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Gervasio Sánchez: "Mi ilusión es que el trabajo del periodista sirva para acabar con una guerra"

  • Recibe el premio Bartolomé Ros en Photoespaña 2014
  • RTVE.es entrevista al fotoperiodista galardonado
  • Critica la precariedad laboral de una profesión necesaria

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Refugiados albano kosovares en Morina, Albania, 1999
Refugiados albano kosovares en Morina, Albania, 1999, de Gervasio Sánchez

“Lo común a todas las guerras es que la mayor parte de los combatientes desconoce por qué están luchando, por qué están muriendo… he hecho historias en Liberia con niños de la guerra, con niños armados que acaban de ejecutar a alguien, y que posiblemente tres días antes habían violado en la aldea a no sé cuántos, y no tienen ni la más remota idea de por qué luchan”.

Así describe una parte de su universo el periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, reciente ganador del premio Bartolomé Ros de Photoespaña 2014.

Volvería donde mi trabajo sirviera para mejorar la vida de la gente… La ilusión de mi vida es que el trabajo de un periodista sirva para acabar con un conflicto armado”.

Explicar la guerra es una tarea complicada, pues la guerra no es solo el reino del sufrimiento y de la muerte. También lo es de la irracionalidad. La trayectoria profesional de Gervasio Sánchez, motivo del galardón, es un itinerario de décadas intentando dar voz a historias humanas enmudecidas por el sonido abrumador y absurdo de la destrucción bélica.

Honestidad innegociable y motivos razonables

“El periodista que va a una zona de conflicto tiene que sentir el dolor de las víctimas si quiere transmitir con decencia… Es tan peligroso que, ir a una guerra sin razones de peso, es una estupidez. Esas razones no son ganar premios, sino documentar lo que está ocurriendo”, sentencia el entrevistado.

La guerra encapricha a gobernantes irracionales y encarcela las vidas pequeñas de la gente normal. A veces, el trabajo de profesionales como Gervasio Sánchez multiplica la visibilidad de esas vidas insignificantes, y las convierte en una marea imparable de opinión pública que derriba los gobiernos que provocan esas guerras. Cuando esto ocurre es demoledor, pero no es tan sencillo.

“El conflicto que mejor se ha cubierto en los últimos 25 años por parte de la prensa española y probablemente la internacional, ha sido la guerra de Bosnia. Ha sido un trabajo muy serio de documentar día a día la catástrofe de Bosnia…Ha producido grandes figuras y premios profesionales, y a pesar de ello, los periodistas fuimos incapaces de convencer a los políticos y ciudadanos europeos de que había que poner fin a aquella carnicería”.

El sufrimiento es universal

Para Sánchez la experiencia del dolor es común a lo ancho y largo del mundo, independientemente del continente en el que se produzca. “He visto llorar a madres afganas o irakíes, he visto a mujeres africanas en hambrunas acunar a sus hijos moribundos, o que han muerto en sus brazos, y no creo que haya diferencia en el horror”.

Hace hincapié en la capacidad del periodista de llegar a los lugares, de manejar las situaciones comprometidas, de alcanzar lo escondido. En este sentido, las posibilidades de empatizar van por continentes. “Compartir el idioma te permite conocer la idiosincrasia, conocer la forma de hablar, de gesticular, todo esto es muy importante. Es básico, por eso empecé a trabajar en América Central, que fue donde empecé a crecer periodísticamente.”

Es difícil ganarse la vida con el periodismo

Para el público destinatario, es frecuente que un halo épico perfile la figura del corresponsal de guerra. Sin embargo la realidad de este oficio es la de una amenaza constante de precariedad laboral. El modelo de negocio que rige la empresa informativa ha producido pingües beneficios según las épocas, pero raramente –salvo las figuras consagradas contratadas en plantilla-, ha procurado estabilidad a los que se embarcan en proyectos de calado profundo.

Ningún medio tiene la paciencia para esperar los resultados de un trabajo a medio plazo”, se queja Gervasio de una situación enquistada desde el principio de su carrera profesional.

Esta inseguridad ha quedado patente en las dramáticas situaciones vividas recientemente por periodistas españoles secuestrados en Siria, Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García Vilanova. La condición de freelance de Vilanova desembocó en una situación de desprotección al interrumpirse la actividad laboral debido al secuestro. Afortunadamente, pudo ser aliviada gracias a la colaboración de compañeros y voluntarios, coordinada en este caso por Gervasio.

