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Robots que superan retos y catástrofes, aunque sea en mundos virtuales

  • Los robots se enfrentan al escenario de una catástrofe
  • Un equipo los guía para conducir, caminar y manipular objetos
  • Lo curioso es que todo se realiza en el entorno de un simulador muy realista

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El androide ATLAS en la prueba del simulador.
El androide ATLAS en la prueba del simulador.

La agencia estadounidense DARPA (el área de investigación del departamento de Defensa norteamericano) organiza desde hace años competiciones robóticas y de inteligencia artificial con el objetivo de animar a empresas privadas y centros de enseñanza a desarrollar nuevos inventos, algoritmos y sistemas útiles en estos campos. Entre otros son populares las competiciones de los coches sin conductor y otros vehículos como los drones que vuelan de forma autónoma y los androides y robots especializados en diversas tareas.

En la competición Virtual Robotics Challenge el reto es un tanto particular: los equipos participantes compiten por superar una prueba con un androide que manejan de forma remota. Esa prueba requiere que el androide se suba a un vehículo todoterreno y lo conduzca, que sea capaz de caminar sobre un terreno lleno de barro y que finalmente entre a un edificio para conectar unos tubos, como en una situación de catástrofe real. Lo más curioso es... que nada de todo eso existe.

El androide de la prueba, llamado ATLAStan solo es un muñeco en la memoria de un ordenador; el escenario de la prueba es tan virtual como imaginario y las carreteras, barro y edificios en los que hay que entrar son parte de un mundo virtual construido en un simulador. Eso sí: todos los participantes emplean el mismo escenario y el mismo software. De modo que, aunque sea virtual, al menos es el mismo mundo para todos.

La habilidad de los participantes está en cómo resolver no solo los retos -programando al robot para que con los controles básicos pueda conducir, caminar y manipular objetos pequeños- sino también en el control del entorno: a la prueba se añaden retardos en las comunicaciones y fallos, que simulan las condiciones que habría en una catástrofe real. Todo se completa con un 'motor de física realista' que simula la gravedad y la forma dinámica de interactuar de los objetos del mundo virtual.

En cierto modo, la competición es una prueba también para el simulador en sí. Y los participantes, sin saberlo están sirviendo de conejillos de indias para probarlo sin que sea muy importante el resto de los resultados. En realidad están programando un robot que está siendo manipulado por otro programa. Su software correo dentro de una máquina virtual de otro software... una situación un tanto 'mareante' para los inexpertos.

Los equipos participantes pasaron semanas desarrollando y probando su software, e incluso varios de ellos se aliaron y compartieron conocimientos para mejorar sus diseños. El premio para los participantes ha sido recibir financiación para la construcción de un androide ATLAS de verdad, con sus 150 kg de peso, algo que podrán hacer en los próximos meses. Mientras tanto, pueden seguir practicando en el simulador que quizá no sea tan real pero al menos sí más ligero.