Psicópatas que te caen bien: así se camuflan en la sociedad
- ¿Qué define a un psicópata? ¿Cómo reconocerlo incluso cuando te da los buenos días? ¿Es beneficioso el true crime?
- Paco Pérez Caballero y Paz Velasco se adentran en Terror en blanco en lo más oscuro de la mente humana


No llevan caretas ni cuchillos. No suena música de suspense cuando aparecen, ni parpadean las luces a su paso. Nada les delata. Sonríen, saludan, son educados. Se integran. A veces, hasta nos caen bien.
Aunque, bajo esa fachada puede esconderse una mente fría y manipuladora. Personas capaces de destruirte o, en algunos casos, matarte. No por venganza. Ni siquiera por odio. Lo hacen porque quieren y pueden. Por saber qué se siente.
Los psicópatas no son ficción. Son reales. Humanos de carne y hueso. Se estima que rondan el 6% de la población mundial. Tu jefe. Tu expareja. El político que votas. O Manolo, tu vecino, con quien compartes charla y ascensor cada mañana. Padre de familia, simpático, atento, exitoso. Un tipo normal.
"La psicopatía es diferente al trastorno antisocial de la personalidad. Ser psicópata no es sinónimo de ser asesino en serie ni delincuente sexual reincidente", explica la jurista y criminóloga Paz Velasco en Terror en blanco. "Convivimos con muchos psicópatas funcionales que no delinquen, pero que son altamente nocivos para la sociedad", añade.
Son carismáticos, intrépidos y despiadados, y no necesariamente agresivos o violentos. No todos asesinan. Sin embargo, pueden quitarte la vida. Te roban la calma, la ilusión, las ganas. Porque donde no hay empatía, tampoco existen los límites. Y sin límites, todo vale.
En Terror en blanco con María Paredes, el periodista Paco Pérez Caballero y Paz Velasco se adentran en las zonas más inquietantes de la psique humana. ¿Qué define a un psicópata? ¿Cómo reconocerlo incluso cuando te da los buenos días?
"Tanto los psicópatas criminales como los integrados comparten la falta de empatía. Hay una carencia importantísima en su vida afectiva", señala Velasco. No sienten, pero saben qué es sentir. O, más bien, lo que significa. Conocen la teoría, pero no la práctica. "Identifican en los demás la tristeza, la felicidad, el amor o el odio, pero no lo experimentan". Lo imitan con precisión y responden según lo esperado. Lo usan.
"Es lo que se llama empatía cognitiva o utilitaria", define la criminóloga. Una herramienta, no una emoción. Una especie de disfraz diseñado a medida. Espectacular por fuera, hueco por dentro.
Y esa frialdad borra cualquier atisbo de culpa. "Cuando no tienes miedo, eres capaz de hacer un montón de cosas. Y si no puedes ponerte en el lugar del otro, tampoco puedes arrepentirte. Solo pedimos perdón a alguien que realmente nos importa", agrega Velasco.
Por eso sus relaciones, aunque puedan ser duraderas, no son genuinas. "No establecen vínculos afectivos. Sus relaciones son utilitarias. Les sirven para reforzar su imagen de normalidad", dice.
Y eso, ese camuflaje, apunta por su parte Pérez Caballero, es lo más inquietante. "Es muchísimo más fácil que te suceda algo en tu entorno próximo. Los ciudadanos de pie no creemos en los asesinos. Nos parecen fantasmas o personajes de película".
Sin embargo, no hay que olvidar que la realidad no solo supera a la ficción, también la inspira. Ahí están para demostrarlo las cintas basadas en hechos reales y los documentales. Y no solo los catalogados de "miedo". A veces, lo más perturbador es aquello que despierta admiración.
¿Es posible admirar a los psicópatas?
"Un psicópata puede estar bien visto en la sociedad. La psicopatía facilita el éxito profesional y el liderazgo", recuerda Velasco.
¿La razón? Sus rasgos coinciden con los que el mercado laboral premia. "Carisma, creatividad, pensamiento estratégico, capacidad analítica, persuasión, habilidades para la comunicación, seguridad propia, alta concentración, férreo control emocional", enumera.
"Las empresas buscan a alguien capaz de despedir a 200 personas sin pestañear. Que no vea gente, sino expedientes. Y esos individuos están en cargos de poder. Dirigen países, empresas, editoriales…", advierte la criminóloga.
Para ellos el fin justifica los medios. "Los psicópatas no piden ayuda porque no se consideran enfermos, sino que piensan que son especiales", subraya Velasco. Incluso lo creen aquellos que cruzan la línea.
"Aunque cualquiera podría matar por defender a un ser querido o en defensa propia, asesinar de manera fría y cruel sólo está al alcance de algunos", recalca Pérez Caballero. Porque "el crimen –insiste–, siempre es multifactorial".
"Hay gente con mayor predisposición genética a la violencia, pero lo fundamental es el entorno y el poder de elección. Nadie está predeterminado a ser un asesino. Hacer el mal es una decisión. Una forma de satisfacer una pulsión, de conseguir un objetivo o de alcanzar un placer", sostiene el periodista.
¿Se puede dar voz a los asesinos?
Y no hay que buscar excusas, ni justificaciones. No existen y no favorecen. Al contario. "Le da armas al asesino para que culpe a la sociedad, pero la mayoría son plenamente conscientes de lo que hacen".
De ahí, a su juicio, la necesidad de exponerlos públicamente. Porque la información es poder y protección. "Cuando vemos y escuchamos a un asesino, aprendemos. Saber cómo son y cómo operan es la única manera de defendernos". Eso sí, matiza, debe siempre realizarse con rigor. "Si el true crime está bien hecho, hay conocimiento. Los casos de hoy son claves para entender los de mañana", cuenta.
Velasco, en cambio, pide prudencia. Porque sí, coincide con Pérez Caballero en la "utilidad del true crime para comprender las motivaciones que llevan a una persona a convertirse en asesino", sin embargo, no todo debería valer.
"Al dar voz a un asesino se vulnera el derecho a la intimidad y el honor de las víctimas. También su derecho a la reparación", advierte. "Además, se puede glorificar al criminal y fomentar cierta empatía hacia el asesino. Se trata de una revictimización absoluta de las víctimas y una normalización de la violencia. ¿Cómo afecta a la sociedad que alguien como José Bretón cuente su crimen y se lea como si fuera un relato más?", reflexiona la experta.