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ENTREVISTA A JEREMY SCAHILL, AUTOR DEL LIBRO 'GUERRAS SUCIAS'

"Estamos criando más terroristas de los que estamos matando"

  • El periodista ha investigado las operaciones secretas de Washington
  • Según Scahill, EE.UU. está regresando a la política de los 70 en América Latina

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Jeremy Scahill: "Las guerras encubiertas de EE.UU. comenzaron mucho antes del 11-S"

El 1 de mayo de 2011 el presidente Barack Obama anunciaba que tropas estadounidenses habían dado muerte a Bin Laden en Abottabad, Pakistán. Fue entonces cuando la ciudadanía estadounidense y la del resto del mundo supo de la existencia del Mando Conjunto de Operaciones Especiales, JSOC por sus siglas en inglés, encargado de coordinar la operación que acabaría con la vida del terrorista más buscado del mundo.

En realidad, el JSOC y las unidades de combate que la integran llevaban años siendo una parte esencial de la ‘guerra contra el terrorismo’ iniciada por Estados Unidos a raíz del 11-S. Esa ‘otra guerra’ oculta, es la que el periodista de investigación estadounidense Jeremy Scahill documenta en su libro y su película Guerras sucias que ahora llegan a España.

Explica que eligió el título porque cree que “Estados Unidos está regresando a la política que aplicó en los 70 y los 80 en América Latina” caracterizada, por su “mano oculta en las llamadas ‘guerras sucias’. No hubo grandes despliegues de tropas, sino operaciones encubiertas de la CIA y las fuerzas especiales (…) Ahora estamos volviendo a hacer estas cosas e intentando ocultar el papel de Estados Unidos. Son guerras realmente sucias, no declaradas, en las que estamos trabajando con ‘batallones de la muerte’ y apoyando a personajes claramente oscuros y a gobiernos que violan los derechos humanos. ”

Una 'guerra sucia' global

Tanto el JSOC como la CIA han venido desarrollando misiones encubiertas tales como asesinatos selectivos, ejecuciones extrajudiciales, redadas nocturnas o ataques con misiles y aviones no tripulados contra presuntos objetivos terroristas. No sólo en Afganistán o Irak. Esta ‘guerra sucia’ es global. De hecho, el subtítulo del libro es El mundo es un campo de batalla.

“No es una frase mía –cuenta Scahill-. Es una idea de Donald Rumsfeld (secretario de defensa con George W. Bush) quien poco después del 11-S sostuvo que Estados Unidos tenía el derecho de luchar contra cualquier amenaza contra su seguridad en cualquier país del mundo, y que ese país podía ser cualquiera. De ahí que el mundo entero sea el campo de batalla. La idea es que Estados Unidos puede operar en cualquier país bajo la bandera de la lucha antiterrorista.”

Es durante la presidencia de George W.Bush, cuando comienza a expandirse el volumen de las operaciones especiales o encubiertas, en desuso en décadas anteriores tras el escándalo Irán-Contra o la operación fallida en Somalia en 1993 en la que murieron 19 soldados estadounidenses. Esta guerra paralela y secreta puede desarrollarse y crecer gracias a una ley aprobada tras el 11-S.

“Apenas una semana después de los atentados se aprobó la llamada Autorización del Uso de la Fuerza Militar (AUMF, por sus siglas en inglés) por la cual el Congreso autorizaba al presidente a luchar contra las redes terroristas que perpetraron el 11-S. Era una guerra sin fronteras en la que se garantizaron grandes poderes al Ejército y a la CIA. (…) Fue, básicamente, un cheque en blanco para hacer lo que quisieran en todo el mundo.”

La política de Obama

Al llegar a la Casa Blanca, Barack Obama no sólo no puso fin a estas prácticas sino que, según Scahill, “abrazó la teoría de la guerra preventiva de Bush: ataquemos antes de que nos ataquen.” Según el periodista, esto ocurrió por su inexperiencia militar y en política exterior cuando se convirtió en presidente.

"Cuando llega al poder se reúne con la gente más poderosa del Ejército y de la CIA, y le dicen que EE.UU. afronta cientos, si no miles, de amenzas en todo el mundo y que si interrumpe las programas puestos en marcha por Bush, el país corre un serio peligro de ser atacado –relata el periodista-. Así que sus asesores políticos, viendo el peligro que ellos supondría para su reelección, le aconsejan abrazar esa idea.”

Así, al tiempo que retiraba las tropas de Irak y fijaba un calendario de salida de Afganistán, Obama ha incrementado las operaciones encubiertas y, cuenta Scahill, sigue utilizando los poderes que otorga la AUMF “para perseguir a gente que iba en pañales cuando ocurrió el 11-S. (…) Con Obama, el JSOC, que debería ser una unidad para operaciones muy contadas y a pequeña escala, se ha convertido en la fuerza de élite de su guerra global.”

Gardez, el inicio de la búsqueda

Jeremy Scahill comenzó a investigar esta guerra oculta a raíz de un ataque que tuvo lugar en Gardez, en la provincia de Paktia en Afganistán, en 2010. Las fuerzas especiales asaltaron lo que, según de inteligencia, era un complejo de los talibanes. En realidad, “era la casa de un agente de la policía afgana que había sido entrenado por EE.UU. y que combatía a los talibanes.” Murieron dos hombres y tres mujeres de las cuales dos estaban embarazadas.

