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Takashi Miike y Takeshi Kitano, los embajadores del cine japonés actual

  • Martín Fernández Cruz repasa su vida y su obra en el libro Violencia y tradición
  • Ambos directores han sido claves en la modernización del cine nipón

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Imágenes de 'Ichi the Killer', de Takashi Miike y 'Zatoichi', de Takeshi Kitano
Imágenes de 'Ichi the Killer', de Takashi Miike y 'Zatoichi', de Takeshi Kitano

El cine japonés tiene una deuda impagable con dos realizadores, Takashi Miike (Osaka, 1960) y Takeshi Kitano (1947, Tokyo), que han supuesto una auténtica renovación por su estilo y sus planteamientos y que, además, han conseguido que sus películas se vean en el mundo entero. Por eso, el periodista argentino Martín Fernández Cruz (Buenos Aires, 1981), les dedica el libro Takashi Miike / Takeshi Kitano: Violencia y tradición (Dolmen).

“A la hora de pensar un libro sobre ellos, el objetivo fue muy distinto –asegura Martín-. Por el lado de Miike, mi intención fue escribir un libro en español que abarcara la casi totalidad de la obra de Miike (y digo “casi” porque cuando el libro salió a la calle, Miike ya había estrenado nuevas películas). Él es un director tan prolífico como poco explorado en el mercado editorial de habla hispana. Por el lado de Kitano, y teniendo en cuenta que de él si hay más textos escritos, la intención fue analizar su obra a lo largo de los años, y qué tipo de cambios experimentó no solo su cine, sino también su propia cabeza”.

'Takeshis' (Takeshi Kitano, 2005)
'Takeshis' (Takeshi Kitano, 2005)

'Takeshis' (Takeshi Kitano, 2005)

Martín destaca la importancia de ambos directores: “El aporte de ambos fue gigantesco. Miike construyó una identidad temática gigantesca, basada en la demolición y reconstrucción de viejos géneros, tanto los típicamente japoneses como el yakuza, como así también de otros "importados" como el musical o el western. El caso de Kitano va por otro camino, y su importancia se radica en haberse convertido en uno de los embajadores más importantes (sino el que más) del cine japonés contemporáneo”.

El periodista argentino nos comenta cómo ha estructurado el libro: “Tiene por un lado capítulos dedicados a Miike, otros dedicados a Kitano, y algunos más que sirven para comprender qué tanto tenían en común, en qué se diferenciaban, cuál fue su herencia y también cuál es (y será) su legado cinematográfico”.

Portada del libro 'Takashi Miike / Takeshi Kitano: Violencia y tradición' y su autor, Martín Fernández Cruz

Portada del libro 'Takashi Miike / Takeshi Kitano: Violencia y tradición' y su autor, Martín Fernández Cruz Dolmen

“Miike y Kitano son radicalmente distintos”

Juntar a dos de los directores más explosivos de la actualidad puede parecer extraño. Y el propio Martín reconoce que: “La verdad es que tienen muy pocas cosas en común. Los une cierto amor por algunos géneros cinematográficos y el hecho de ser compañeros de una generación que no logró construir un colectivo cinematográfico sólido, y es más, hasta los une cierto desinterés por el canon cinematográfico japonés”.

“Otro punto en común es cómo ambos miran a sus héroes -continúa Martín-, siendo la mayoría de las veces personajes incompletos que buscan constantemente descubrir qué los puede llevar a una relativa plenitud, pero más allá de esos rasgos, luego los diferencia absolutamente todo. La forma de hacer cine en Miike y Kitano es radicalmente distinta, Miike se comprende a sí mismo como un engranaje dentro de la industria, mientras que Kitano es mucho más consciente de su rol como autor. Miike es una especie de termita que necesita devorar y rehacer reglas de género prefabricadas, mientras que Kitano las revoluciona desde un costado mucho más consciente”.

