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Crisis de los refugiados

Los olvidados de la isla de Samos

  • Cientos de familias están atrapadas en la isla griega
  • "Nadie quiere volver a Turquía porque el ejército te golpea", dice un migrante
  • Mientros Lesbos espera la visita del papa, Samos sigue fuera de los focos
  • Ver: Mapa interactivo de la crisis de refugiados

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Abu y Madiha Jaber esperan en Samos junto a sus cinco hijos noticias de si son o no deportados a Turquía. Fuente: Mohammad Ghannam/ MSF
Abu y Madiha Jaber esperan en Samos junto a sus cinco hijos noticias de si son o no deportados a Turquía. Fuente: Mohammad Ghannam/ MSF

La familia Jaber lleva casi un mes atrapada en Samos. Llegaron a la isla griega, dice, “en un día negro para los refugiados en todo el mundo”. Fue el pasado 20 de marzo, cuando entró en vigor el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía que da luz verde a las deportaciones de migrantes.

El padre, Abu, tuvo que abandonar las ruinas de su hogar en Alepo junto a su mujer, Madiha, y sus hijos. “Tuvimos suerte porque no estábamos en casa cuando un ataque aéreo ruso la arrasó hace tres meses”, afirma a Médicos Sin Fronteras. Primero huyeron a Turquía. “Sufrimos mucho allí estuvimos detenidos un tiempo. En cuanto nos liberaron nos dimos prisa para llegar a Grecia”. Sin saber que de una prisión iban a llegar a otra.

El campo de refugiados de Samos se convirtió en un centro de detención el mismo día que esta familia siria llegó a la isla. Allí hay ahora 772 personas, según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados. Y ninguno sabe qué será de ellos.

Incertidumbre y desesperación

“Uno de los grandes problemas es que no hay información. Nadie sabe qué va a pasar. Y la incertidumbre está llevando a la desesperación a los refugiados, que ya han sufrido bastante para llegar aquí”, asegura a RTVE.es Constance Theisen, asesora de Asuntos Humanitarios de MSF en Grecia.

Lo único que hacen bien las autoridades son las vallas

Chris Jones reside en Samos y lleva meses ayudando a los refugiados que llegan a la isla pero ahora no sabe cómo enfrentarse a la nueva situación. “En realidad ahora les estamos ayudando a entrar en una prisión”, lamenta. “La única cosa que hacen bien (las autoridades) son las vallas. Las hacen con alambre de puas, un alambre muy bueno”.

En estos primeros meses de 2016, han llegado a Samos a través del Mediterráneo 10.873 migrantes y en la isla apenas viven unos 30.000 habitantes. Iokasti Nikolaidi ha preparado en los últimos ochos meses más de 200.000 comidas con un equipo de mujeres voluntarias. Ella y todos sus vecinos se han movilizado para llegar donde no lo hacen los gobiernos y las ONG, cada vez más sobrepasadas.

"Nadie quiere volver a Turquía porque la policía te golpea"

Omer mira a través de la verja del centro de detención. También lleva más de un mes en la isla. “Aquí todo el mundo está muy preocupado. La mayoría de la gente está asustada. Nadie quiere volver a Turquía porque el ejército turco y la policía golpean a la gente, tratan a la gente como si fueran animales”, asegura.

Omer ha llegado desde Pakistán y quiere pedir asilo pero aún no le han dado ningún papel. No entiende cómo Grecia ha podido reconocer a Turquía como un país seguro, algo imprescindible para deportar no solo a inmigrantes económicos si no también a refugiados que huyen de países en conflicto.

“Cuando (mis amigos) estaban tratando de cruzar la frontera de Irán a Turquía, el ejército turco detuvo a todo el mundo. Le dijeron a los dos grupos que tenían que luchar entre sí y que el que ganara podría cruzar la frontera. Así que se pelearon. Hubo sangre. Los del ejército se reían y se lo pasaban bien viendo la pelea, pero después dijeron que no se permitiría a nadie cruzar la frontera”, asegura.

“Es completamente inaceptable. El 90% de la gente que llega a Grecia requiere de protección internacional. Pero la Unión Europea no los quiere aquí y, en lugar de cumplir con sus obligaciones, los envía a Turquía, donde ya hay 3 millones de refugiados”, señala Theisen. Y recuerda que las deportaciones a Turquía no son nuevas. “Desde 2001 un acuerdo bilateral permite a Grecia devolver a los inmigrantes económicos a Turquía y eso no ha reducido la llegada de migrantes. ¿Por qué iba a funcionar ahora?”, se pregunta. "No tiene sentido".

Menores en centros de detención

Hala tiene 16 años. Llegó a Samos junto a su hermano, de 15, escapando de los bombardeos en Alepo. Su padre, su madre y su hermana llevan meses en Alemania. No pudieron irse juntos porque tenían problemas económicos. Confiaban en que el sistema de reunificación familiar les permitiría seguirles, pero, dicen, este aún no está en marcha.

“Mi hermano y yo estuvimos trabajando en un restaurante en Turquía para ganar el dinero que necesitábamos para el viaje. Sin embargo, ahora nos retienen en Samos y nos han dicho que no nos pueden dejar cruzar porque somos menores. No sé qué nos sucederá. Echo mucho de menos a mi madre y sólo quiero estar junto a ella, a cualquier precio”, afirma Hala a MSF.

El cierre de la ruta de los Balcanes ha atrapado en Grecia a 53.000 personas. En el campamento de refugiados Idomeni, donde la frontera con Macedonia lleva cerrada a cal canto desde hace mes y medio, se han producido varios choques con la policía por rumores falsos sobre la apertura de la valla. Y en las islas la situación no es mejor.

La 'bendición' del papa no llega a Samos

En Lesbos, la visita del papa de este sábado ha servido para que las autoridades adecenten el campo de detención de Moria. Francisco no podrá leer grafitis que, desde las paredes, claman contra la política de fronteras cerradas. Atrás han quedado los miles de chalecos salvavidas abandonados en las orillas de la isla. "No quieren que el papa vea cómo están convirtiendo Lesbos en un campo de concentración. Pintan las vallas, evitan que nadie llegue a sus costas, pero no les importa el drama de miles de personas que se encuentran varadas buscando refugio", denuncia Cristina Honorato, una voluntaria de la ONG Acción Lesbos.

El papa Francisco visita Lesbos para comprobar las condiciones en que viven los inmigrantes

Como el pontífice sólo visita Lesbos, ese 'maquillaje' no ha llegado a Samos, ni a Leros, ni a Chíos... donde el drama de miles de refugiados se vive fuera de los focos de los medios de comunicación.

No quieren que el papa vea cómo están convirtiendo Lesbos en un campo de concentración

La asesora humanitaria de MSF asegura que en Leros, por ejemplo, "ahora hay unos 300 migrantes, y sólo un funcionario para atender su solicitud de asilo". “Los refugiados viven en condiciones escandalosas. No son identificados, no pasan exámenes médicos, no tienen derechos a un proceso justo. No hay personal suficiente”, señala a RTVE.es

Grecia ha deportado a 327 personas a Turquía desde el pasado 4 de julio, y el resto las ha tenido que posponer hasta procesar una avalancha de solicitudes de asilo. Y, mientras, el desánimo se apodera de quienes sólo buscan el permiso para comenzar una nueva vida lejos de tanta destrucción.

"Pensé que iba a encontrar misericordia en Europa, pero esto es aún más difícil para nosotros de lo que había en Siria. Cuando tus expectativas son altas y, te enfrentas a la desilusión, eso es más difícil de aceptar que cuando no tienes nada que esperar", lamenta Abu.