Durante una cobertura, una parte de las informaciones que se envían ayudan al freelance a afrontar los gastos y la manutención. Sobre todo la actualidad inmediata, las conexiones urgentes recién aterrizado en la zona. Los medios las requieren y compran, y son necesarias para pagar las facturas y seguir trabajando. Luego, si se quiere ir más allá, se prolongan los días y las jornadas.

Es una maquinaria infernal con la que es muy difícil trabajar. Te malpagan, te maltratan, pero yo me defiendo porque les da prestigio publicar tus historias hechas en Bagdad cuando no hay ni dios, o en Kabul cuando no hay ni dios, o en Balcanes cuando no hay ni dios...”, reconoce el periodista premiado.

Equilibrar la "mochila de dolor"

Podría decirse que Gervasio Sánchez es un 'periodista de guerra'. Pero la vocación de su discurso y sus imágenes es trascender del desastre. Abarcan el drama del estallido del conflicto y también la esperanza del momento de la paz. Por eso, este fotoperiodista no cierra una cobertura sin considerar la vuelta al lugar de los hechos y cerrar un círculo en la medida de lo posible.

Comprobar los efectos de la vida equilibra el impacto personal que causa haber presenciado la muerte. “He vuelto a los sitios donde he visto morir a gente,  una vez que ha finalizado formalmente el conflicto, para ver cómo aquellos que he visto llorar y sufrir escondidos están en la calle y te sonríen. Ves como la economía se va recomponiendo y se reconstruye el país", dice.

Volver a los sitios en los que estuve y saber qué es de aquellos a los que fotografié es una estrategia para mantener la cabeza en su sitio. Prolongar las historias es una manera de no caer en la locura y equilibrar el peso de una ‘mochila de dolor’ que acumulas día tras día, mes tras mes, década tras década”.

Vidas Minadas es un proyecto que ilustra bien esta filosofía. “Incluí a Bosnia, porque yo trabajé en Sarajevo durante mucho tiempo. También metí a Centroamérica, El Salvador y Nicaragua, incluí Irak y países africanos… Es volver de nuevo a estos sitios para limpiarte por dentro”.

“Otra manera de limpiarme es aprovechar la oportunidad que me dan los actos o entregas de premios para decir lo que pienso en la cara”. Sánchez recuerda como en una ocasión expresó su malestar hacia algunas formaciones políticas españolas por su connivencia con Milosevic, y el enfrentamiento que esto le acarreó.

El momento crucial de su carrera

Ese momento fue a mediados de los 90, cuando aún estaba la activa la guerra en Sarajevo. Gervasio estaba presentando su trabajo en Centro de Cultura de El Escorial, “en color mostraba los combates, la parte más hiriente, y en blanco y negro la parte más escondida de la guerra: cómo los civiles sobrevivían y se enfrentaban a la violencia en un cerco salvaje, la biblioteca de Sarajevo, los niños jugando en la calle de una forma determinada, una mujer colgando la ropa con todo destrozado…”.

Aquella exposición fue muy visitada por personas mayores a las que las imágenes del cerco de Sarajevo evocaron fuertemente el cerco de Madrid durante la Guerra Civil, rememora el fotógrafo. “La gente salía llorando y yo estaba súper emociando. Escuchaba los comentarios y me di cuenta de que había conseguido lo que yo quería,  mostrar la guerra de otra manera”.

Premios Photoespaña 2014

La paz y la guerra se dan cita en el cielo de la fotografía española de la mano de los premios Photoespaña 2014. En la mano de Gervasio Sánchez el Bartolomé Ros, en reconocimiento a su trabajo en zonas bélicas. Y al fotógrafo Ramón Masats le ha correspondido el premio Photoespaña a una vida plasmando la realidad cotidiana del país.

El ojo de Ramón Masats ha convertido en magia la rutina del día a día. Sus fotografías preservan instantes extraidos de algo que nos define tanto como la normalidad, convertida en pequeña joya.

Con el galardón -uno más- aún caliente en su currículum, Gervasio Sánchez no aparta la vista del horizonte y habla con determinación de sus proyectos inmediatos. "Estoy preparando una exposición sobre mi trabajo en Afganistán que se va a llamar Mujeres, para octubre".

Y recuerda las conversaciones que tuvo con Don Juan Carlos de Borbón en varias ocasiones, “El rey es un gran aficionado a la fotografía… y ahora va a tener más tiempo para dedicarlo a hacer fotos”.