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Arte

El rompecabezas diabólico del mundo de los Brueghel

  • Una muestra en el Museo de Escultura de Valladolid recoge la visión del demonio en el arte de los pintores flamencos
  • Decenas de pequeñas figuras, grotestas y deformes, conforman obras que pivotan sobre el pecado y las tentaciones

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Demonio, siglo XVIII. Museo Nacional de Escultura de Valladolid
Demonio, siglo XVIII. Museo Nacional de Escultura de Valladolid

Los ingredientes del mal han focalizado la atención de los artistas a través del tiempo, pero en el siglo XVI saltaron a un primerísimo y magnético primer plano. Los culpables de semejante y efímera eclosión-solo se extendería unos pocos años- fueron pintores flamencos como los Brueghel y los autores de la órbita de El Bosco.

Sobre esta inefable tríada de pecado, tentaciones y la figura del demonio pivota la exposición del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Cuentan sus responsables que están sorprendidos por el interés que ha despertado entre el público. “Seguro que si hubiera sido solo de ángeles no hubiera tenido tanto atractivo”, ironiza su comisaria y directora del Museo, María Bolaños, que avanza una pincelada sobre esta atracción por el reverso tenebroso. “El mal siempre tiene una parte de contradicción y duda. Hay más ambivalencia. Lo vemos hasta en el cine donde los malvados suelen atraernos más”.

El epicentro de la muestra es la obra de gran formato La tentación de San Antonio de Jan Brueghel de Velours (1625). La pintura, que pertenece a los fondos de Valladolid, conquistó las artes plásticas entre 1460 y 1610.

La representación de Brueghel de las privaciones del santo y sus visiones diabólicas calaron en una Flandes desangrada y convulsa dividida entre la miseria y las guerras.

“Es un mundo muy violento pero expresado con un lenguaje muy personal con energía perversa. Es una época de crisis de las creencias y el mundo cristiano se parte en dos. Hay sentimiento de que la humanidad está dominada por el diablo, encarnado en intereses políticos y económicos y se lo atribuyen al mal de Lucifer”, explica la comisaria que añade que la invención de la imprenta multiplicó la repercusión de estas creaciones.

'Visión de Tondal', 1478-1485. Taller del Bosco. Museo Lázaro Galdiano

Se suben a esta corriente pictórica que vive una edad de oro, decenas de autores de los Países Bajos y Alemania la mayoría anónimos, que aparecen representados en la exposición con piezas de El Prado, el Museo Lázaro Galdiano o la Biblioteca Nacional.

Sus obras, siguiendo la estela del Bosco, están superpobladas por seres grotescos y deformes a mitad de camino entre lo animal y lo humano como pájaros-soldados y reptiles voladores. Son óleos plagados de microdetalles casi fotográficos. Obligan al visitante a observar muy de cerca, “a unos 20 centímetros”, porque aparece un ratón que a su vez sale de un ojo que a su vez es una montaña…. enmarcados en grutas, bosques y castillos.

Paisajes espectrales, inventados por los flamencos, que simbolizan la tentación y donde sobrevuela la presencia demoníaca.“Hoy en día este lenguaje nos siguen pareciendo muy moderno porque es intrigante, contradictorio y muy difícil de interpretar y eso nos atrapa aún más”, añade María Bolaños.

La pinturas y esculturas entroncan con la serie de dibujos que le dieron fama internacional al dibujante Pieter Brueghel el Viejo (Los siete pecados capitales, 1558), que a su vez tienen su reflejo en la video instalación homónima que realizó el joven artista belga Antoine Roegiers en 2011.

Brueghel el Viejo no juzga. Ejerce de notario del desenfreno humano: un caldo de cultivo de estupidez, avaricia y crimen donde escasea la bondad. Roegiers reinterpreta sus grabados originales a los que dota de movimiento en un juego de espejos entre los siglos.

Y un inquietante detalle más. El público también puede observar un rarísimo escritorio con cajones de vidrio con figuras microscópicas sometidas a la tortura del pecado. Una mezcla perfecta de misterio, fascinación y simbolismo.

El Diablo, tal vez. El mundo de los Brueghel se puede visitar en el Palacio de Villena, subsede del Museo Nacional de Escultura de Valladolid hasta el 3 de marzo de 2019.