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China no tiene intención de negociar. Pekín ha aumentado sus aranceles a los productos estadounidenses al 125%. Dice que si hay nuevas subidas por parte de Trump, las va a ignorar. EE.UU. cerró ayer su impuesto a los productos chinos del 145%. El argumento de China es de peso: con esos aranceles, ningún producto estadounidense resulta atractivo al mercado chino.

La Unión Europea ha dejado claro que su prioridad es negociar con Estados Unidos. Horas después de aprobar la lista de productos a gravar, Bruselas la paraliza durante 90 días, justo después de que Washington anunciara previamente una tregua similar. Esto, sin embargo, no significa que hayan desaparecido todos los gravámenes: Trump mantiene los aranceles del 25% al acero, aluminio y componentes de vehículos europeos, el 10% general y el 145% a los bienes de China.

Los vaivenes en la aplicación de los aranceles de la Administración Trump acaban afectando a la economía global, especialmente a los particulares.

Uno de los primeros efectos en la economía producido por los aranceles cruzados entre Washington y Pekín es un aumento de la inflación global. Los precios aumentan para todos los consumidores, sea cual sea su país de residencia.

En un mundo globalizado donde buena parte de las economías están interconectadas, el sobrecoste arancelario recortará el poder adquisitivo del ciudadano. Este sobrecoste será aún mayor al comprar productos estadounidenses, o ensamblados allí, como un teléfono móvil.

Los aranceles ya encarecen materias primas como el grano. China, al dejar de comprar soja a EE.UU., querrá comprarla en Brasil, que es el mayor suministrador de la UE. Jorge de Saja, director de la Confederación de Fabricantes de Piensos para Animales (Cesfac), aclara que "los fuertes aranceles que China ha impuesto a EE.UU. hace que China vaya a comprar más soja brasileña, lo que reduce aun más los suministro alternativo a la soja americana".

El impacto de una soja o maíz más caros, supone el encarecimiento de los piensos y por tanto la subida del precio de la carne para los consumidores. Este tipo de efectos directos e indirectos pueden hacer rebotar el IPC alimentario.

Cada día cientos de congoleños abandonan su país y cruzan a Uganda. Más de 40.000 civiles han huido desde finales enero de la violencia desatada en el este de Congo, la zona más rica en minerales del país. A finales de ese mes, los rebeldes del M23 lanzaron una ofensiva sobre las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur y lograron hacerse con las capitales de ambas. El Gobierno del Congo ha pedido ayuda a Estados Unidos para combatir a esta guerrilla. Y a cambio, le ofrece acceso directo a comprar sus minerales: coltán, litio o cobalto, esenciales para las empresas tecnológicas, como Apple o Tesla. China también quiere un acuerdo prioritario con el Congo, pero Trump se ha adelantado y ya ha firmado su contrato, precisamente el mismo día que anunció los aranceles mundiales.

Las presiones de empresarios y congresistas republicanos influyeron para que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, haya pausado durante 90 días los aranceles que va a imponer a sus socios comerciales. En el otro lado del tablero, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que la UE hará lo mismo para "dar una oportunidad a la negociación".