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¿Supersticiones? Sí, gracias

Por
Nereu Correia places candles and a statue of Saint Anthony behind one of the goals in Porto Alegre
Un aficionado del SC Internacional brasileño sitúa velas junto a una figura de San Antonio en una portería.

Uno toca la hierba con la mano derecha al saltar al campo, otro sale el último del túnel, el de más allá se santigua tres veces, y así muchos más. Rituales que, en teoría, se repiten con el fin de atraer a la buena suerte

Entre los técnicos es común para aliviar tensiones comer pipas, chupa-chups y, por supuesto, mascar chicle en el banquillo. No faltan tampoco las oraciones o los ruegos a estampitas y los hay (más bien hay uno en especial) que no pueden ver el color amarillo, como mucho el color mostaza.

¿Y las de los jugadores?... Las hay de todos los coloresantes del partido escuchar la misma canción en el ipod (Sergio Ramos), las mangas siempre cortadas (Casillas) aunque haya que cortarlas a tijera, no cambiarse de sudadera hasta que cambie la suerte (Gatusso), tocar los tres palos (Palop), besar los amuletos (Raúl), etc.

Seguro que si les preguntáramos a un jugador por sus rituales, reconocería que son absurdos, pero que no dejará de hacerlos porque le tranquilizan. En resumen, cualquier cosa con tal de calmar la ansiedad previa al partido

El fútbol está lleno de supersticiones o manías y, si hasta ahora les ha funcionado, ¿por qué hay que cambiar? 

Desde hace muchos años las hemos visto, por ejemplo 'El Chopo' Iríbar siempre defendía los palos vestido de negro, o el mítico Arconada no cambiaba el color de su camiseta hasta que perdía un partido. 

Hay ejemplos que demuestran que el fútbol se ha convertido en un compendio de supersticiones. Hoy en día las manías, como todo en la vida, se han sofisticado, se ha pasado de la forma curiosa de atarse las botas a tatuarse en la piel el número favorito. Lógicamente, en cada edición de la Champions League, se repiten algunas y se ven nuevas debido a lo trascendental de cada partido.

Sin embargo, eficaces o no, las manías nos hacen que nos fijemos en cosas no relevantes. Además pueden indicar que el resultado de la actuación no depende de la valía del jugador si no de la suerte que le acompañe y hasta donde le acompañe.

Lo dicho al principio,  cualquier cosa vale con tal de rebajar la ansiedad de los instantes previos al partido. Al fin y al cabo, las manías o supersticiones son, en el fondo, unas maniobras intuitivas que se hacen para disminuir el estrés.