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En el primer ataque, un coche bomba estalló cerca de un vehículo de transporte de la policía antidisturbios situado frente al estadio del Besiktas. Segundos después, un suicida se inmoló en medio de un grupo de policías.
 

En los últimos dos años, Turquía ha sufrido una escalada de atentados que han causado cientos de muertos, inestabilidad política y daños cuantiosos al turismo y la economía. Se han atribuido bien a la organización armada kurda del PKK, bien a los yihadistas del Estado Islámico.
 

Hemos hablado con Santiago, un español residente en Estambul desde hace cinco años. En el momento del atentado estaba en casa, junto a su mujer. Escucharon la explosión y muy pronto comenzaron a ser conscientes de que se trataba, de nuevo, de un atentado.
 

El primer ataque se llevó a cabo a las 19:30 hora local, cuando un coche boma estalló cerca de un vehículo de transporte de la policía antidisturbios situado frente al estadio del club de fútbol Besiktas. 45 segundos más tarde, en un parque cercano, un kamikaze hizo estallar los explosivos que llevaba encima en medio de un grupo de agentes. 30 de las 38 víctimas son policías.

Al menos 20 personas han muerto y decenas resultaron heridas por el estallido de un artefacto explosivo en la puerta del complejo eclesiástico donde se encuentra la Catedral cristiana copta de El Cairo, en el barrio de Al Abasiya, según el Ministerio de Sanidad.

En Mogadiscio, la capital de Somalia, al menos 29 personas han muerto por la explosión de un camión bomba conducido por un kamikaze.

El atentado ha tenido lugar a la entrada del puerto, que ha suspendido sus actividades. La explosión pudo oírse en toda la ciudad y, según algunos testigos, hubo un tiroteo. 48 personas han resultado heridas. El grupo islamista Al Shabaab ha asumido la autoría del atentado. Al Shabaab pretende derribar al gobierno pro-occidental de Somalia, expulsar a las fuerzas de paz del país e implantar una estricta visión del islam.