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Los albinos, perseguidos en Tanzania por brujería

  • Al menos 19 albinos han muerto violentamente en el último año en el país
  • Son asesinados para vender sus miembros como ingredientes mágicos
  • Las autoridades han puesto en marcha medidas para protegerlos

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Albinos en Tanzania
Albinos tanzanos celebran en la capital, Dar es Salaam, el día dedicado a ellos.

Si en Occidente la discriminación positiva se dirige a fomentar directivas en las empresas o estudiantes negros en la universidad, en Tanzania el presidente ha logrado que Al-Shaymaa Kwegyir, una mujer albina, ocupe un escaño en el parlamento. El objetivo, mostrar que "estamos con ellos", frente a la caza del albino que parece haberse desatado en el país africano, como recoge el New York Times.

Hasta ahora, ser albino en la región ya era un problema por el riesgo de morir de cáncer de piel, muy sensible en quienes sufren este desorden de origen genético. Además, la discriminación contra ellos es un grave problema en el África subsahariana, pero se ha recrudecido en Tanzania. A lo largo del último año, al menos 19 albinos han sido asesinados, en lo que las autoridades del país llaman un creciente comercio criminal de miembros de estas personas, dice el Times.

Esta práctica salvaje se debe a la creencia popular entre algunas personas de la región de que los albinos tienen poderes mágicos. Los curanderos utilizany venden ahora la piel, los huesos y el cabello de los albinos como ingredientes para pociones que prometen a quienes las beban hacerse muy ricos.

Parece que la fiebre criminal de origen supersticioso se ha extendido a la vecina Kenia, donde en mayo fue hallada una mujer albina asesinada a hachazos. Le habían arrancado los ojos, la lengua y los senos.

La policía está realizando una lista de albinos para tenerlos localizados con el objeto de protegerlos mejor. De hecho, ya están escoltando a algunos niños para ir al colegio.

"La gente dice que no podemos morir", dice un albino que sufre cáncer de piel, en el artículo del Times, refiriéndose a la superstición de que los albinos no mueren, sino que se desvanecen al llegar a viejos. Pero precisamente quienes lo piensan hacen que la vida de estas personas en una región climatológicamente hostil sea todavía más difícil y arriesgada.