológica, tiene para el pensador consecuencias catastróficas. "Al mismo tiempo, sentimos difusamente que, en realidad, no somos libres, sino que, más bien, nos arrastramos de una adicción a otra, de una dependencia a otra. Nos invade una sensación de vacío. El legado del liberalismo ha sido el vacío. Ya no tenemos valores ni ideales con que llenarlo. Algo no va bien en nuestra sociedad".

Queda, para Byung-Chul Han, escuchar al filósofo: "No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro".