'Ondina. Un amor para siempre', el mito detrás de la película: una historia de infidelidad

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'Ondina. Un amor para siempre', fotograma de la película

Ondina, historiadora y guía en la Berlín actual, descubre un día que su novio la quiere dejar. Ella le da un ultimátum: si lo hace, le matará. Aun así, él la abandona. Es el punto de partida de Ondina. Un amor para siempre, drama romántico en el que el cineasta alemán Christian Petzold revisita una popular leyenda. "Los directores solemos ver a los personajes femeninos como proyecciones de nuestros deseos sexuales, pero ¿queremos que las mujeres se comporten como la Ondina clásica? Eso es lo que me interesó del mito, que ella se rebela", explicó una vez a Días de cine.

El mito al que se refiere tiene como protagonista a una ninfa que, como la protagonista de la película, sufre un desengaño amoroso que la lleva a maldecir a su pareja. Nada tiene que ver con la Ondine que enamoró a Colin Farrell en la película irlandesa de 2009, centrada en la mitología irlandesa. En este caso la historia es mucho más oscura y triste, con un desenlace fatal. Paula Beer da vida a este personaje de la mitología germánica, una interpretación que le ha valido el Oso de Plata a la Mejor Actriz. Pero ¿qué ocurre en la leyenda en la que se basa Ondina. Un amor para siempre?

'Ondina'

La maldición mortal de Ondina

Bella e inmortal, la Ondina de la leyenda era una ninfa acuática. Para conservar su vida eterna, las ninfas debían regirse por una norma: nunca enamorarse de un ser humano ni tener un hijo de ese amor. Ondina, sin embargo, rompió aquella regla. Un día conoció al caballero Sir Lawrence y se enamoraron perdidamente. "Que cada aliento de que mientras estoy despierto sea mi compromiso de amor y fidelidad hacia ti", le dijo Sir Lawrence tras su boda.

Al año, Ondina dio a luz a un hijo y, con ello, perdió su inmortalidad. La ninfa comenzó a envejecer y perder su gran belleza. Su marido, ese que antes le había jurado fidelidad de por vida, rompió su promesa. Ondina le descubrió dormido en un establo junto a otra mujer y montó en cólera. "Me juraste fidelidad por cada aliento que dieras mientras estuvieras despierto y acepté tu promesa. Así sea. Mientras te mantengas despierto podrás respirar, pero si alguna vez llegas a dormirte, te quedarás sin aliento y morirás", clamó. Su maldición persiguió a sir Lawrence, que trató de esquivar el sueño. Tras días sin dormir, al final le venció el cansancio. Sir Lawrence se durmió y murió.