'Outrage' (Takeshi Kitano, 2010)
'Outrage' (Takeshi Kitano, 2010)

'Outrage' (Takeshi Kitano, 2010)

“Violencia y tradición”

Martín asegura que el título del libro (Violencia y tradición) tiene mucho sentido: “Cuando terminé de escribirlo, el primer título tentativo fue algo así como Miike y Kitano: Soledad y melancolía. Sin ola de pertenencia. La soledad y la melancolía hacían referencia al rasgo que comparten casi todos los protagonistas de esos dos directores, y la “ola” tenía que ver con el hecho de que ellos no formaron parte de ningún movimiento cinematográfico, debiendo construir sus herramientas y su mirada del mundo según iban sucediéndose sus películas. Luego de desechar ese nombre por ser demasiado hermético, luego de barajar varias posibilidades con el editor, finalmente quedaron la violencia y la tradición como elementos icónicos en el cine de ambos”.

“La violencia porque es un elemento muy presente en la obra de ambos, y la tradición está vinculado a de qué manera tanto Kitano como Miike miraron hacia sus antepasados cinematográficos, y cómo saben reciclar tradiciones oxidadas para renovarlas y llevarlas no solo a una nueva generación de espectadores japoneses, sino también a todo el mundo”.

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Ambos directores han conseguido algo casi imposible, ser considerados autores haciendo cine de género. Martín lo explica de la siguiente forma: “Ambos tienen una mirada que se sostiene a través de su obra, puesto que a lo largo de sus respectivas filmografías, ellos logran opinar sobre el estado de las cosas sin por eso renunciar a su lugar dentro de la industria”.

“En este sentido -continúa Martín-, el caso de Miike es mucho más concreto: él tiene una obra de los más prolífica, él se sumerge en cuanto género tenga a tiro, en sus principios hizo films televisivos de una producción casi ínfima, y jamás por eso abandonó en el proceso creativo un arquetipo de personaje al que fue construyendo a lo largo de toda su filmografía, y del que hay rastros constantemente. Miike, como Ford o Hawks, construyó su firma autoral no tanto desde los guiones, sino desde la puesta en escena y desde una consciencia plena sobre qué tipo de films son los que mejor plasman su visión del mundo, y siempre poniendose al servicio de una industria preestablecida”.

'Audition' (Takashi Miike, 1999)
'Audition' (Takashi Miike, 1999)

'Audition' (Takashi Miike, 1999)

Takashi Miike, más de cien películas

Para escribir el libro Martín se ha visto casi todas las más de cine películas de Takashi Miike, y le hemos pedido que nos recomiende algunas de las mejores: “Esta es muy difícil, principalmente porque Miike tiene cerca de 100 películas. De su primer período, una de las mejores es Rainy Dog, porque es uno de los primeros protagónicos de Sho Aikawa (un actor fetiche de Miike) y porque es el film que mejor concentra esta idea del antihéroe solitario, que intenta construir una familia en un nuevo lugar en el cual poder echar raíces.

Blues Harp también es otra de sus grandes películas de este período. Ichi the Killer, que probablemente sea una de las películas emblema de Miike (junto a Audition) es también una obra clave para aquel que quiera acercarse al mundo de este director, aunque cabe aclarar que su nivel de violencia es demasiado alto, y eso podría espantar a más de uno”.

“Más cerca en el tiempo, Sun Scarred es otra pieza imprescindible, porque examina qué queda de un hombre cuando pierde sus raíces emocionales, y cuál es el límite moral de un individuo. Por último, Lesson of Evil es otro film clave, que sirve para comprender cómo el director es capaz de jugar con sus propios espectadores y hasta dónde la violencia puede ser más grave para el espectador que para el propio realizador. Y así podría seguir un rato más, porque fácilmente hay 20 películas más que son clave en su cine”.

