John Carlin y Oriol Malet: "A los poderosos les vendría bien pasar un tiempo en la cárcel. Aprenderían humildad y los límites de lo posible"
- El periodista y escritor británico John Carlin y el ilustrador Oriol Malet presentan en Mañana más su cómic Bestias
- Bestias, que funciona como una fábula basada en la historia reciente de Nicaragua, alerta del lado oscuro del poder
La historia se repite. Cambian los nombres, también las fechas y los protagonismos. Los escenarios tampoco son iguales, ni siquiera tienen por qué serlo los idiomas. En lugar de verano, ahora es invierno o puede que primavera. Tal vez otoño. Los hechos se desarrollan en un país concreto en lugar de una región, como antaño. Sin embargo, el relato es idéntico. El principio se mantiene, el nudo varía tan solo en pequeños detalles y el desenlace se conoce desde la primera línea del cuento.
Motivado por el deseo de acabar con una dictadura, nuestro protagonista –inserta aquí el nombre que quieras– encabeza una revolución para instaurar un sistema basado en la justicia y la igualdad. Sus intenciones son buenas. Y lo consigue. Pero el final no es feliz. Con el tiempo, el "héroe" se olvida de las promesas hechas y se termina transformando en una caricatura de los tiranos que una vez derrocó. Es la vuelta a la casilla de salida.
Esta es la premisa de Bestias, el nuevo trabajo del periodista y escritor británico John Carlin, junto al ilustrador catalán Oriol Malet. Un cómic a modo de fábula y basado en la historia reciente de Nicaragua, pero que, como ambos advierten en Mañana más, es una cuestión totalmente universalizada y fácilmente extrapolable.
"Hay montones de ejemplos a lo largo de la historia y en la vida contemporánea de personas que llegan al poder con ideales nobles y que, de una forma u otra, se corrompen", explica John Carlin. No se trata solo de Nicaragua.
Porque sí, apunta el periodista, puede que el caso nicaragüense sea uno de los más representativos ya que "hace tiempo que los analistas tenemos claro que la mujer del presidente Daniel Ortega, Rosa Murillo, ha sido el motor de la tiranía en la que se transformó la Revolución Sandinista". Puede, por lo tanto, que sirva de moraleja para denunciar el lado oscuro del poder. Sin embargo, no hace falta irse "a niveles tan dramáticos". Ni tan lejanos.
La locura del poder, la fiebre que genera el liderazgo es una pandemia. Para Carlin, es un mal endémico del ser humano. Se trata casi de una cuestión de salud pública mundial. Lo vemos en Inglaterra, Países Bajos, Estados Unidos o hasta en España, señala el escritor.
Y es que no se trata solo de juegos políticos. Cuando uno se siente poderoso, "le devora un bichito" que lo transforma por completo. Da igual el cargo, y poco importa el contexto. "Uno de los atractivos de esta historia que contamos –explica Oriol Malet– es su transversalidad. Puede tener una lectura geopolítica, pero también se puede reducir a nuestra cotidianidad".
De ahí las referencias visuales. Porque hay veces que una imagen vale más que mil palabras. En el cómic tan pronto es posible encontrarse alusiones al Guernica, a las pinturas oscuras de Goya, a Kafka o a cuentos como, por ejemplo, Los músicos de Bremen. "Estos guiños son un intento de universalizar una historia que parte de algo muy concreto sin nombrarlo, como es Nicaragua", dice Malet.
¿Quién no ha visto como su compañero de trabajo se convierte en déspota cuando le ascienden? ¿No sucede acaso algo similar en las relaciones entre hermanos, cuando el mayor se "impone" sobre el pequeño?
El poder y el tiempo ilimitado: la fórmula perfecta para la tiranía
Porque, cuando a las cabras que protagonizan Bestias, en un homenaje a la clásica fábula política Rebelión en la granja de George Orwell, les empieza a salir el "rabito de cerdo", se nota. Es innegable. Quizá al principio sea más sutil, pero luego ya no hay espacio para la confusión. No hay dudas.
Sudáfrica, indica, Carlin es un ejemplo claro de esto. "No mucho después de que Nelson Mandela dejase el poder, al Congreso Nacional Africano, que siempre había luchado con nobleza contra el apartheid, le va saliendo el "rabito de cerdo"", recuerda el que fuera biógrafo del político.
Nada ni nadie lo pudieron evitar. Ni siquiera las denuncias del arzobispo Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz en 1984 fueron suficientes.
"Se convirtió en un país con un gobierno profundamente corrupto e ineficaz. Sus líderes desdeñaron esos ideales que les habían conducido a la lucha. Abandonaron a la gente para beneficiarse a sí mismos", lamenta Carlin.
Para el periodista se juntaron los dos elementos más peligrosos que existen: el poder y el tiempo. Y la combinación fue explosiva. Siempre lo es. Tal vez si los mandatos tuvieran fecha de caducidad, las situaciones serían distintas. O al menos, no tan malas. "Además de acortar los tiempos, a las personas con poder les vendría muy bien pasar una temporada en la cárcel. Aprenderían humildad y conocerían los límites de lo posible. Se volverían realistas", asegura el británico. "Que no pesimistas", matiza, por su parte Malet.
"Con nuestro cómic es posible hacer una lectura terrible y equivocada –avisa–. Puede parecer que estamos diciendo que no merece la pena mantenerse en los ideales e iniciar una revolución porque todas terminan igual. Pero no es cierto".
De hecho, es justo al contario: "Lo que intentamos transmitir con Bestias es que las cosas pasan y, si suceden, hay que contarlas. Y hay que hacerlo porque la información es poder".