Enlaces accesibilidad

Elección directa de alcalde: qué se propone en España y cómo se hace en otros países

  • El Gobierno quiere impulsar y aprobar esta reforma antes de las municipales
  • PSOE, UPyD y CiU han incluido esta propuesta alguna vez en sus programas
  • El PP apuesta por primar al ganador; PSOE y UPyD prefieren segunda vuelta
  • Hay eleccion directa de alcaldes en Francia, Italia, Reino Unido y Alemania

Por
Las listas con al menos el 40% de los votos y cinco puntos de ventaja obtendrían la alcaldía con la elección directa

La Constitución española marca que la elección de los alcaldes la harán los concejales o los vecinos (artículo 140). Pero es la ley electoral de 1985 la que determina que el alcalde será el candidato más votado en el pleno municipal; es decir, en la práctica al alcalde de un municipio lo eligen los concejales a los que previamente han votado los ciudadanos en listas cerradas.

Es este el principal aspecto que el PP quiere modificar en el inicio del próximo curso político, a pocos meses de las elecciones municipales previstas para la primavera de 2015: buscar una elección directa del alcalde, al margen de los pactos postelectorales entre candidaturas.

Sin embargo, no hay una única fórmula para hacer esto posible entre los partidos que han propuesto este tipo de elección en España en algún momento y las puestas en práctica en otros países.

PP: alcalde con el 40% de los votos y bonus de mayoría

La intención del Gobierno del PP es comenzar las negociaciones en el Congreso con el resto de grupos a partir de septiembre, y el presidente del Ejecutivo y de los ‘populares’, Mariano Rajoy, espera que la reforma esté lista para las municipales de mayo.

La fórmula definitiva, según dicen, se quiere elaborar de acuerdo con los grupos parlamentarios en el Congreso. Aquella de la que parten los ‘populares’, según lo publicado en varios medios, se dirige hacia un mecanismo de elección que garantice la Alcaldía al candidato que obtenga un porcentaje elevado de los votos, del 40% y una ventaja clara y apreciable con respecto a la segunda fuerza más votada, en principio superior a cinco puntos -el PP hizo una propuesta en 2010 en que condicionaba la elección directa a ese apoyo mínimo y una ventaja de siete puntos-.

El PP no establece por defecto la segunda vuelta, sino que solo sería partidario de recurrir a ella si el partido más votado no alcanza el 40% de los votos, aunque tampoco se cierra a discutir implantarla.

A este partido ganador se le daría automáticamente la mitad más uno de los concejales, es decir, la mayoría absoluta. De este modo, se impediría que un acuerdo de otros partidos acabe desplazando a la lista más votada. El resto de concejales se repartirían entre los demás partidos siguiendo la fórmula proporcional de la ley D’Hondt.

Hay que recordar que, actualmente, se exige a un partido o agrupación sumar al menos el 5% de los votos para poder tener representación en los ayuntamientos, y nada se ha dicho de alterar ese umbral.

El PSOE quiso elección directa en dos vueltas hace una década

El PSOE que dirige Pedro Sánchez se opone frontalmente a la reforma electoral que sugiere el PP, por sacarla a colación a pocos meses de unas elecciones y sin poner como condición imprescindible el consenso con otros partidos.

Pero lo cierto es que la idea de la elección directa de alcaldes no es nueva entre los socialistas, que la propusieron en el Congreso en 1998 y la incluyeron en sus programas electorales para las municipales de 2003 y las generales de 2004.

Los socialistas plantearon en tiempos de Zapatero la elección directa de los alcaldes en votación diferente pero simultánea a la de los concejales, “en un sistema de doble vuelta que refuerce la gobernabilidad de los ayuntamientos”.

A la segunda vuelta de estas elecciones irían "exclusivamente" los cabezas de lista de las formaciones que hubieran obtenido más del 15% de los votos en la primera vuelta.

Entendía el PSOE que "esta fórmula permitiría las alianzas entre candidaturas y significaría que dichos pactos y la conformación de mayorías, que ahora se establecen intramuros del Ayuntamiento, se sometan al veredicto popular".

En 2004, también abogaban por desbloquear las listas electorales y reconocer al elector la facultad de expresar una o varias preferencias entre los candidatos de la lista elegida.

UPyD: alcalde en elección directa pero con mandato limitado

La formación que lidera Rosa Díez ya llevó en su programa electoral de 2011 la elección directa del alcalde, pero "en dos vueltas, algo muy distinto a lo que propone el PP", según ha recordado uno de sus ediles en Alicante, Fernando Llopis.

La propuesta de UPyD pasa por la elección directa del alcalde por los ciudadanos en dos vueltas en caso de que ninguno haya obtenido la mayoría absoluta -es decir, más del 50% de los votos- en la primera votación. En la segunda vuelta se elegiría entre los dos candidatos más votados.

Según UPyD, habría que aprovechar la ocasión de una reforma electoral para poner en marcha las listas electorales desbloqueadas con voto preferencial, de modo que el votante puede alterar en su papeleta el orden de los candidatos propuestos por los partidos políticos o las agrupaciones electorales.

