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El Valle de los Caídos en primera persona

  • RTVE.es ha hablado con personas que pasaron por cárceles franquistas
  • La polémica abierta por Garzón les ha empujado a recordar su historia
  • Andrés Iniesta pasó varios años de auténtico calvario, ayudó a encontrar fosas en su pueblo
  • Nicolás Sánchez-Albornoz se escapó de Cuelgamuros en 1948
  • Carmen Arrojo recuerda los años de reclusión de su hermano, un alto cargo republicano

Por
Amar - El Valle de los Caídos en primera persona

Nicolás Sánchez-Albornoz, Andrés Iniesta y Carmen Arrojo estuvieron -como presos, ellos, de visita a un hermano, ella- en el Valle de los Caídos. Es el mausoleo que mandó construir el dictador Francisco Franco en el paraje de Cuelgamuros -a pocos kilómetros del monasterio de El Escorial- y cuya construcción fue iniciada en 1940 con mano de obra procedente de las cárceles franquistas, es decir, con presos republicanos.

Aunque en principio estaba previsto que la obra finalizara cuatro o cinco años después, acabó inaugurándose en 1958. Fueron 18 años de construcción, y no siempre fáciles. Los obreros contaban con picos, palas y su fuerza física. Lo más difícil, horadar la dura piedra de la montaña de Guadarrama, que causó numerosos muertos por silicosis, provocada por la inhalación de polvo de sílice. Este icono del Franquismo también está incluido en la polémica iniciada por el juez Baltasar Garzón, ya que aún está por ver cuánta gente murió allí y permanece enterrada.

Testimonios vivos

RTVE.es ha hablado con algunas personas que estuvieron en Cuelgamuros. Quien vivió terribles penalidades fue Andrés Iniesta, un conquense con mucha historia a sus espaldas, pero, de forma resumida, podemos contar que fue encarcelado en 1939 a los 17 años -cuando entonces aún era menor de edad-, por ser de familia republicana. Después de pasar varios años en cárceles malviviendo, pasando hambre y bajo terribles presiones psicológicas, llegó a Cuelgamuros. Estaba en el destacamento de la carretera, cogiendo piedras de la montaña y machacándolas.

Después de estar en la sierra madrileña Iniesta salió en libertad condicional y no consiguió la libertad definitiva hasta los años 50. Ya en el siglo XXI este conquense ha ayudado, además, a localizar varias fosas comunes ubicadas en Uclés -su pueblo de procedencia-, donde iban a parar los presos fusilados en la cárcel Monasterio de Uclés. Allí estuvo encarcelado unos tres años, y es que este hombre, de memoria extraordinaria, publicó un libro titulado "El niño de la prisión" donde narra su vida de reclusión y que incluye los nombres y apellidos de todos los compañeros fusilados durante su estancia en el monasterio, estancia que aún recuerda con lágrimas en los ojos. 

El ex preso e historiador Nicolás Sánchez-Albornoz -hijo del también historiador Claudio Sánchez-Albornoz-, fue a Cuelgamuros en 1948 después de haber estado en la cárcel de Carabanchel. Fue encarcelado junto a otros estudiantes por hacer una pintada que rezaba "Viva la universidad libre". Fue el colofón a un año de lucha por reorganizar la Federación Universitaria Escolar, a favor de la libertad en la universidad.

Ya en el penal madrileño pensó en fugarse, cosa que finalmente consiguió en el Valle de los Caídos y que precedió a su exilio en Argentina. Durante ese tiempo, y dado que era estudiante, trabajó en las oficinas y no cuenta muchas penalidades sufridas por los presos, ya que él vivía aparte y no lo vivió en primera persona.

Tampoco conoció demasiadas calamidades durante su estancia en Cuelgamuros el hermano de Carmen Arrojo, Antonio Arrojo Maroto (1915-2005), que fue presidente del Tribunal Militar del segundo cuerpo del Ejército republicano. Estuvo en el valle durante dos años, en un destacamento en el que realizaban trabajos más especializados de pintura, electricidad, etc. Tenían por encima suyo a oficiales "correctos en el trato" que les daban el alimento que les correspondía y les trataron, según palabras de Carmen, "decentemente".

Esclavos del Régimen

El historiador Rafael Torres, ha denunciado, a través de diversas obras, que los presos republicanos fueron "esclavizados", a su parecer, por el Régimen y por numerosas empresas privadas en obras como puertos, pantanos, edificios, etc., que pueblan toda España. Eran, dice, "mano de obra barata que trabajaba sin rechistar" por la situación en la que se encontraban.

Torres ha explicado que la cruz, la cripta, el monasterio y la carretera que lleva al monumento se hicieron obligando a realizar trabajos forzados a miles de personas hasta comienzos de la década de los 50. Aunque, según este historiador, es imposible conocer con exactitud el número de fallecidos que hubo durante la construcción del mausoleo y de los que se hayan enterrados en el mismo, no son, de ninguna manera, los catorce que dijo el Régimen.

Esta es sólo una pincelada de historias que aún, 70 años después de haber sucedido, siguen muy vivas.