“Tras constatar su error, los soldados, en lugar de informar a su superior de que había un error de inteligencia, lo encubrieron. Sacaron las balas de los cuerpos de las mujeres, delante de sus maridos, y luego hicieron un informe en el que contaron que había sido un crimen de honor, que habían sido asesinadas por sus familiares y que éstos estaban relacionados con los talibanes.”

Finalmente, después de que varios periodistas investigaran este episodio y publicaran la versión de la familia, comenzó a filtrarse información sobre el caso y finalmente el ejército estadounidense aceptó su culpa. Lo hizo, según relata Scahill, recurriendo a una tradición afgana. El periodista cuenta que “alrededor de un mes después del asalto, llegó un convoy del ejército afgano a la casa que había sido atacada. Con ellos iba un uniformado del ejército estadounidense. Llevaban dos cabras que entregaron a la familia para su sacrificio, un ritual afgano para pedir perdón.”

El episodio fue presenciado por un periodista británico y por su compañero fotógrafo que tomó una instantánea del militar americano. Era el almirante William McRaven, líder del JSOC. Entonces era un completo desconocido. Según explica Scahill “se le encomendó de dirigir la ‘caza al hombre’ de quienes la Casa Blanca ponía en la lista de objetivos a matar. Es quien lidera el programa global de asesinatos de Estados Unidos”. Hoy es célebre por haber dirigido la operación para matar a Osama Bin Laden, un mérito que le valió un ascenso. Actualmente está al mando de todas las operaciones especiales de Estados Unidos.

‘Matar’ al mensajero

Es tras este episodio cuando comienza el viaje de Schaill por varios países del mundo para investigar las ‘guerras sucias’. Un periplo que le llevó hasta Yemen. El primer ataque que ordenó Obama en este pais ocurrió en 2009 en una aldea beduina llamada Al Majalah. “Fue un ataque con misiles lanzados desde el mar. Pero EE.UU. no reclamó el ataque, se lo atribuyó el ejército yemení. Dijeron que habían destruido un campamento de entrenamiento de Al Qaeda.” En realidad, cuenta Scahill, no lo era. En el ataque murieron 46 personas, entre ellas 14 mujeres y 21 niños.

“La historia hubiera quedadó ahí- dice Scahill- si no hubiera sido por un periodista Abdulala Haider Sayeh, que fue a cubrir la noticia. Sacó fotos de los restos de misiles que tenían incluso la inscripción de ‘hecho en Estados Unidos’, y las publicó en varios medios internacionales para los que trabajaba.”

Poco después de publicar esta información, cuenta el periodista “los servicios secretos yemeníes apresaron a Abdulala y le llevaron a una cárcel para presos políticos, le dieron una paliza y le amenazaron con meterle en prisión si seguía hablando de lo ocurrido. Cuando le soltaron, se fue a la oficinia de Al Jazeera en Sanáa y contó lo que le había ocurrido.”

Un mes después fue secuestrado. “Estuvo desaparecido durante un mes. Después, lo llevaron a un tribunal establecido para juzgar a los periodistas. Le acusaban de colaborar con Al Qaeda, porque hizo varias entrevistas a sus líderes en su labor de reportero.” Tras un juicio sin garantías, fue condenado a 5 años de cárcel. Pero su caso desató fuertes protestas y el entonces presidente de Yemen, el dictador Alí Abdulá Saleh, decidió indultarle y la noticia se filtró en los medios yemeníes. “Ese mismo día, el dictador de Yemen recibe una llamada de la Casa Blanca. No de un ayudante de alguien, del propio presidente Obama, que muestra su preocupación por la liberación de este periodista. Tras la llamada, se paraliza el indulto y Abdulelah ha estado en la cárcel más de tres años.”

Scahill sostiene que el papel de los periodistas es clave es esta ‘guerra sucia’ que, por la propia definición de las operaciones encubiertas, se libra en las sombras. Especialmente, defiende, para desmentir “el mito de que ésta es una guerra limpia, quirúrgica y precisa” y para explicar la situación en la que se encuentran los civiles “justo en medio entre los objetivos terroristas y las fuerzas especiales. (…) En EE.UU. tendemos a deshumanizar. Pensamos: que más da lo que les pase a los yemeníes, a los pakistaníes, a los afganos, ellos son los terroristas. Por eso he querido mostrar en mi documental a los civiles de esos países. Y que se vieran sus caras.”

Una estrategia fallida y errónea

Por otra parte Scahill plantea que su país “debe reflexionar y pensar si su política de seguridad nacional está poniendo en riesgo su seguridad nacional. Estamos criando más terroristas de los que matamos al atacar a civiles inocentes. Creo que la final acabaremos pagando los errores de nuestra política exterior. Y más allá de eso… ¿quién le ha otorgado a Estados Unidos el derecho de cometer asesinatos en otros países siempre que quiere? ¿Qué otro país del mundo tiene ese derecho y presume de ello en la ONU? Nosotros somos la excepción.”

Scahill sostiene que su país debe cambiar el enfoque de su política antiterrorista. “Creo que debemos dejar de ver el terrorismo como algo con lo que estamos en guerra. El terrorismo es un crimen y quienes lo cometen son criminales. Lo que debemos hacer es perseguirlos y juzgarlos.”