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"La solución en Mali no se encuentra en la intervención militar, sino en el campo social"

  • RTVE.ES entrevista a Mbuyi Kabunda, profesor de la Universidad de Mali
  • Se cumple un mes desde el inicio de la intervención francesa
  • "El oro y el uranio forman parte de los intereses estratégicos"

Por
Mbuyi Kabunda
Mbuyi Kabunda, experto en África Subsahariana.

Mbuyi Kabunda sabe bien de la naturaleza de las guerras, de los intereses económicos que las mueven y de las dramáticas consecuencias que sufre una población civil empobrecida y condenada a la emigración como medio de supervivencia. Nacido en la República Democrática del Congo (RDC), es una de las voces africanas más relevantes y respetadas en la esfera académica.

Profesor en el Instituto Internacional  de Derechos Humanos de Estrasburgo, director del Observatorio de la Realidad de África Subsahariana de la Fundación Carlos de Amberes y de diversos máster en la Universidad de Madrid, también ofrece clase a los alumnos de la Universidad de Mali, país que conoce con detalle, y que ahora está inmerso en un conflicto que ya ha provocado más de 32.000 desplazados desde el inicio de la intervención francesa.

-Se cumple un mes de la intervención francesa en Mali, ¿qué opinión le merece esta operación? ¿Era realmente la única solución para detener la amenaza yihadista?

Fue la solución militar que se dio a la salida del conflicto con la "Operación Cerval". Creo que, en primer lugar, se deben agotar todas las vías políticas y diplomáticas. Y esto lo digo por todas las reticencias que tenemos -sobre todo en África- de las intervenciones extranjeras de décadas anteriores, donde Francia, en el más puro estilo neocolonialista de la Franciáfrica, intervino para salvaguardar sus intereses políticos y económicos.

Pero en este caso en particular, sí podemos decir que había razones de seguridad que requerían de la intervención: los islamistas (que querían imponer ‘la sharía’) habían llegado a la ciudad estratégica de Kona -centro del país- y la toma de la capital hubiera supuesto un gran problema: la instauración de un Estado Teocrático. Esperar a la caída de Bamako hubiera sido demasiado tarde.

Por otra parte, la desestabilización de Mali, que tiene siete fronteras y ocupa una parte muy importante de África Occidental y del Sahel, se hubiera extendido a la de sus vecinos, principalmente Mauritania, Níger y Chad. Sin olvidarnos tampoco de Nigeria -al sureste- donde en el norte existe el movimiento integrista ‘Boko Haram’, financiado y armado por Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI). La conexión entre el Islam salafista (norte de Mali o Azawad) y este grupo radical hubiera puesto las bases para la desestabilización de todo el África Occidental, y en particular en el espacio sahelo-sahariano.

-El presidente francés, François Hollande, ha insistido en que “Francia no tiene ningún interés político y económico en Mali”. Sin embargo, este país es uno de los principales productores mundiales de oro y su vecino Níger, de uranio (región en la que los franceses tienen importantes negocios)… ¿Podrían estar ahí los verdaderos motivos de esta intervención?

Claro que hay intereses económicos detrás de la intervención, existe una relevante presencia de empresas francesas tanto en Mali como en Níger. Mali tiene como principal riqueza el oro y el algodón, y Níger, el uranio y el petróleo… y esto, ante el avance de los islamistas, representaba una amenaza real para los negocios de Francia. Podemos concluir, por tanto, que el oro y el uranio forman parte de sus intereses estratégicos.

El oro y el uranio son intereses estratégicos para Francia

-Además de Francia, en la región hay presencia de empresas de Canadá, España o China… ¿Esto explica el apoyo internacional a la misión y que países como China no la hayan criticado? ¿Qué se juega en África?

Se juega el acceso a los recursos naturales. No se puede perder de vista que, tanto a las potencias clásicas como a los países emergentes les interesa mucho las materias primas africanas. Todos tienen como principal enemigo el Islam radical, al que ven como un peligro hacia sus intereses. Digamos que han encontrado un denominador común, en el sentido de impedir a los islamistas el control de estas materias.

