Relaciones sin hijos, sin convivencia o sin contacto físico: el nuevo mapa del amor
- ¿Cómo son las relaciones de pareja en la sociedad digital? ¿Qué diferencias hay entre el amor actual y el de antes?
- Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga, lo explica en Las mañanas de RNE
Del clásico "vivieron felices y comieron perdices" al más reciente "vivieron juntos, pero no revueltos y comieron perdices, aunque cada uno en su casa". Las formas de quererse han cambiado. Hoy, tener pareja no significa lo mismo que antaño. Ni el qué, ni el cuándo, ni el cómo, ni tampoco el por qué siguen un único guion o camino.
¿Convivencia? Opcional. ¿Hijos? No obligatoriamente. ¿Presencialidad? Depende. ¿Durabilidad? Tal vez. Nunca se sabe.
"Estamos en un terremoto sentimental del que no somos del todo conscientes porque lo estamos viviendo, pero es algo importante que afecta a mucha gente", apunta Luis Ayuso, catedrático de Sociología de la Universidad de Málaga y especialista en Sociología de Familia, en Las mañanas de RNE con Emma Hernández.
El estudio La gestión de la intimidad en la sociedad de la información y el conocimiento. Parejas y rupturas en la España actual (GESTIM), elaborado por la Universidad de Málaga y BBVA, pone datos y contexto a esta transformación. Un nuevo mapa afectivo en el que, en palabras de Ayuso, "el amor es muchísimo más abierto y plural, no tiene edad ya que afecta a todas las generaciones y se vive de manera mucho más intensa".
Según el informe, "el 70% de la población española mantiene algún tipo de relación sentimental", lo que quiere decir que un 30% restante permanece en la soltería. A veces, de forma deseada —el 22 % de ese 30% dice no sentir necesidad de tener pareja—, sin embargo, en su inmensa mayoría, se debe a una falta de conexión. "El 43% asegura que no tiene novio o novia por no haber encontrado a la persona adecuada".
Y ahí aparece la paradoja. Nunca fue tan fácil conocer gente como ahora y, a la vez, nunca fue tan difícil emparejarse. "¿Cómo es posible que, con tantos recursos gracias a la digitalización, sigamos teniendo dificultades para formar pareja?", planeta Ayuso.
La respuesta, en parte, está en el exceso. Más no es obligatoriamente mejor. Aunque las tecnologías han multiplicado las oportunidades, no necesariamente han facilitado el encuentro. Y es justo entre esa gran oferta, subraya el experto, donde reside el quid de la cuestión.
De hecho, el acceso casi ilimitado a las relaciones sexoafectivas ha generado justo lo contrario: vértigo. Cuantas más opciones, más complicado resulta elegir. Las expectativas se disparan, y las dudas se instalan. "Conocemos a muchísima gente, lo que conlleva que ninguna nos parezca suficiente", insiste Ayuso.
Se produce el fenómeno que los economistas definen como "coste de oportunidad". Si puedes conocer a cien personas en un solo clic, ¿cómo saber si la que tienes delante es la perfecta? Incluso enamorado o enamorada, puede colarse la incertidumbre. ¿Qué pasa si hay alguien mejor que mi pareja?
A todo esto, se suma, además, otro factor clave: el tiempo. O mejor dicho, la vida. "Cada vez vivimos más años, y eso también modifica nuestras expectativas", recuerda Ayuso.
Tanto la "cultura del amor romántico virada hacia otra más individual y digital –fast love—", como la "revolución sexual" o la "gestión y aceptación de las rupturas" actuales, han creado necesidades y deseos distintos.
Un claro ejemplo es la propia transformación de la palabra "pareja". Ha pasado de ser un concepto monosémico a uno polisémico. "Antiguamente el término estaba más controlado públicamente. Había rituales para el noviazgo. Ahora, las relaciones son fruto de un pacto privado", subraya Ayuso.
Las etiquetas se pegan desde dentro y ya no desde el exterior. "Nosotros somos lo que queremos ser y quienes establecemos el contrato de lo que se puede y lo que no se puede hacer dentro de la pareja. No hay nadie de fuera que pueda decirnos si está bien o está mal. Por tanto, aparece una pluralidad mayor de formas de vivir la vida en pareja", añade.
¿Cuántos tipos de relaciones existen?
Y si bien hay tantas relaciones como parejas, el estudio identifica 20 tipos diferentes.
Unas de ellas son las que se engloban dentro de las relaciones digitales. O lo que es lo mismo, aquellos vínculos que se desarrollan casi exclusivamente online, sin el contacto físico habitual.
En esta categoría, algunas parejas se consideran tales sin apenas verse. "Las parejas virtuales se han conocido gracias a las TIC y la mayoría de su relación se mantiene digitalmente", cuenta Ayuso. Pero otras, como sucede con los noviazgos surgidos por la digitalización, directamente, se quedan en lo indefinido: "buscan conversación, compañía, cibersexo o todo a la vez. No sabemos muy bien cómo llamarlas", reconoce.
También ganan terreno las parejas sin hijos por elección. "No es que no puedan tenerlos, es que no quieren y así lo deciden desde el principio", resalta Ayuso. "A día de hoy son un porcentaje escaso —una de cada cuatro parejas—, pero está creciendo". Especialmente entre aquellas personas con uniones con menor convivencia, alto nivel educativo, estabilidad laboral y autonomía económica.
Otro perfil en aumento es de los llamados living apart together, lo que traducido al castellano podría definirse como "parejas sin convivencia habitual" o parejas estables que no comparten techo. Sea por el motivo que sea.
Puede ser por trabajo —uno en Barcelona, y el otro o la otra en Sevilla, por ejemplo—, pero también por mutuo acuerdo. "Muchos incluso están casados entre ellos. Es decir, están para lo bueno y para lo malo de su compañero o compañera, solo que no viven juntos. Son parejas que intentan quedarse con lo positivo de una relación sentimental y evitar el desgaste de la convivencia", señala el sociólogo.
Las mañanas de RNE