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Los jardines del Campo del Moro: tu destino soñado a la naturaleza en pleno Madrid

  • El campo del Moro es un jardín en pleno centro de Madrid con todo lo necesario para pasar un rato inolvidable
  • Jardines con Historia te muestra cómo llegar y qué puedes encontrar en este lugar tan agradable y accesible

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Jardines con historia - Madrid, El Campo del Moro

Los Jardines del Campo del Moro completa un eje verde de la ciudad de Madrid porque conecta con la Casa de Campo y con Madrid Río. El Campo del Moro es céntrico, se encuentra entre la Cuesta de la Vega, el Paseo de la Virgen del Puerto, la Cuesta de San Vicente y el Palacio Real, cuenta con una extensión de 20 hectáreas y es Bien de Interés Histórico-artístico desde 1931. Si historia es larga y apasionante.

Desde la entrada al Campo del Moro ya intuimos que la naturaleza nos envolverá en nuestro paseo

Desde la entrada al Campo del Moro ya intuimos que la naturaleza nos envolverá en nuestro paseo rtve

¿De dónde procede el nombre de los jardines?

El nombre de estos preciosos jardines se origina en la antigua muralla musulmana de Madrid, que tenía aquí sus límites. Sin embargo, no se documentó oficialmente hasta 1809. Fue una idea de los promotores de los jardines, que buscaban una denominación y recurrieron a aquel episodio histórico: se trata del ataque contra la ciudad de las tropas del caudillo musulmán Alí Ben Yesuf en 1109. Intentó reconquistar la ciudad con sus tropas, que estaban acampadas exactamente en los terrenos del actual jardín.

El antiguo Alcázar de Madrid, que se perdió para siempre

Ya en el siglo XVI, Felipe II (1527-1598), compró los terrenos colindantes a la residencia de la familia real, el Alcázar, y los convirtió en zona de ocio de la corte. El edificio sirvió para los quehaceres diarios de los monarcas y de sus sirvientes y conocidos. Estaba decorado de acorde a su uso y por supuesto albergaba una gran colección de obras de arte: miles de pinturas de Tiziano, Tintoretto, Ribera, Durero, Leonardo y Brueghel, entre otros pintores destacados; también, piezas de orfebrería, de ornamentos religiosos y piedras preciosas, y muchas reliquias que eran tesoros muy preciados en tiempos del rey Felipe II.

Los parterres de los jardines del Campo del Moro de Madrid están llenos de flores de diferentes variedades y vivos colores

Los parterres de los jardines del Campo del Moro de Madrid están llenos de flores de diferentes variedades y vivos colores rtve

Desgraciadamente, en 1734, época de Felipe V, un incendio destruyó casi por completo el edificio en Nochebuena. Murió una mujer y se quemaron miles de valiosas obras de arte. Se perdieron más de 500 lienzos, cientos de documentos del Archivo de Indias, bulas pontificias y otros papeles de Estado, un gran número de estatuas y esculturas de madera, mármol, bronce y otros materiales. También, toda la colección de música sacra de la Capilla Real. Se perdieron por completo las llamadas 'colecciones americanas'. Otras importantes pérdidas incluyen los frescos de maestros como Anagelo Michele Colonna y Agostino Mitelli.

Pero, ¿quién puede ser el culpable del siniestro?

Del incendio se pudieron salvar las joyas más emblemáticas de la Corona, como la perla Peregrina y el diamante El Estanque y 1038 obras de arte. A los cuatro años del siniestro, Felipe V mandó empezar la construcción del actual Palacio Real de Madrid, en el mismo emplazamiento del Alcázar. Se encargó al arquitecto italiano Filippo de Juvara, y está inspirado en uno de los diseños de Bernini para el Palacio del Louvre de París.

Arropados por una vegetación deslumbrante, podemos disfrutar de un buen rato de tranquilidad en pleno centro de Madrid

Arropados por una vegetación deslumbrante, podemos disfrutar de un buen rato de tranquilidad en pleno centro de Madrid rtve

¿Pero quién 'facilitó' que se pudiera construir un nuevo palacio real? Se sabe que a Felipe V, nacido en el Palacio de Versalles, no le gustaba el Alcázar. Y que la familia real celebraba los maitines de Nochebuena en la Capilla Real del Alcázar. Pero justo ese año del incendio estaban fuera... También se trasladaron al Palacio del Buen Retiro algunas obras de arte antes del incendio. Y el Buen Retiro se convirtió en residencia del monarca hasta que se acabó el actual palacio real. Las dudas sobre quién encendió la mecha nunca se han aclarado.

Sea como fuere, el lugar perdió protagonismo, y los reyes y sus cortes encontraron otros lugares cercanos a Madrid donde vivir y disfrutar de los jardines.

Tras el desastre, un arreglo con cascotes

El Alcázar Real de Madrid había sido construido sobre un montículo, y la parte trasera quedaba protegida por un gran terraplén que acababa en el río Manzanares. Era un gran desnivel que no permitía aprovechar el espacio. Durante el gobierno de José I (1768-1844), hermano de Napoleón, se puso fin al desnivel. Se decidió demoler las casas del área donde ahora se encuentran las Plazas de Oriente y de Ópera, y con los cascotes se creó la pendiente actual del jardín, por donde es fácil caminar.

Para que los jardines fueran construidos como tal con un diseño adecuado, hubo que esperar al reinado de Isabel II (1830-1904). Se le encargaron al arquitecto y urbanista Narciso Pascual y Colomer (1808-1870). En 1844 dirigió el proyecto del que subsisten el trazado de las principales avenidas rectilíneas y las dos fuentes del eje central: la de las Conchas, obra de Felipe de Castro y Manuel Álvarez, de 1775, y que procede del Palacio del Infante don Luis en Boadilla del Monte; y la Fuente de los Tritones, obra italiana del siglo XVI que se sacó del jardín de la Isleta de Aranjuez y se colocó ante la Gruta Grande o invernadero.

Finalmente, el Campo del Moro se reformó completamente en 1890 según el diseño seudopaisajista de Ramón Oliva, durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo (1858-1929).

Si no queréis perderos los jardines del Campo del Moro, sabed que la entrada es gratuita, están abiertos todos los días de la semana de 10 de la mañana a 6 de la tarde en invierno, y hasta la 7 en verano, y que dentro encontraréis servicios de restauración y aseos públicos.