'Rainy Dog' (Takashi Miike, 1997)
'Rainy Dog' (Takashi Miike, 1997)

'Rainy Dog' (Takashi Miike, 1997)

Takeshi Kitano: de Humor amarillo al cine de autor

Una de las cosas más sorprendentes de Kitano es que fue el creador del famoso programa Humor amarillo (de hecho, su nombre original es El castillo de Takeshi) que tanto éxito tuvo en todo el mundo. Mientras, su carrera cinematográfica ha seguido derroteros muy diferentes. Martín nos recomienda algunas de sus mejores películas: “Sonatine, ante todo, porque es la película más sincera que Kitano ha realizado sobre la angustia de sus yakuza, y la necesidad de escapar de esa vida. En ella, un grupo de delincuentes se refugia en una playa, y allí comienzan a jugar como niños, y el sentido de la diversión es tan conmovedor, que es inevitable no comprender a Sonatine como una película sobre adultos que se cansaron de jugar a ser adultos, para darle paso al placer de sacar a la luz al niño reprimido que todos ellos, de alguna manera, seguían siendo”.

El Verano de Kikujiro –continúa el periodista- es un segundo título clave, porque el director, una vez más, se conecta con el universo de un niño para hablar de la tristeza que puede significar ser un adulto. Más cercana en el tiempo, creo que Aquiles y la tortuga es clave, porque muestra a un artista que mira hacia atrás y hace un balance de su vida. Si bien el personaje de ese film es un artista frustrado (algo que Kitano no es), no deja de verse en esa película una puesta en crisis sobre qué lugar debe ocupar el arte en la vida de una persona, y en qué punto esa pasión puede convertirse en un problema. Y por último, también siento una debilidad especial por Getting Any?, que muestra a un Takeshi más visceral y confrontativo, siendo ése el Kitano más puro de todos”.

'El verano de Kikujiro' (Takeshi Kitano, 1999)
'El verano de Kikujiro' (Takeshi Kitano, 1999)

'El verano de Kikujiro' (Takeshi Kitano, 1999)

Como comentábamos, Kitano también es uno de los personajes públicos más conocidos de Japón, lo que ha influído (para bien y para mal) en su carrera cinematográfica. “Creo que Kitano constantemente buscó consolidarse como director, y por ese motivo cuando tuvo la posibilidad de dirigir Violent Cop (que iba a ser una parodia a Harry el Sucio), retocó el guión para convertir a su propia personaje en una persona mucho más oscura y alejada del simpático presentador y comediante con el que los japoneses estaban tan familiarizados”.

“Creo que su popularidad, al menos en un comienzo de su carrera, le jugó a favor y en contra: a favor porque le dio el piso de popularidad necesario como para que los inversores confíen en él como un hombre que podía vender una película por sí solo, y en contra porque Kitano necesitó durante varios años despegarse por completo de ese lugar de comediante. Igualmente creo que si bien tuvo períodos de crisis, siempre llevó su fama de manera excepcional”.

El futuro de Miike y Kitano

Yattâman (Takeshi Miike, 2009)
Yattâman (Takeshi Miike, 2009)

Yattâman (Takeshi Miike, 2009)

Martín Fernández Cruz nos habla del futuro de estos dos grandes directores: “Miike, algo muy característico en él, sigue estrenando películas a diestro y siniestro. En este 2015 estrenó dos películas y para el año que viene está anunciado un film basado en el manga Terra Formars, y no sería de extrañar que de un momento a otro anuncie un nuevo proyecto. Lo que sí no llegó a concretarse, creo que más para bien que para mal, fue algún proyecto de Miike en Estados Unidos, que jamás pasó la barrera de los rumores. Kitano, por otra parte, estrenó en 2015 un film llamado Ryuzo and the Seven Henchmen, una comedia de acción; y si bien no tiene anunciado su siguiente proyecto, siempre está latente la posibilidad de que haga una tercera parte de la saga Outrage”.

Por último, Martín nos avanza sus proyectos: “Estoy tomándome un descanso (ver todas las películas de Miike fue una verdadera maratón), pero estoy comenzando a idear un libro centrado en el mundo de las series televisivas, sus principales autores y la gigantesca evolución que comenzó la pantalla chica desde la llegada de Los Soprano”.

Violencia y tradición es un libro necesario sobre dos de los directores más estimulantes del cine de los últimos años y que nos invita a disfrutar de sus sorprendentes filmografías.

Días de cine: 'Outrage'