Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

Carlos González Pintado es ex jefe de operaciones de la NASA en Robledo de Chavela y ha visitado el 14 Horas para comentar la misión Artemis 1, cuyo lanzamiento se ha aplazado el próximo viernes. Ha destacado que entre las principales diferencias con la operación Apolo se encuentra el avance tecnológico, puesto que permite que “la navegación sea más precisa” y que los costes sean muy inferiores: “se invierte mucho menos en investigación y desarrollo que en aquella época”, ha señalado.

Además, ha indicado que el segundo alunizaje podría suponer un gran paso en la carrera hacia Marte, ya que se podría utilizar la luna como punto intermedio en el trayecto para repostar combustible y llegar más fácilmente: “Podemos lanzar la nave de la Tierra a la luna, que es corto y relativamente fácil (…) y de ahí ir a Marte”, ha explicado.

El Curiosity o el Perseverance recorren ya la superficie de Marte recopilando datos sobre el planeta rojo. La Agencia Espacial Europea se va a sumar a esta exploración, aunque con retraso. El lanzamiento del rover europeo estaba previsto para septiembre, pero la guerra de Ucrania lo va a retrasar, al menos, 10 años, al realizarse en cooperación con la agencia rusa. Precisamente este conflicto también afecta a la Estación Espacial Internacional. Rusia pretende abandonarla al menos en una década y construir una propia. Igual que China, que espera acabar su construcción a final de este año. Entre los objetivos también está descubrir nuevos exoplanetas y saber más sobre el origen del universo. Para ello está en órbita el James Webb. Además, la entrada de empresas privadas como Space X o Blue Origin buscan crear el turismo espacial. Informa Juan Coca.

La NASA se prepara este lunes para volver a la Luna con la primera misión del programa Artemis, que consta de tres fases y en su primera llevará al satélite terrestre un potente cohete sin tripulación. Para conocer en profundidad el lanzamiento, TVE ha entrevistado al director del departamento de Instrumentación del Instituto Oficial de Técnica Aeroespacial (Torrejón), Javier Gómez-Elvira. Según el experto, la de Artemis I se trata de una "prueba vital" para entender cómo se comportaría el hombre fuera de la Tierra durante varios años, un paso fundamental si se quiere alcanzar el planeta Marte. 

FOTO: EFE/NASA/Joel Kowsky

Hoy, si todo va según lo esperado, la NASA mandará un cohete a la luna 50 años después del Apolo 11, el Artemis 1. Será una misión no tripulada, de ida y vuelta, y servirá como primer ensayo para el lanzamiento que espera realizar en unos años y en el que sí viajarán un hombre y una mujer. "Si el viaje se produjera antes de que acabe esta década podríamos darnos con un canto en los dientes", ha señalado Javier Pedreira 'Wicho', responsable de informática de los Museos Científicos Coruñeses y uno de los creadores de Microsiervos (blog sobre ciencia y tecnología). Wicho ha explicado que son varios los obstáculos a los que se enfrenta la NASA para poder culminar ese segundo aterrizaje en la luna, entre ellos: la falta de una plataforma de aterrizaje, la carencia de trajes espaciales o los problemas de combustible, que incluso hoy podrían afectar al lanzamiento de este primer piloto.

Pedreira ha señalado también que esta futura misión, que se espera que tenga una duración de seis semanas, servirá para poder medir los datos acerca del "guiado y la propulsión de la nave", tanto en el caso de la cápsula en la que viajan los tripulantes, como del módulo de servicio que proporciona electricidad y combustible, como del propio cohete que la tiene que lanzar. Todo ello con el fin de barajar incursiones a otros espacios. Pero recuerda que el objetivo más ansiado, Marte, supone un viaje "mucho más complicado" debido a la lejanía: "quienes viajan se encuentran más expuestos a la radiación del espacio", ha destacado, e indica que se necesitaría una gran cantidad de combustible para poder volver "o aprender a fabricarlo en el planeta".

Por otro lado, el lanzamiento más inmediato, el de hoy, tendrá una duración de entre seis y siete días y en él viajarán varis maniquís instrumentados que medirán la ambientación a la que se verán sometidos quienes viajen a la luna. De resultar exitoso, el especialista ha indicado que se espera que en 2024 se envíe una segunda misión (el Artemis 2), entonces sí con cuatro ocupantes, que orbitarán alrededor del satélite durante varios días.

Estos días se pueden ver dos fenómenos astronómicos, ya que la luna de Esturión coincide con la lluvia de las Perseidas. Algo único que, sin embargo, la luz del satélite no permite disfrutar al máximo de ambos fenómenos a la vez.

Miquel Serra, científico del Instituto de Astrofísica de Canarias, explica a TVE cuándo será el mejor momento para ver las Perseidas, que terminan el próximo 24 de agosto. “El máximo teórico se espera para la noche del 12 al 13 de agosto”, concretamente a las 01:00 horas del día 13, indica. Aunque puede verse desde Europa y Estados Unidos, este año coincide con la luna llena, lo que hará que tengamos que esperar más y veamos solamente las estrellas fugaces más brillantes.

Para ello, Serra recomienda tener paciencia mirar a un punto fijo en el cielo. “Si esperas 20 minutos, tu estrella saldrá”, explica. También recomienda acudir a un lugar alejado de las ciudades, donde la contaminación lumínica impide ver bien este fenómeno.

