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La retrospectiva más importante sobre Matta de la última década, en Bilbao

  • Celebra el centenario del nacimiento del artista chileno de origen vasco
  • Fue definido por Duchamp como "el pintor más profundo de su generación"
  • Reúne en el Museo de Bellas Artes 32 grandes pinturas de distintas etapas

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'Faire croître" pintura de Matta fechada en 1993, puede verse en la retrospectiva de Bilbao
'Faire croître" pintura de Matta fechada en 1993, puede verse en la retrospectiva de Bilbao

Por su relevancia como miembro del grupo surrealista y por su enorme influencia en el desarrollo del expresionismo abstracto americano, Matta (Santiago de Chile, 1911–Tarquinia, Italia, 2002) es una de las figuras más significativas del arte del siglo XX. Fue un artista visionario y controvertido, precursor de las relaciones entre el arte y la ciencia y la naturaleza.

La exposición "Matta, 1911-2011", presentada este lunes en Bilbao, organizada por Acción Cultural Española, el Instituto Valenciano de Arte Moderno y el Museo de Bellas Artes de Bilbao (donde podrá verse hasta el 21 de agosto) es la retrospectiva sobre Matta más importante celebrada en España en los últimos diez años.

La muestra conmemora el centenario del nacimiento de Matta y pretende ofrecer una visión completa de su obra, recorriendo algunas de las etapas más significativas de su carrera. Reúne para ello 32 pinturas de gran formato –algunas miden más de diez metros–, fechadas entre 1939 y 1999, y seleccionadas por la historiadora Marga Paz.

Pintura figurativa y abstracción

La pintura de Matta mantuvo referentes figurativos a lo largo de toda su carrera.

A mediados de los años treinta, inicia un camino hacia la abstracción, situando formas biomórficas en una suerte de paisajes interiores.

En la década de los cuarenta, su lenguaje se hace más abstracto al tomar elementos de la naturaleza, la ciencia, las matemáticas y la geometría.

A partir de 1944, los acontecimientos dramáticos de la Segunda Guerra Mundial despiertan su conciencia, rompe con la abstracción y pinta humanoides en escenarios de pesadilla.

Esta doble tensión entre figuración y abstracción y entre el reflejo de estados interiores y el mundo exterior caracteriza toda la trayectoria de Matta, pero a mediados del pasado siglo sus preocupaciones se dirigen hacia el comportamiento humano y su violencia, en contraste con la abstracción y el informalismo por entonces dominantes.

En las obras de este periodo, cargadas de angustia, violencia y sexualidad, recoge, además, la influencia del arte primitivo y de las civilizaciones de la Antigüedad, la antropología y la mitología, en una amplia iconografía que va desde Nueva Guinea hasta la América pre-colombina. Esta fascinación por el arte primitivo se materializó también en una extraordinaria colección que Matta reunió a lo largo de los años.

Junto a ello, el aliento poético de las composiciones, el dominio obsesivo del espacio pictórico y el uso expansivo y dinámico del color conforman la personal, y poco convencional, concepción de la pintura de Matta. Figuras extrañas, humanoides o autómatas, animan un espacio complejo, surreal o imaginario, y componen un enigma que parece apelar a nuestro inconsciente y revelar las tensiones del hombre contemporáneo.

Vanguardista en Nueva York

Matta fue el primer artista latinoamericano con una sólida reputación e influencia determinante en la vanguardia artística internacional de los años cuarenta. Su primera exposición en Nueva York, en 1940, reunió obras con pintura fosforescente e iluminadas tenuemente, que sorprendieron a una crítica que escribiría “Matta trae algo nuevo a América… los artistas […] deberían observar atentamente a este generador de lo que está por llegar”.

Considerado el último gran surrealista, fue además durante los años de su exilio en Nueva York el enlace entre el surrealismo y los jóvenes artistas americanos de la Escuela de Nueva York, como Robert Motherwell o Jackson Pollock, entre otros. Su obra, extensa, compleja y prolija en temas, motivos, formas, colores y medios, configura un lenguaje artístico único y de difícil clasificación.