Tras la Guerra Fría se estableció en África una guerra económica mundial, implacable y generalizada donde todos quieren tener acceso a los recursos naturales para financiar su industrialización. Y China también está en esta lógica. Todos son conscientes de que hay que evitar la desestabilización de Nigeria, en el golfo de Guinea, que es la segunda economía africana y uno de los principales productores mundiales de petróleo.

"La maldición de las materias primas"

-¿Y qué beneficios –si es que los hubiere- recibe la población local de la explotación de estos recursos naturales?

Ninguno. Ese es el drama de África: un continente rico en recursos naturales habitado por pobres. Tanto las antiguas potencias como los países emergentes no tienen ninguna compasión por el continente africano. Todo lo que quieren es controlar sus recursos naturales. Estas materias primas: el petróleo, en el caso del Golfo de Guinea, o el coltán, en la República Democrática del Congo (RDC), se han convertido en la fuente de desgracias de los pueblos africanos. Es lo que se viene llamando 'la maldición de las materias primas'.

Los recursos naturales, fuente de desgracias de los pueblos africanos

Es más, el control de los recursos naturales ha llevado a golpes de estado, a la inestabilidad política, a la corrupción. Llama mucho la atención que son países ricos en materias primas pero caracterizados por el mal gobierno. En concreto casos como los de Nigeria, Guinea Ecuatorial o República Democrática del Congo (RDC). En lugar de riqueza lo que traen es la la guerra.

-Y detrás de ella, la pobreza y la miseria…

Claro, por eso pienso que el problema de Mali no puede resolverse con la intervención militar, sino que esa solución está verdaderamente en el campo social. En los últimos años, el Gobierno de Amadou Toumani Touré cayó en la corrupción, se desentendió completamente de los problemas de desarrollo, sobre todo en el norte de Mali, donde se han juntado la pobreza, la desertificación y la desertización. Esto es lo que constituye el caldo de cultivo del conflicto civil que estalló en el país, (además de las sublevaciones tuaregs en décadas anteriores, cuatro desde 1960 hasta la actualidad).

-Un conflicto al que también contribuyó el arsenal procedente de Libia…

Sí, fue una de las causas que lo favoreció: el apoderamiento del armamento de la guerra de Libia de 2011. Por un lado estaba el arsenal militar de Gadafi y, por otro, las armas suministradas en paracaídas por los países de la OTAN. También cabe destacar la guerra civil en torno a los islamistas que se libró en Argelia en la década de los 90. Entonces los salafistas fueron expulsados y se refugiaron en el norte de Mali, allí fueron movilizados por los fundamentalistas islamistas wahabita, de Arabia Saudí (aliado de Occidente) y por Qatar, que financió a las ONG islamistas. Eso creó los ingredientes para que pudieran armarse y, consecuencia, atacar al débil y desanimado ejército maliense.

Además -y no menos importante- otra de las causas de la situación actual es la aplicación de los programas de ajuste estructural del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, que destruyeron cualquier posibilidad de construcción de instituciones políticas y económicas sólidas en el Sahel, y en este caso en particular, en Mali.

Los programas de ajuste, caldo de cultivo del conflicto

-¿Cuáles fueron las consecuencias directas de estos programas de ajuste?

Eran programas tal y como los que se están poniendo en práctica ahora en los países europeos (Grecia, Portugal y España). Es decir, los recortes drásticos en los aspectos de desarrollo humano, como la educación, la sanidad o la formación… dejando a la juventud como única alternativa el exilio. Y Francia contribuyó también a este drama humano con la devaluación en un 50% del franco CFA (moneda de sus antiguas colonias africanas, gestionada desde el tesoro francés), a mediados de la década de los 90.

Ante la desesperación, muchos jóvenes estaban atentos a cualquier llamada de los señores de la guerra y eso fue una de las consecuencias: la adhesión a los movimientos rebeldes insurreccionales en muchos países africanos, y en concreto en el Sahel.

