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Brasil ha superado este jueves los 400.000 fallecidos por coronavirus desde que comenzó la pandemia. Las críticas arrecian contra la gestión del presidente, Jair Bolsonaro, quien sin embargo ha vuelto a mostrar su oposición duramente las medidas de aislamiento social decretadas por algunos gobiernos estatales y municipales.

El país, el más afectado de América Latina, ha registrado sus últimos 100.000 fallecidos en apenas 36 días, en medio de la segunda ola.

Mientras la situación epidemiológica empeora, Bolsonaro ha vuelto a criticar las restricciones que están adoptando las autoridades estatales y municipales.

Foto: entierro de un fallecidos por COVID-19 en Brasilia, Brasil. EFE/ Joédson Alves

El desenlace final del ‘caso Lula’ en Brasil, con el reconocimiento por parte del Tribunal Supremo de que su proceso, sentencia y prisión nunca deberían haberse producido como lo hicieron, ha liberado al expresidente de cualquier deuda con la justicia.

También allana el camino a la candidatura de Lula da Silva en las próximas elecciones, previstas para el año que viene.

Y desde el punto de vista del análisis de lo sucedido demostraría que se organizó una cacería mediática y judicial contra Lula y la izquierda brasileña: un lawfare, o guerra jurídica.

Así lo interpreta la politóloga Arantxa Tirado, autora de El lawfare. Golpes de Estado en nombre de la ley (Akal, 2021).

Escribe: "el lawfare se inició con el derrocamiento de la presidenta brasileña Dilma Rousseff a través de un impeachment, un juicio político que la sacó de manera cuestionable de la presidencia, pero se activó desde antes con la operación Lava Jato: un escándalo de corrupción que salpicó al gobernante Partido de los Trabajadores (PT). El objetivo final era perseguir al expresidente Lula da Silva y evitar que volviera a presentarse a las elecciones”...

Con solo un 3 % de la población mundial, Brasil aporta cada día una cuarta parte de los fallecidos por coronavirus. En 25 de sus 27 estados, la ocupación de camas de cuidados intensivos supera el 80%. Escasea el oxígeno y medicamentos como los bloqueadores neuromusculares, que se utilizan cuando los pacientes necesitan ventilación artificial. El Foro Nacional de Gobernadores advierte de la amenaza de "un colapso dentro del colapso".
Un equipo de ‘Informe Semanal’ está en Brasil. Allí un gobierno negacionista y una altísima transmisión de una cepa especialmente virulenta han convertido al gigante sudamericano en el segundo país del mundo con más muertos, unos 370.000. La OMS denuncia que "si Brasil no es serio, continuará afectando a sus vecinos y más allá". Pero no parece que el presidente Bolsonaro vaya a hacer caso. No solo ha recomendado remedios de curandero, cambiado cuatro veces de ministro de salud y dificultado la publicación de datos sobre la pandemia. Ha dicho también que "las vacunas no son para mí".

La situación en Brasil que se ha convertido en el epicentro de la pandemia. Esta semana hay ya casi 13 millones de contagios confirmados, con la curva al alza desde hace semanas. Las consecuencias están siendo devastadoras sobre todo para los más desfavorecidos. Hay dos millones más de parados y la pobreza se ha triplicado en los últimos 6 meses.

Brasil ha superado la barrera de las 4.000 muertes diarias y ya acumula más de 350.000 fallecidos desde el inicio de la pandemia. Los sanitarios y los hospitales están al límite, tal como ha podido comprobar un equipo de TVE que se ha desplazado a la ciudad de Sao Paulo. [Última hora del coronavirus]

Foto: Un paciente en la UCI del hospital municipal de Parelheiros en Sao Paulo (REUTERS/Amanda Perobelli)

Esther Solano, socióloga, profesora de la Universidad federal de Sao Paulo, ha analizado la situación por la que atraviesa Brasil, que solo ayer registró más de 4.000 muertes por la COVID. Tras los problemas del presidente Bolsonaro con su ya ex ministro de Defensa, Solano dice que se ha podido distorsionar la imagen real, porque el Gobierno sigue siendo el más militarizado de la historia y sus miembros siguen apoyándolo. La profesora solano dice que la población brasileña se encuentra completamente desconcertada y paralizada por tres cosas: el número de muertos, el miedo al hambre y el descontento con el Gobierno. El problema, añade, es que no hay una alternativa. Lula no ha conseguido recuperar la confianza de la mayoría y no hay una tercera opción alternativa. “La población no sabe dónde agarrarse” ha dicho Esther Solano en ’14 horas’.

En Brasil, mueren casi 4.000 personas con COVID-19 al día. En marzo hubo 66.000 muertos, el doble que en febrero. Los entierros nocturnos ya son cotidianos en São Paulo y los sepultureros no dan abasto. En Río de Janeiro, vacían las tumbas más antiguas para hacer hueco. Pero el presidente Bolsonaro, contrario a confinamientos y medidas duras, cree que la vacunación va bien y asegura que será el último en vacunarse, si es que lo hace. Enfrente tiene a buena parte de alcaldes y gobernadores, que acusan al presidente de ser el responsable del desastre y ahora solicitan ayuda internacional.

Brasil se mueve entre el desastre sanitario y la crisis política. Por primera vez desde la democracia renuncian en bloque los tres comandantes de las Fuerzas Armadas, un día después de la dimisión del ministro de Defensa. Jair Bolsonaro lleva meses intentando que los militares le apoyen en su plan para evitar que los gobernadores impongan cierres y cuarentenas por la pandemia. El cambio en Defensa desencadenó también que se lanzara a hacer su mayor reforma ministerial. La crisis política llega cuando Brasil registra récord de víctimas: 3.780 fallecidos en 24 horas.