Aún más, proponen que se limite el mandato de los alcaldes a dos legislaturas, redistribuir las competencias municipales entre el alcalde y el Pleno de la Corporación, de modo que la función ejecutiva corresponda al alcalde y las funciones normativas, presupuestarias y de control, al Pleno municipal.

CiU, a la alemana: un votante, dos votos

CiU también está entre los partidos que apoya la elección directa de alcaldes y de hecho, el portavoz de los nacionalistas catalanes en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, ha saludado el debate abierto por Rajoy.

Su partido ya lo contemplaba en su programa de las generales de 2011, en el que abogaba por una transformación de los hábitos electorales españoles: un sistema electoral mixto -inspirado en el alemán-, en el que cada elector emite dos votos: uno para elegir la lista única propuesta por cada partido; y otro para elegir a un candidato individual en cada distrito -esta propuesta dividiría los municipios en distritos electorales-.

Sobre el papel, este segundo voto tiene como gran ventaja que propicia una relación mucho más personal y estrecha entre el candidato que se presenta en el distrito ante sus votantes, lo que le independiza, al menos en teoría, de la disciplina de partido para pasar a rendir cuentas principalmente a sus vecinos.

En su propuesta, CiU apostaba además por incluir listas abiertas en municipios hasta un determinado número de habitantes y, de paso, crear una circunscripción única catalana para las elecciones europeas.

La elección directa en otros países de Europa

Este modo de elegir alcaldes en segunda vuelta se practica con múltiples variantes en varios países de nuestro entorno. Las reglas, en ocasiones complejas, difieren incluso dentro de cada Estado y, en todo caso, intentan responder a las atribuciones y competencias que la ley da a la figura del regidor municipal y a responder al sistema electoral general del país.

La elección de alcaldes en Alemania, Francia e Italia exige la celebración de una segunda vuelta si ningún candidato logra mayoría absoluta, pero en general la lista más votada al primer intento no recibe una prima extra de concejales, como sugiere el PP con su propuesta de reforma electoral.

En Francia, nación nítidamente presidencialista, las elecciones municipales combinan sistema mayoritario y proporcional y dependen también del tamaño de los municipios. Las listas que logran más del 50% de los votos (con la participación de más del 25% de los inscritos) se llevan la mitad de los concejales, y el resto se reparte de forma proporcional entre esa misma lista y las siguientes que hayan logrado más del 5%.

Si no hay mayoría absoluta a la primera, se celebra una segunda vuelta en la que entran los partidos que obtuvieran más del 10% de los votos en la votación anterior y pueden fusionarse las que tuvieron más del 5%.

En Grecia se usa este mismo sistema de bonus al ganador para favorecer las mayorías absolutas y evitar la fragmentación, tanto en las elecciones municipales como en las legislativas.

En Italia, en municipios de más de 15.000 habitantes, los votantes eligen dos listas, una al Pleno y otra para elegir alcalde. Aquí también operan las primas. El partido que apoya al alcalde elegido obtiene un bonus del 60% de los concejales para asegurarse así la gobernabilidad del municipio. Si ningún candidato llega a la mayoría absoluta, los dos más votados van a una segunda vuelta quince días más tarde de la que sale el ganador. El alcalde tiene un límite de dos mandatos.

En Alemania no existe una ley única que regule el proceso electoral, ni tampoco hay una ley que impida las alianzas para gobernar en los Ayuntamientos. En 12 estados federados, el regidor es elegido por mayoría absoluta y, si ningún candidato obtiene ese resultado en la primera vuelta, los dos más votados tienen que ir al balotaje (la segunda vuelta), donde les bastará la mayoría simple. En otros cuatro Estados, los alcaldes son elegidos por los Parlamentos locales. Los mandatos están limitados, en períodos que oscilan de los cinco a los diez años.

En el Reino Unido, en las elecciones locales, los electores deciden entre uno y tres nombres, según el tamaño de las circunscripciones. Para elegir al alcalde, se puede votar hasta dos candidatos (aunque no es obligatorio). Si uno obtiene más del 50% de los votos, resulta elegido automáticamente. En caso contrario, se tiene en cuenta la segunda preferencia, de forma que gana quien obtenga más votos en total al combinar los sufragios de primera y segunda preferencia.

Los sistemas que funcionan con un voto preferencial, en el que los ciudadanos tienen la posibilidad de ordenar a los candidatos de más preferidos a menos, equivalen así a una segunda vuelta instantánea. Algunos länder de Alemania o en Noruega se dan tantos votos al elector como cargos ha de elegir y hasta es posible el voto acumulable.

En ese sentido, es único -y de complejo recuento- el sistema de voto único transferible de Irlanda (e Irlanda del Norte): el voto de un elector se le asigna inicialmente a su candidato favorito, y si el candidato hubiera sido ya elegido o no supera la cuota de votos, todos los votos sobrantes se transfieren según las preferencias seleccionadas por el elector.