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Carabanchel se convirtió en un sinónimo de cárcel

  • Un equipo del CSIC está documentando el valor patrimonial de la cárcel de Carabanchel
  • Los investigadores han recogido testimonios de los presos políticos y comunes encarcelados
  • En el edificio abandonado coexisten ocupas, inmigrantes, grafiteros y toxicómanos

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Investigación sobre la cárcel de Carabanchel

La cárcel de Carabanchel construida por presos políticos durante el régimen franquista es un "patrimonio incómodo" según la coordinadora de un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carmen Ortiz. Este trabajo de investigación estará concluido dentro de tres años y pretende recoger fotografías, documentos y testimonios orales sobre la vida en esta prisión madrileña.

Esta investigadora ha recordado que, al albergar a los presos preventivos que estaban en espera de juicio, "media España pasó por Carabanchel y la otra media, en cierta medida también".

El penal madrileño se convierte así en un símbolo local con un gran impacto sobre la vida cotidiana del barrio de Aluche, pero también global "como un espacio para la represión" tal y como aparece recogido en el titulo del estudio.

Uno de los primeros pasos ha sido documentar la situación actual del recinto carcelario con un audiovisual que está pensado como material didáctico para ser proyectado en centros educativos. En el documental se puede apreciar el abandono sistemático del edificio y las huellas que los usos pasados y presentes han dejado en sus muros.

Un plano del siglo XIX

El diseño de la cárcel de Carabanchel es una planta de estrella con un punto de vigilancia central como se establece en el sistema panóptico. Un centro penitenciario ideado por el filósofo inglés Jeremy Bentham en 1791 cuyo concepto se basa en que un vigilante puede observar a todos los prisioneros sin que sepan si están siendo vigilados.

Ortiz ha subrayado que esta estructura permitía controlar "a una gran población reclusa con muy poco personal". Cada galería tenía su propio patio y comedor sin zonas comunes con el resto de la prisión, además la estructura estrellada contribuye a perder el sentido de la orientación y a reducir aún más el universo del preso.

Evolución histórica

Construida con el esfuerzo de más de mil presos políticos sometidos a trabajos forzados, la cárcel de Carabanchel se levantó en cuatro años y fue inaugurada el 22 de junio de 1944.

Las obras continuaron durante años y una de sus galerías no llegó a construirse. Aunque su capacidad inicial era para 2.000 reclusos en su última etapa los presos se hacinaban en las galerías.

Tras su abandono en 1998, los 172.000 metros cuadrados que ocupa la cárcel se han convertido en un enorme solar en el que se dirimen diversos intereses políticos y sociales.

El proyecto de los investigadores del CSIC detalla que es un terreno que reclaman grupos sociales como "los ocupas clandestinos, los grafiteros organizados, la comisaría de policía o el movimiento vecinal". En la actualidad también acoge un centro de extranjeros por lo que las colas de los familiares de los presos "han sido sustituidas por las colas de los inmigrantes".

Las huellas del pasado

El estudio pretende documentar las muestras de expresión gráfica conservadas en el recinto desde mensajes o dibujos de los presos hasta grafitis o murales. Además el equipo también ha recogido cartas, documentos de los internos y testimonios orales de los prisioneros y vecinos.

Los investigadores van a analizar las distintas culturas carcelarias desde los presos políticos, agrupados según su ideología, que tenían estanterías con libros en sus celdas hasta los presos comunes de los años ochenta, en su mayoría condenados por delitos asociados al consumo de drogas.

El impacto del SIDA también se aprecia en la cárcel y, en definitiva, se puede estudiar la evolución de la sociedad reflejada en el microcosmos que supone el recinto carcelario.

Símbolo y futuro

La coordinadora del estudio añade que la antigua cárcel representa "un patrimonio indeseado que resulta difícil de gestionar, pero para el que hay salidas positivas". Recuerda Ortiz que durante el franquismo Carabanchel llegó a convertirse en un paradigma y en un nombre común para significar simplemente "cárcel" de forma genérica.

La prisión podría reconducir su sentido histórico hacia "un significado nuevo, creativo y participativo para el futuro de la convivencia ciudadana" en palabras de Carmen Ortiz "tanto en el propio entorno de Aluche y Carabanchel, como en un sentido más general de educación para la paz y la democracia".