Enlaces accesibilidad

El Papa deja Tierra Santa pidiendo que Estado palestino sea una "realidad, no sueño"

  • Benedicto XVI pide en el Santo Sepulcro un futuro de justicia y de paz
  • Animó a los habitantes de Tierra Santa, martirizada por la violencia, a tener esperanza
  • Benedicto XVI se detuvo y rezó durante unos momentos ante la Piedra de la Unción
  • Antes de abandonar el templo, el Papa subió al Gólgota, para rezar en el lugar del Calvario
  • El Papa dice en Jerusalén que la división de los cristianos es una vergüenza

Por
El Papa Benedicto XVI concluye su visita a Oriente Próximo

Benedicto XVI concluye su peregrinaje a Tierra Santa con un llamamiento a que la creación de un Estado palestino deje de ser un "sueño" y se convierta en una "realidad" que lleve la paz a la región.

"Permitidme hacer este llamamiento a toda la gente de estas tierras: ¡No más sangre derramada!. ¡No más luchas!. ¡No más terrorismo!. ¡No más guerra!.

Dejadnos romper el círculo vicioso de la violencia. Dejad que haya paz duradera basada en la justicia y una genuina reconciliación", exclamó el Papa en el aeropuerto de Tel Aviv, justo antes de volar de regreso a Roma.

"Dejad que la solución de dos Estados (israelí y palestino) se convierta en una realidad y no siga siendo un sueño", dijo frente al presidente de Israel, Simón Peres, y al primer ministro, Benjamín Netanyahu, quien rechaza esa fórmula.

En su discurso en el aeropuerto, el Papa repasó la visita a Tierra Santa -"fértil para el ecumenismo y el diálogo inter-religioso"- que comenzó el pasado día 8 en Jordania.

"Una de las visiones más tristes para mí fue el muro (israelí en Cisjordania). Cuando pasé a su lado, recé por un futuro en el que los pueblos de Tierra Santa puedan vivir juntos en paz y armonía sin la necesidad de tales instrumentos de seguridad y separación, sino respetando y confiando uno en el otro y renunciando a toda forma de violencia y agresión", resaltó.

Benedicto XVI ha insistido en que el genocidio nazi "nunca debe ser olvidado o negado", pues fue un "espantoso episodio de la Historia" en el que "tantos judíos fueron brutalmente exterminados bajo un régimen sin Dios que propagó una ideología de antisemitismo y odio".

El pontífice tomará en breve su avión de regreso a Roma tras una mañana en Jerusalén en la que mantuvo un encuentro ecuménico en el Patriarcado Greco-Ortodoxo, visitó el Santo Sepulcro y la Iglesia Patriarcal Apostólica Armenia de San Jaime -sede del Patriarcado- y se reunió con el nuncio papal, el arzobispo Antonio Franco.

Futuro de justicia y paz

El papa Benedicto XVI visitó en su último día en Jerusalén el Santo Sepulcro, donde abogó por un futuro de justicia, de paz, de prosperidad y de colaboración para toda la familia humana y en manera especial para los que viven en Tierra Santa. El Papa exhortó a los habitantes de Tierra Santa, martirizada por la violencia, a tener esperanza.

Nada más entrar en el templo del Santo Sepulcro, Benedicto XVI se detuvo y rezó durante unos momentos ante la Piedra de la Unción, la losa en la que según la tradición fue colocado Jesús tras morir en la cruz y donde le untaron los aceites fúnebres.

Después se dirigió al lugar donde se encuentra la tumba vacía -símbolo de la Resurrección- de Cristo. Allí, se arrodilló, besó la losa de mármol y durante unos minutos oró. Después volvió a besarla. Antes de abandonar el templo, el Papa subió al Gólgota, para rezar en el lugar del Calvario.

Desde el Santo Sepulcro se trasladó a la Iglesia Patriarcal Apostólica Armenia de San Jaime, sede del Patriarcado, y desde allí marchará al aeropuerto de Tel Aviv para regresar a Roma.

Llamamiento a la unidad

El Papa hizo en Jerusalén un nuevo llamamiento para la unidad de los cristianos y dijo ante el patriarca ortodoxo Teófilo III que todos los seguidores de Cristo deben "redoblar" los esfuerzos "para perfeccionar la comunión" (unidad), ya que la división "es una vergüenza".

El Papa Ratzinger recordó el abrazo, aquí, en Jerusalén, entre el papa Pablo VI y el patriarca de Constantinopla y jefe de la Iglesia Ortodoxa griega, Atenágoras, en 1964, y el de Juan Pablo II y el patriarca Diodoros I en el año 2000, durante la visita del Papa Wojtyla a los Santos Lugares.

El Papa abogó ante Teófilo III por que las aspiraciones de todos los cristianos en Tierra Santa están "en sintonía" con las de todos los habitantes, cualquiera que sea la religión: "libertad religiosa, coexistencia pacífica, libre acceso a la educación y al trabajo, unidad familiar, y de sacar provecho de la situación económica y contribuir a ella. Tras este encuentro, Benedicto XVI se trasladó al Santo Sepulcro.