"Leonera", la nueva novela de Fernando León de Aranoa, un retrato de las contradicciones del alma humana
- El director y guionista Fernando León de Aranoa presenta "Leonera" en "No es un día cualquiera"
- "Leonera", son distintos relatos que reflejan la condición humana
Fernando León de Aranoa no necesita presentación, pero esta vez no viene como cineasta, sino como escritor. Con su novela, "Leonera", una recopilación de relatos breves publicada por la editorial Seix Barral, el director entrega un libro que vibra en otra frecuencia, la de lo íntimo: “Hay palabras que no necesitan contexto, solo silencio alrededor”, confiesa. Y es justo ahí, en ese terreno de las pausas, donde el autor ha encontrado una forma de narrar más libre.
Aunque siempre ha convivido con la palabra escrita en "Leonera", el cineasta da un paso más hacia lo literario, con un conjunto de textos que transitan entre el relato, el poema en prosa y el pensamiento breve: “Quería escribir cosas pequeñas que hablaran de cosas grandes”, explica. El resultado es un libro de múltiples entradas y ninguna salida cerrada. Una obra sin moralejas, sin certezas, con más preguntas que respuestas: “La literatura es el lugar donde las preguntas pueden quedarse sin resolver”, afirma. A lo largo de su carrera ha dirigido títulos fundamentales del cine español como "Los lunes al sol" (2002) o "El buen patrón" (2021), por la que ganó seis premios Goya. Su películas han sido premiadas en festivales internacionales como San Sebastián, La Habana o Sundance.
Además de su trabajo cinematográfico, ha desarrollado una faceta como escritor e ilustrador, y ha sido galardonado con el Premio Antonio Machado en dos ocasiones por sus relatos. "Leonera" supone la consolidación de su voz literaria, una escritura que no busca explicar el mundo, sino sentirlo, detenerlo, mirarlo desde la esquina.
"Leonera": una jaula hecha de palabras que no encierran
La palabra "leonera" se refiere al encierro, pero también a la furia, a lo indomable o a lo que no ha sido domesticado. Así son los textos que componen este libro, breves, pero intensos, contenidos, pero vibrantes. No hay una única historia, sino muchas: fragmentos de vidas anónimas, escenas mínimas, ráfagas de lucidez o melancolías que no se explican. Hay personajes que apenas se intuyen, pero que dejan huella.
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“Siempre me han interesado más los personajes que no saben qué hacer que los que lo tienen claro”, comenta. Y esa incertidumbre es uno de los motores del libro. Los textos hablan de pérdidas, de encuentros, del paso del tiempo, del amor como refugio y como herida. Es un retrato de humanidad sin decorado, solo el lenguaje justo, medido y afilado.
León de Aranoa no busca el efectismo, su escritura es contenida, pero no fría. Es honesta, consciente del poder de una imagen o de un silencio: "A veces lo que no se dice es más elocuente que lo que se dice. En cine eso lo aprendí pronto. En literatura, lo confirmé", comenta.
Una voz que se abre paso entre dos mundos
En "Leonera", se nota la huella del cineasta. Los textos tienen ritmo visual, precisión de montaje, y una narrativa que recuerda al lenguaje audiovisual. Pero también revelan otra pulsión: la de observar sin cámara y mirar sin interponer el objetivo: "Creo que el diálogo es uno de los instrumentos más poderosos del guionista. Me interesa mucho cómo suena, su música. Me gusta leer los diálogos en voz alta.”, dice el autor.
Esa dualidad, entre lo que se ve y lo que se piensa, entre lo colectivo y lo íntimo, recorre todo el libro: “En este libro hay más pensamiento, más mundo interior. Pero los dos mundos se tocan”, explica.
Fernando León de Aranoa junto a Pepa Fernández
El autor admite que no escribe con un plan claro: “Escribo como quien se deja llevar por una conversación interior. A veces sale algo. Otras, simplemente escuchas”. Y sin embargo, "Leonera" transmite una unidad sólida, una identidad clara. Cada texto, por breve que sea, construye parte de una mirada que reconoce la fragilidad como parte esencial de lo humano.
Una escritura sin artificios
La escritura de León de Aranoa rehúye el barroquismo y el ornamento. Prefiere la sugerencia al subrayado, la elipsis al discurso. Se agradece en un tiempo donde muchas voces parecen competir por ser escuchadas más que por decir algo. Él, en cambio, parece más interesado en dejar que el lector complete lo que el texto apenas insinúa: “La literatura, como la vida, no siempre necesita ser explicada”, apunta.
Portada de "Leonera" de Fernando León de Aranoa
Algunos textos de "Leonera" funcionan como pequeñas bombas emocionales. Otros son apenas pensamientos suspendidos en el tiempo. Pero todos comparten una misma voluntad: la de hablar sin gritar y la de acariciar sin imponer.