Sara Baras: "Llevo el alma en la maleta para dejarla en cada escenario"
- La bailaora acude a Las mañanas de RNE antes de continuar con su gira Vuela por escenarios españoles y extranjeros
- Vuela, en la que homenajea a Paco de Lucía, se compone de 15 piezas en cuatro actos: "Madera", "Mar", "Muerte" y "Volar"


La maleta de Sara Baras (Cádiz, 1971) no descansa. Lleva 25 años viajando con ella, los mismos que acaba de cumplir su compañía. Nunca se deshace. No hay tiempo. Rueda de aeropuerto en aeropuerto, de país en país y de escenario en escenario. Parece ligera, incluso vacía. Apenas carga objetos o vestidos.
"Dentro van muy poquitas cosas. El vestuario me lo lleva Fito, mi sastre maravilloso. El director técnico se encarga de la escenografía. Y lo mismo el de sonido, por ejemplo", cuenta la bailaora gaditana en Las mañanas de RNE con Mamen Asencio, acompañada, por supuesto, de su inseparable compañera de aventuras.
Porque, aunque los kilos se reparten entre todo el staff, su equipaje pesa. Mucho. Dentro va aquello que no se puede delegar. Lo más valioso. "En mi maleta transporto mi alma entera para poder dejármela desde el 27 de mayo en Londres, y luego donde continúe la gira de Vuela". Que no será corta, precisamente. Quedan muchos kilómetros por recorrer.
"La maleta va a dar de sí", bromea la artista. Desde su estreno mundial el 1 de febrero de 2024, ha pisado importantes festivales y teatros nacionales y extranjeros. Y sigue. Tras su paso por el Sadler’s Wells Theatre londinense, llegarán Granada, Oviedo, Cádiz, Barcelona, Málaga, Sitges… También Francia y México.
En septiembre aterrizará en Madrid, en el teatro EDP de Gran vía, donde se quedará hasta el 2 de noviembre. Después, Palma, Burgos, San Sebastián, París. Un embarque tras otro hasta diciembre. Y la maleta, mientras, continuará andando con las "ruedas firmes". Con el rumbo claro.
Un homenaje para Volar por Paco de Lucía
Porque este espectáculo, que coincide con el cumpleaños de plata de su compañía, rinde también homenaje al genio por antonomasia de la guitarra, Paco de Lucía. Vuela trasciende a la danza. Traducir al algecireño es mucho más. De ahí la enorme responsabilidad.
"Lo primero que pensé fue que no sería capaz de bailar para Paco. Pensé que hiciera lo que hiciera, no sería suficiente para el respeto y la admiración que le tengo hacia un maestro tan grande", confiesa Baras.
"Sin embargo, –reconoce– el agradecimiento es tanto que me pudo a cualquier otra cosa. Por eso empezamos pensando en unir la evolución de estos 25 años de compañía a través de la influencia que tenemos de Paco".
¿El resultado? "Un recorrido llenísimo de detalle suyos, pero mezclados también con detalles nuestros gracias a su música, sus consejos y su cariño", apunta la artista. Porque Paco de Lucía no solo era, es y será un maestro de la guitarra; para Sara Baras también porta el título de maestro de la vida.
Desde aquel primer encuentro en Tokio, cuando la bailaora recién comenzaba su andadura profesional, los unió un lazo inquebrantable. Una amistad entrañable, familiar.
"Trabajaba en la sala El flamenco, el Maestro venía de gira y yo intenté colarme para verlo. Justo en ese momento él pasaba por detrás para ir a la prueba de sonido y me escuchó decir que yo era su sobrina. Me puse roja como un tomate. Le pedí perdón, pero él me siguió el juego y dijo: '¿No veis que es mi sobrina? Venga, vamos para dentro'. Y desde entonces siempre me llamó sobrina", recuerda Baras.
Y todo ese respeto, admiración y amor mutuo entre "tío y sobrina" se observa y, sobre todo, se siente, en Vuela. Son 15 piezas organizadas en cuatro actos –"Madera", "Mar", "Muerte" y "Volar"–, cada uno con su propia narrativa.
Por ejemplo, "Mar" está dedicado al agua y a la tierra. "Hay un baile por alegrías que hacen las chicas con unas batas de cola que simulan las olas y con unos mantones que son como redes de pescador. Mi traje tiene unos atunes dibujados por un pintor de Jerez. Es un vestido blanco que, al moverse, los muestra. Es como ver la almadraba", comenta Baras. Invita a navegar la vida con pasión y a dejarnos fluir, como el agua. Como el mar.
"Madera", por su parte, representa esa simbiosis que tenían bailaora y guitarrita. Esa fijación compartida por cuidar el ritmo y la autenticidad, así como la dedicación a las raíces.
Mientras que "Muerte", señala Baras, "es un recordatorio de la importancia de aprender a rememorar a un ser querido desde el agradecimiento, y no desde la rabia y la tristeza por haberlo perdido". Porque la ausencia también puede ser presencia. Y la danza puede ayudar en el proceso.