Cinco prendas al año: el límite para un consumo sostenible en la moda
- ¿Qué factores influyen a la hora de comprar ropa? ¿Cómo se puede ser sostenible en el mundo de la moda?
- Patricia Eguidazu, autora de El día que dejé de comprar ropa, lo explica en Las mañanas de RNE
A veces las perchas se descuelgan. No por el uso ni por sus materiales. Tampoco por el peso real de las telas que guardan. Se caen por todo lo que cuelga de ellas sin verse. Compras impulsivas y etiquetas sin cortar. Tejidos que nunca se estrenaron, pero que visten —con estilo—la culpa, el autoengaño y la irresponsabilidad.
Patricia Eguidazu lo sabe bien. Lo vivió en carne propia un día cualquiera, haciendo una limpieza de armario más. Nada especial. De hecho, ni siquiera se acuerda de la fecha exacta. Pero sí de la imagen: "ocho bolsas de basura repletas de prendas de Zara que jamás había utilizado".
A Eguidazu le es imposible olvidar el temblor de conciencia que ello le generó. "Me sentí mal, muy mal. Me invadió una angustia sin precedentes", confiesa en las primeras páginas de su libro El día que dejé de comprar ropa, que presenta en la sección "Lo que todo el mundo piensa y solo dice Sabina Urraca" de Las mañanas de RNE, con Emma Hernández.
Aquel momento fue un clic para ella. Marcó un antes y un después. De acumular por acumular pasó a adquirir un máximo de cinco prendas al año. El resto es demasiado. "Si compras más —asegura—, compras mucho. No es sostenible", apunta.
¿Cómo se llega hasta esa situación? ¿Por qué una experta en moda, con más de dos décadas en la industria, acabó atrapada en esa espiral de consumo mecánico?
Hay multitud de motivos, "porque la sostenibilidad siempre tiene un origen emocional", explica Eguidazu. Compramos por ansiedad, vacío, euforia o aburrimiento. Y mientras tanto, el sistema nos aplaude por hacerlo y nos empuja a continuar igual.
"Ataco a la sostenibilidad desde un punto de vista de pensar cómo funcionan nuestras emociones y por qué acabamos comprando", dice. Aunque ese proceso, reconoce, no es sencillo. Tampoco inmediato.
Las modas cambian constantemente y las ofertas y los algoritmos nos asaltan desde todos los frentes. "Es como reducir el azúcar en la alimentación", compara la experta. Abandonarlo de golpe es muy complicado. "Hay que intentar ser lo más sostenible posible en cada una de las situaciones a las que nos vemos expuestos". Y, sobre todo y más importante, no ignorarlas.
Ignorarlas es lo más peligroso. Porque la factura no se cobra solo en euros. La ONU estima que esta industria es la responsable de entre un 2% y un 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero y que, solo para cumplir con su demanda anual, utiliza unos 215 trillones de litros de agua.
La contaminación y la vulneración de derechos humanos en el sector textil —con casos de explotación, violencia, y trabajo infantil—son vox populi. Los datos están ahí.
"La compra de ropa barata es un acto de irresponsabilidad, porque todos sabemos lo que hay detrás", afirma Eguidazu. "La invisibilización del proceso de fabricación posibilita que este modelo capitalista de consumo desmedido siga en marcha", añade Sabina Urraca. "Cuando tapamos lo que nos incomoda, se vuelve cómodo consumir ropa low-cost. Se aceptan objetos cuando ignoramos el sufrimiento de detrás".
De hecho, también crecen las excusas. Se dice que no puedes permitirte comprar ropa más cara", denuncia Eguidazu. Sin embargo, "veo muchísima gente que compra barato y acumula sin sentido. ¿Cuánto suma todo eso? La realidad —insiste— es que no necesitamos esa cantidad de ropa".
Soluciones para un consumo sostenible en la moda
¿Alternativas? "Existen muchísimas", subraya Eguidazu. Y son aptas para todos los bolsillos. La segunda mano es una de ellas. "Si quieres comprar esas mismas marcas, hazlo, pero en el canal de la segunda mano. Estás dando uso a prendas prácticamente nuevas".
Leer las etiquetas, es otra de las opciones. "Están para algo. Son obligatorias y hay que consultarlas para ver dónde se ha hecho la prenda y con qué materiales. Nadie se fija en ellas, y es una incultura tremenda".
No solo por estética o confortabilidad, que también —"permite saber qué tejidos nos sientan bien y cuáles no, lo que conlleva alargar su uso sin desecharlos a la primera de cambio"—, sino por saber cómo proceder en el momento en el que no los necesitemos más.
"Para reciclar es fundamental conocer cómo mezclar los materiales. Por ejemplo, si es 100% poliéster, será reciclable. Cuando mezclan viscosa, poliéster y más, la cosa cambia", destaca Patricia Eguidazu, quien con todo ello, hoy por hoy, solo compra prendas si hay necesidad.
Y si la hay, explica, busca esa prenda en el patrón y en el material que necesita, le intenta dar el máximo uso y la vende cuando termina de utilizarla. Ni más, ni menos.
Las mañanas de RNE