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Goytisolo, ceremonia para una corbata libre del armario

  • Goytisolo: "Si me exigen un disfraz, me habría puesto la chilaba"
  • El MECD selecciona los más de 200 asistentes al Premio Cervantes
  • Este año es la 39ª ceremonia de un evento singular con nombres propios

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El escritor Juan Goytisolo, durante su discurso tras recibir el Premio Cervantes.
El escritor Juan Goytisolo, durante su discurso tras recibir el Premio Cervantes.

“Esta corbata tiene 35 años. Ha aguantado 35 años en un armario”, asiente Juan Goytisolo con la voz cansada, expectante desde sus 84 años. Acaba de entrar en el patio de Santo Tomás del Colegio de San Ildefonso en Alcalá de Henares. Con delicadeza pero sin compasión le aborda una nube de periodistas. Son las 11:25 de la mañana y en 35 minutos el rey le entregará el Premio Cervantes.

"No quiero premios", dice el hombre algo encorvado, con la mirada clara y convicción. Pero lo acepta "porque lleva su nombre", el del creador del Quijote. Habla muy bajito, y comenta que "de los huesos de Cervantes, hablaré de pasada". Juan Goytisolo, el Juan sin tierra que él mismo autorretrató en una novela, reconoce que, delante de tanta cámara, se siente "abrumado, un poco como Bárcenas después de salir del juzgado".

Macilento, atraviesa la jungla de cables y micrófonos y se dirige al Patio Trilingüe, llamado así por las tres cátedras que albergó. Tras acomodarse en la sala del Paraninfo, en su discurso mencionará otras cárceles, las suyas, la que marcó a Cervantes, la que se autoimponen los que solo buscan la gloria, y hablará de las dificultades para lograr ser un hombre libre. El patio de butacas está repleto de personalidades de la cultura. Atienden las palabras del viejo exiliado con un respeto definitivo. Su corbata ladeada deja asomar uno de los botones de la camisa. Se lo puede permitir; ha sido la habitante más persistente de su armario.

Dos meses de preparativos y carta sorpresa

Pero el Premio Cervantes no es solo elegir a un merecedor. La ceremonia de entrega "se prepara con dos meses de antelación", comenta a RTVE.es Reyes Martín, responsable de protocolo del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, y del equipo que selecciona a los invitados.

Un equipo que "lleva más de 20 años haciendo este trabajo" nos confiesa una de las compañeras de Martín, y que ha vivido y superado toda clase de anécdotas y traspiés lógicos en semejante despliegue, "pero somos muy meticulosos", afirma. "Hacemos una selección previa por grupos de escritores y figuras de la cultura, también procuramos que asistan promesas jóvenes", detalla Reyes Martín.

Una selección de la que se enteran por sorpresa los elegidos. "Me llegó la carta hace 15 días", nos confiesa la escritora Marta Rivero. La misma antelación con la que recibió el aviso Alfonso Domingo, periodista y escritor, que evoca el momento "junto a Alfonso Guerra y a Julia Goytisolo, la hija de José Agustín Goytisolo, en la que se inspira la obra Palabras para Julia".

Ellos, como el homenajeado, visten con corrección pero sin pompa. Con un chaqué, obligación de académico, nos explica José Luís Gómez, director del Teatro Abadía, que para él "es un momento de gozo extraordinario. Es un día grande para las letras españolas porque se reconoce a uno de los grandísimos heterodoxos. Las letras españolas estan llenas de ellos, dígase Cervantes si no era un heterodoxo, dígase Fernando de Rojas si no era un heterodoxo, dígase Manuel Azaña si no era un heterodoxo, dígase Blanco White".

La heterodoxia, fuerza de cambio

Otro heterodoxo reconocido, el mencionado Alfonso Guerra, declara que gente como Goytisolo "han abierto los caminos que han transitado con naturalidad los demás y ya pasa a ser algo no heterodoxo". Escoltado y enchaquetado, aguarda en la acera del Colegio San Ildefonso.

A Goytisolo, ser diferente y combativo le costó el exilio. En su discurso ha defendido a los "incurables aprendices de escribidor", frente a los que ceden en pos de la promoción y la visibiliad, "el señuelo de la fama es absurdo", afirmó. "Si me exigían un disfraz, me ponía la chilaba", amenazaba en tono jocoso antes de entrar a la ceremonia un hombre que perdió la tierra por mantener la verdad.

Y así lo apunta el director de teatro José Luís Gómez: "La tierra de este Juan sin tierra es el mundo, sin duda, su patria son determinados afectos, su patria es un buen ser extraordinario que lleva consigo".

Los defensores del rey, y los del alcalde

Tanto los asistentes como la prensa han coincidido en el incremento de las medidas de seguridad este año. De puertas afuera, los soldados de la Brigada Paracaidista (Bripac), escenificaban el saludo a la llegada de los reyes. De puertas adentro, los miembros de la seguridad de Casa Real han mantenido un férreo control de las zonas accesibles a los informadores.

Y en la sala, flanqueando a Goytisolo, dos testigos de más entregas: José Manuel Blanco y Antonio Martín son los maceros ceremoniales que han asistido un año más al evento. "Somos policías locales y llevamos 7 o 8 años haciéndolo", explica Blanco, jefe de maceros, "por ser el más antiguo". Y añade: "Es una figura que se remonta a finales del siglo XVI y eran los guardianes del alcalde".

Sin heterodoxia, visten un atuendo realmente llamativo: "Lo más importante es la maza. Las mazas del siglo XVI o XVII, son de plata y pesan unos 8 kilos". Un desempeño con sus propias anécdotas: "Una vez se me cayó la maza. Toda la vida tuve mucha ilusión por conocer al rey Juan Carlos y me puse muy nervioso. Al levantarla cuando entra su majestad, le di con el borde del banco y se me cayó haciendo un ruido ensordecedor", cuenta José.

Un año más el Premio Cervantes consagra un nombre para las letras castellanas. La pompa medida del acto probablemente sea insignificante respecto a la relevancia del reconocimiento. En 2016, hará cuatro siglos que Cervantes entró en su tumba. Este año se han encontrado sus huesos en un convento y Goytisolo, el exiliado que huyó "del canon católico", entre otras cosas, ha agradecido el galardón y ha expresado en su discurso su deseo de que se respete la memoria del maestro.