Matta nació en Santiago de Chile en una familia acomodada de origen vasco. Allí cursó estudios universitarios en la Escuela de Arquitectura, formación presente en su pintura a lo largo de toda su vida. Tras terminar su formación, viajó a Europa en 1933 y conoció a Le Corbusier, en cuyo estudio trabajó durante algunos años.

Entre 1935 y 1937 viajó por toda Europa. Residió una temporada en Madrid en el año 1935, y entró en contacto con el mundo cultural y artístico español, del que guardó siempre el recuerdo del enorme impacto que le causó la figura y obra de Federico García Lorca.

Ese mismo año se instaló en París, en donde se sintió atraído por los estudios de física y de psicoanálisis que, por entonces, estaban de plena actualidad. El conocimiento de las nuevas teorías del psicoanálisis freudiano y de la física moderna le sirvió para construir una iconografía propia, capaz de transmitir la nueva realidad del hombre contemporáneo, fruto de la acción conjunta de las fuerzas del inconsciente y las de la naturaleza.

En 1936, trabajó como obrero en el Pabellón de la República Española de la Exposición Internacional de París, donde se relacionó con Picasso –que estaba en ese momento pintando el Guernica–, Miró, Magritte y Calder. Por medio de Dalí, y gracias a una recomendación escrita por García Lorca, conoció a André Bretón, quien le invitó a formar parte del movimiento surrealista en 1937, a publicar en la revista Minotaure y a participar en la célebre Exposición Internacional del Surrealismo de 1938.

Durante ese periodo, conoció a prominentes artistas contemporáneos, y entre ellos a Marcel Duchamp, quien se convertiría en una influencia decisiva en su obra y con quien entablaría una amistad que se prolongaría a lo largo de los años.

Las ideas de Duchamp sobre el tiempo y el cambio fueron de una importancia crucial para el desarrollo del joven artista. Ya con anterioridad Matta se había interesado por las fotografías de modelos matemáticos de Man Ray, realizadas en 1936, y por los descubrimientos del Pabellón de las Ciencias de la Exposición Universal de 1937 que visitó en París.

Así surgió su fascinación por la geometría y por las teorías matemáticas y algebraicas de Henri Poincaré, que fueron la base de sus formas biomórficas y de los modelos circulares concéntricos. Con ellos Matta creó una nueva articulación de un espacio pictórico indefinido e irracional con el que experimentar de manera aleatoria con la indeterminación del universo onírico y

con la desorientación espacial del mundo exterior.

En 1938, inventó el concepto de “morfología psicológica”, dando lugar a una nueva espacialidad pictórica en donde se enfrentan energías exteriores e interiores.

Un año más tarde, con 27 años, se trasladó a Nueva York, donde sus obras pobladas de formas biomórficas, unidas a su deslumbrante personalidad y a las innovadoras ideas y técnicas de su estilo, le convirtieron en el centro de atención de los pintores de la New York School y en una figura decisiva para el desarrollo del expresionismo abstracto americano.

Exposiciones anteriores

Matta llevó una existencia nómada y cosmopolita. En 1948, después de romper con los surrealistas, regresó a Europa y se instaló en Roma. A partir de entonces y hasta su muerte, viajó mucho y vivió entre Tarquinia (Roma), París y Londres.

En 1957, el MOMA de Nueva York realizó una retrospectiva de su obra, que también fue mostrada en Minneapolis y Boston. En 1983 realiza una gran retrospectiva repartida entre Barcelona y Valencia que, a continuación, se expone completa en el Palacio de Cristal de Madrid y en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Expuso también en el Centre Georges Pompidou de París en 1985 y su obra está representada en las colecciones y museos más prestigiosos de todo el mundo.

El talento creador de Matta se mantuvo hasta el final de su vida, dejando una extensa obra en pintura, dibujo, escultura,arquitectura y poesía que se escapa a las categorías habituales y que trata de implicar al espectador en un universo propio. En él están presentes el espacio y el tiempo, la comunicación, la revolución cósmica y la vida de los hombres, sin olvidar la naturaleza poética y la transformación del inconsciente.