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'Ciudad de vida y muerte', retrato de una masacre

  • Ganó la Concha de Oro en San Sebastián y ha sido prohibida en China
  • Narra la masacre de Nankín, en la que el Ejército japones mató a 300 mil chinos

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Días de cine - Se estrena 'Ciudad de vida y muerte', ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián

De cuando en cuando, el cine bélico sobrepasa los límites de simple espectáculo de acción y se convierte en una experiencia sobrecogedora que, por debajo de explosiones y tiroteos, deja ver los comportamientos de los individuos confrontados a una situación extrema.

Es el caso de la producción china Ciudad de vida o muerte, del director Lu Chuan, flamante ganadora de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián 2009, que reconstruye minuciosamente la masacre de Nankín, uno de los episodios más sangrientos del siglo XX, cuando el ejército japonés asesinó brutalmente a cerca de 300.000 personas, casi todas civiles.

"Este tipo de crimen no pertenece exclusivamente al pueblo japonés, sino al mundo entero, a todas las naciones -asegura el director-. Pensé que debía hacer una película sobre la masacre para narrar la más profunda verdad de la naturaleza humana, puede que la parte más oscura de la naturaleza humana".

Un espectáculo sobrecogedor

Rodada en un oportuno blanco y negro, Ciudad de vida y muerte cuenta entre sus principales virtudes la de pasar con aparente facilidad del fragor anónimo de los combates a la identificación de un buen puñado de personajes de cada uno de los bandos, asomándose a la peripecia individual, personalizando el horror, el miedo, la crueldad, la supervivencia o la desgracia.

Su vocación realista se inspira en los acontecimientos que asolaron la ciudad de Nankín durante lo que se denomina Segunda Guerra chino-japonesa, que comenzó en 1937 y se prolongó hasta 1945, como parte del frente del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial.

"Hace cosa de veinte años, cuando yo tenía diecisiete -asegura Luchan- pasé cuatro años en Nankín, en la universidad. Tuve la ocasión de visitar varias veces el museo del holocausto. Debo decir que me causo un profundo impacto".

Censurada en china tras batir récords de taquilla

En contraste con la buena acogida de Ciudad de vida y muerte en los festivales internacionales, la película fue retirada del mercado local por las autoridades chinas, reticentes ante la comprensión que Lu Chuan hacia las actitudes individuales de algunos de los personajes japoneses.

"En la mente de los chinos todos los japoneses son unos monstruos porque mataron a muchos ciudadanos chinos en la masacre de Nankín. Los consideran las peores bestias del planeta. Pero me consta que las masacres no sólo las cometen o las han cometido tropas japonesas, sino también las alemanas, las estadounidenses, las rusas, incluso las tropas chinas a lo largo de la historia".

"Parte del público y algunos periódicos me tacharon de traidor. Me llevé una gran sorpresa -afirma Lu Chuan- Creo que gran parte del pueblo chino fue realmente machacada por los soldados japoneses y el mal recuerdo es una venda en sus ojos"

La prohibición de Ciudad de vida y muerte viene a prolongar la interminable lista de castigos y represalias que han ido cayendo invariablemente sobre los cineastas chinos que a lo largo de los años se han empeñado en retratar en sus películas los momentos más conflictivos de la historia reciente de su país.

La más drástica fue la que recayó sobre el cineasta Tian Zhaungzhuang, condenado a diez años de ostracismo por su actitud moderadamente crítica sobre la repercusión de la línea comunista oficial sobre la vida cotidiana de una familia a lo largo de los años en La cometa azul.

Chen Kaige, que ya había tenido problemas en los años ochenta por El rey de los niños, encontró serias dificultades para mantener la continuidad profesional en los noventa tras el éxito internacional de Adiós a mi concubina, en la que además de otras cosas enseñaba al mundo parte de los comportamientos habituales de sus conciudadanos durante la Revolución Cultural.

Entre las más recientes, destaca la suerte del cineasta Lou Ye, condenado a cinco años de ostracismo por llevar sin autorización al Festival de Cannes su película Summer Palace, en la que se hablaba por primera vez explícitamente sobre los sucesos de la plaza de Tiann'amen y el comportamiento de los que por entonces eran estudiantes universitarios.

Lu Chuan, el director de Ciudad de vida y muerte parece que ha tenido más suerte y que la atención de las autoridades sobre su película no afectará a su trayectoria profesional.

Una tragedia que han reflejado muchos cineastas

Buena parte de las elocuentes imágenes de archivo que se conserva sobre los sucesos de Nankín forman parte del documental bélico ¿Por qué luchamos? dirigido por Frank Capra por encargo del ejército de Estados Unidos, concretamente del capítulo titulado La batalla de China.

A su vez, parte de ese metraje fue utilizado por Bernardo Bertolucci en El último emperador para ilustrar la relación de su protagonistas con ese momento concreto de la historia de China.

Ese decisivo momento histórico ha sido reflejado generalmente desde puntos de vista externos, como lo hizo Steven Spielberg en El imperio del sol, que además adelantaba la humanización de un personaje japonés.

Una mirada a medio camino entre lo ajeno y lo autóctono era la que proyectaba Ang Lee en Deseo, peligro, entremezclando el espionaje y la atracción sexual entre dos activos protagonistas de aquella controvertida época de ocupación japonesa.

Ciudad de vida o muerte, además de mantenerse alejada del fanatismo, es contundente, didáctica y estremecedora, y sobre todo cine de primera magnitud.