Foto: GETTY

La célebre frase "Houston, tenemos un problema" en realidad fue "Hemos tenido un problema aquí", pronunciada por el piloto del módulo de mando del Apolo 13 Jack Swigert en medio del abismo espacial, a 320.000 km de la Tierra. El "problema" fue el estallido de uno de los dos depósitos de oxígeno y daños en el segundo que dejaron sin posibilidad de generar electricidad ni agua potable a bordo de la nave. Era la séptima misión tripulada (11-17 de abril de 1970) y la tercera destinada a aterrizar en la Luna. El fallo de los generadores dejó al Apolo 13 a merced de las baterías que hubiesen debido utilizar en la Luna. Y la falta de agua, además de ser un problema serio para los tres tripulantes, era vital en la refrigeración de los equipos electrónicos de a bordo. La prioridad --recuerda Alberto Sols, director de la Escuela de Arquitectura, Ingeniería y Diseño de la Universidad Europea de Madrid-- ya no era el alunizaje sino salvar a la tripulación.
Ante el desconocimiento inicial de la naturaleza de los daños, la dirección de vuelo en Tierra optó porque la nave rodeara la Luna, se racionara el agua, se ensayaran nuevos sistemas de orientación, se desconectaran todos los equipos prescindibles para ahorrar energía y se empleara el módulo lunar Aquarius como una especie de balsa salvavidas. Decisiones todas ellas basadas en los análisis de los ingenieros del centro de control.
En la sala de control había una veintena de especialistas que conocían al dedillo su área de responsabilidad. Contaban también con una réplica exacta de la nave y la ayuda inestimable del piloto del módulo de mando Ken Mattingly, quien se quedó en tierra a última hora.
En alardes de improvisación, se diseñó un método para recargar la batería del módulo de mando a partir de la energía disponible en el módulo lunar, se fabricaron adaptadores para el filtro de CO2, se corrigió el rumbo en varias ocasiones, los astronautas tuvieron que soportar temperaturas de apenas cuatro grados sin ropas de abrigo y sin apenas agua. En estas condiciones, la última hazaña fue calcular con exactitud el lugar de amerizaje en el Pacífico. Lo que podía haber sido una de las misiones más dramáticas de la historia se convirtió en todo un éxito para la NASA y la exploración espacial.

La célebre frase "Houston, tenemos un problema" en realidad fue "Hemos tenido un problema aquí", pronunciada por el piloto del módulo de mando del Apolo 13 Jack Swigert en medio del abismo espacial, a 320.000 km de la Tierra. El "problema" fue el estallido de uno de los dos depósitos de oxígeno y daños en el segundo que dejaron sin posibilidad de generar electricidad ni agua potable a bordo de la nave. Era la séptima misión tripulada (11-17 de abril de 1970) y la tercera destinada a aterrizar en la Luna. El fallo de los generadores dejó al Apolo 13 a merced de las baterías que hubiesen debido utilizar en la Luna. Y la falta de agua, además de ser un problema serio para los tres tripulantes, era vital en la refrigeración de los equipos electrónicos de a bordo. La prioridad --recuerda Alberto Sols, director de la Escuela de Arquitectura, Ingeniería y Diseño de la Universidad Europea de Madrid-- ya no era el alunizaje sino salvar a la tripulación.

Ante el desconocimiento inicial de la naturaleza de los daños, la dirección de vuelo en Tierra optó porque la nave rodeara la Luna, se racionara el agua, se ensayaran nuevos sistemas de orientación, se desconectaran todos los equipos prescindibles para ahorrar energía y se empleara el módulo lunar Aquarius como una especie de balsa salvavidas. Decisiones todas ellas basadas en los análisis de los ingenieros del centro de control.

En la sala de control había una veintena de especialistas que conocían al dedillo su área de responsabilidad. Contaban también con una réplica exacta de la nave y la ayuda inestimable del piloto del módulo de mando Ken Mattingly, quien se quedó en tierra a última hora.

En alardes de improvisación, se diseñó un método para recargar la batería del módulo de mando a partir de la energía disponible en el módulo lunar, se fabricaron adaptadores para el filtro de CO2, se corrigió el rumbo en varias ocasiones, los astronautas tuvieron que soportar temperaturas de apenas cuatro grados sin ropas de abrigo y sin apenas agua. En estas condiciones, la última hazaña fue calcular con exactitud el lugar de amerizaje en el Pacífico. Lo que podía haber sido una de las misiones más dramáticas de la historia se convirtió en todo un éxito para la NASA y la exploración espacial.

Rusia anuncia que dejará la Estación Espacial Internacional dentro de dos años, en 2024. Eso sí, La NASA no ha recibido una notificación oficial. Nos hemos preguntado por las posbiles consecuencias de su retirada.

La función principal de Rusia en la Estación Espacial Internacional es mantenerla en órbita. Si su retirada se hace real en 2024 hay que revisar el reparto de tareas. Estados Unidos o Europa podrían encargarse de su propulsión. Pero según los expertos, sustituir a Rusia no es tan sencillo porque también se encarga del control de la estación, es decir operaciones del día a día como esquivar basura espacial. Suplir estas tareas a corto plazo no es fácil.

Estaba ya previsto que el acuerdo de operacion de la estación espacial acabase en 2024.Pero Estados Unidos, Europa y Cánada estarían interesados en una prórroga. Habrá que ver si finalmente Rusia estará o no. Mientras, el objetivo de la Nasa y Europa es construir una nueva estación en torno a la luna para las próximas misiones a finales de la década.