-¿En qué fase de la guerra nos encontramos? ¿El conflicto se enquistará como en Afganistán? Y, por otro lado, una vez derrotado el integrismo, ¿se irán las tropas francesas?

La intervención de Francia y de otras tropas africanas ha conseguido el debilitamiento de la rebelión islamista, pero me temo que ahora a lo que se van a dedicar es a la guerrilla, como en Afganistán, desde las montañas del desierto que son de difícil acceso, y donde se ha replegado con parte de su armamento.

Los islamistas se van a refugiar en el sur de Libia, el sur de Argelia, en Mauritania y en las propias montañas del desierto de Mali. Por tanto, a corto plazo no se va a resolver el conflicto, seguirá manifestándose de una manera latente. Por eso pienso que la retirada hay que verla a medio y largo plazo.

La retirada hay que verla a medio y largo plazo

Y por otra parte pienso que el futuro inmediato se va a jugar en el campo social, en mejorar las condiciones de vida y de desarrollo en el norte de Mali. Crear unas instituciones democráticas… Se debe establecer un diálogo intermaliense. La comunidad internacional, la UE y detrás de ella Francia y el propio estado maliense deben contribuir a la mejora de las condiciones de vida.

"Francia no permite la entrada de refugiados malienses"

-Centrándonos en la población de Mali, ¿cuál es su tejido social? ¿Cómo es la convivencia entre la población negra y los tuaregs?

Es el ‘quid’ de la cuestión del conflicto. Históricamente en Mali hubo relaciones tanto de cooperación como de conflicto entre los tuaregs, bereberes y árabes del norte y la población negro-africana del sur del país. La  configuración fue creada por la propia colonización con el establecimiento de fronteras artificiales. Eran dos modos de civilización totalmente diferentes, y eso creó desde el principio el caldo de cultivo del conflicto actual. Francia tenía que haber formado un estado con los tuaregs de Mauritania, Argelia, Mali y Níger. No lo hizo, seguramente porque ellos se opusieron a la colonización, y tenían que dividirlos.

Además, durante mucho tiempo, se llevó a cabo el comercio transahariano entre el norte y el sur de Mali: el de oro y el de esclavos. En Mali sigue existiendo una especie de esclavitud, nunca declarada. Los tuaregs, que se consideran como aristócratas, se niegan a mezclarse con los negroafricanos del sur tachados de esclavos o descendientes de ellos.

Se negaron a colaborar con los franceses durante la colonización, resistieron, no enviaron a los niños a las escuelas de los blancos… pero la población negra sí lo hizo… y en el momento del acceso a la independencia son estos negros formados en la escuela los que constituyeron el aparato político y administrativo del estado. Los que controlan el poder en Bamako son los descendientes de los esclavos, como queda subrayado.

-Los que sufren las peores consecuencias de la guerra son los civiles, ¿se hará cargo Occidente de la población desplazada y refugiada? ¿Cuáles son los principales retos?

Debe resolver estos movimientos migratorios que se han dado, tanto internos como externos. Lo creo porque de no ser así, puede constituir la cantera de reclutamiento de los movimientos radicales. Los islamistas se aprovecharon del debilitamiento del estado y de la no inversión en desarrollo para poner en práctica alternativas con actividades caritativas a la población.

Occidente debe resolver los movimientos migratorios que se están dando

Esta intervención también es muy contradictoria, por una parte Francia va a ayudar a Mali pero al mismo tiempo no deja llegar a los refugiados de este país a Europa. Es la paradoja.

En cuanto a los retos, hay que resolver el problema de la pobreza, llevar a cabo verdaderas reformas democráticas e institucionales que permitam, de una u otra forma, una descentralización o un estado federal que dé cierta autonomía a los tuaregs negoaciando con el MNLA, y poner fin de forma inmediata al drama de los desplazados y refugiados.

Insisto en que si no se resuelve la raíz del problema, desde el campo social, éste volverá a resurgir en cuatro o cinco años.