Juanma Castaño y Alba Carrillo debaten sobre móviles, pantallas y educación digital en la infancia
- El impacto de las pantallas en la infancia y la adolescencia es uno de los grandes temas de debate de las familias actuales
- Todos los sábados y domingos, en La2 y en RTVE Play, Gemma Nierga en Se hace lo que se puede
En el nuevo capítulo de Se hace lo que se puede, Gemma Nierga conversa con Juanma Castaño y Alba Carrillo desde un aula de la Facultad de Bellas Artes de Madrid, un espacio simbólico donde la creatividad convive —y a veces compite— con el mundo digital.
Ambos invitados comparten un punto clave que viven muchas familias: sus hijos tuvieron móvil antes de lo recomendado, principalmente por motivos derivados de la separación con sus respectivas exparejas. Para Juanma Castaño, padre de dos hijos adolescentes, la decisión llegó “mucho antes de lo que aconsejan los profesionales”, que sitúan la edad ideal en torno a los 14 años. El periodista reconoce que lo hizo para facilitar la comunicación entre hogares, aunque eso lo obligó a gestionar el uso de pantallas desde etapas muy tempranas.
Sin embargo, lo que más le preocupa hoy no es solo la edad a la que lo recibieron, sino la dificultad real para supervisar su uso. “Cuando mi hijo está en su cuarto con el ordenador que usa para estudiar, ¿cómo puedo saber si está haciendo deberes o mirando otras cosas?”, se pregunta. Esta vigilancia constante, admite, es casi imposible.
A esta preocupación añade otra, profundamente personal: ha pedido a sus hijos que no busquen su nombre en Google. Como personaje público, teme que no estén preparados para leer críticas sobre él. “No quiero que descubran comentarios dañinos que no sabrían gestionar emocionalmente”, explica.
Castaño también reconoce un error que hoy reformularía: convirtió la entrega del primer móvil en una fiesta. Envuelto dentro de una caja de zapatillas para generar sorpresa, el regalo despertó euforia en su hijo. Hoy lo lamenta: “El móvil no debería ser una celebración, sino una herramienta. Creo que transmití el mensaje equivocado”.
Por su parte, Alba Carrillo, madre de un niño de 13 años, también adelantó la entrega del móvil por la separación con el padre del menor. Su enfoque, sin embargo, se centra en educar desde la responsabilidad y el pensamiento crítico. “No quiero prohibir su uso; quiero que aprenda a pensar, a interpretar lo que ve y a usar las pantallas de manera sana”, afirma.
Alba Carrillo señala especialmente un aspecto urgente: la relación de los adolescentes con el porno. Considera indispensable que su hijo entienda que lo que aparece en esos contenidos es “ficción, no realidad”, para evitar que normalice conductas peligrosas o conceptos distorsionados de las relaciones sexuales.
Además, testimonios como los de Rocío García y Merche Robinson muestran los dos extremos del debate: desde quienes retrasan el móvil hasta la madurez, hasta quienes defienden un uso libre y sin restricciones.
El capítulo concluye invitando a la reflexión: no se trata de demonizar las pantallas, sino de aprender a convivir con ellas. La clave, según los expertos, es acompañar, establecer límites realistas y, sobre todo, predicar con el ejemplo.