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Síndrome de las piernas inquietas, el demonio que te despierta cuando duermes

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El 23 de septiembre se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas
El 23 de septiembre se celebra el Día Mundial del Síndrome de Piernas Inquietas

Cada 23 de septiembre se festeja el Día Mundial del Síndrome de las Piernas Inquietas o enfermedad de Willis-Ekbom, una jornada que viene impulsada por diferentes asociaciones de pacientes de todo el mundo con el fin de concienciar acerca de los síntomas, causas, diagnóstico y tratamiento de este síndrome. Asimismo, nace con la intencionalidad de dar visibilidad a un trastorno para muchos invisible. Pero, para otros muy presentes en su día a día ya que afecta hasta un 10% de la población global.

¿Qué es?

“Es un trastorno sensitivo-motor que afecta sobre todo a las piernas” caracterizado por una “sensación extraña”, no dolorosa, en “lo único que te alivia esa sensación es mover bruscamente las extremidades”. Los síntomas aparecen en “estado de reposo” y suelen manifestarse por la tarde-noche.

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Según estudios realizados a nivel europeo, esta dolencia afecta “más a las mujeres que a los hombres”. “No se sabe exactamente el por qué. Pero, generalmente aparece en el embarazo. En algunos casos desaparece después del parto, pero, en otros se queda ahí instalado”, Ana María Jiménez, presidenta de Asociación española de síndrome de las piernas inquietas.

Origen de esta enfermedad

Su procedencia todavía no está determinada. Sin embargo, si se sabe que puede existir un “componente de predisposición genética”. ¿Por qué? Debido a que al menos una tercera parte de los pacientes tienen antecedentes familiares. Asimismo, existe otra hipótesis de su procedencia. “Se sospecha que el origen de este síndrome puede guardar relación con un descenso de la dopamina, que es un neurotransmisor cerebral necesario para la realización y coordinación de movimientos. Hay estudios que inciden que determinados problemas en el transporte de hierro al cerebro pueden provocar estas alteraciones en la síntesis de la dopamina”, comenta María Jesús Martínez, médico de familia.

Un trastorno neurológico del que se tiene constancia desde el siglo 17. Pero, no se avanzó en su conocimiento científico hasta 1944 cuando el neurólogo sueco Dr. Ekbomrealizó la primera descripción moderna de este cuadro”.

¿Cómo se diagnostica?

En el programa InquietaMENTE, el doctor Puertas, médico de la unidad del sueño del hospital de la ribera en Valencia, asegura que un estudio muestra que en nuestro país de cada 100 personas que padecen este trastorno solo diez son diagnosticadas correctamente. El resto son diagnosticados con “problemas circulatorios”, “ansiedad”, “estrés” o simplemente no son capaces de identificarlo como un trastorno neurológico. Como consecuencia, existe muy poca concienciación. “Es necesario una buena calidad de sueño y que hay que diagnosticar y tratar los problemas de sueño cuando los haya y cuanto antes mejor”, afirma el neuro fisiólogo Antonio Pedrero.

Ante la dificultad de diagnosticar el cuadro, la sociedad Española de Médicos de Atención Primaria ha publicado una monografía sobre el síndrome de las piernas inquietas con la finalidad de identificar, “poner tratamiento” o “derivar al especialista correspondiente”. El grupo internacional de estudio del síndrome de piernas inquietas estableció unos criterios diagnósticos para su detección. “La necesidad imperiosa de mover las piernas. Seguido de esta con esta sensación de dolor o malestar. El que los problemas aparecen o se agravan con la inactividad. Y el ritmo día-noche”.

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No existe tratamiento que cure este trastorno neurológico

Con el paso del tiempo, la enfermedad se va haciendo “más crónica”. “Lo que ocurre es que los dolores son más intensos y ocupan más horas durante el día. Lo que inicialmente empezaba al atardecer o al acostarse, con el tiempo va apareciendo a horas cada vez más tempranas. Y en algún momento, ya afecta también a los brazos y la respuesta a la medicación es menor”, argumentaba el director del instituto de investigaciones del sueño, Diego García Borrero. A esta afirmación añadía que, con el transcurso de los años, el padecer esta dolencia puede ser un “factor que agrava el riesgo cardiovascular”.

Sin embargo, una medicación adecuada mejora la calidad de vida del paciente. “Es eficaz en el 90-95% de los pacientes. A largo plazo, la medicación pierde algo de eficacia en algunos casos. Pero, son muchos los pacientes que se mantienen absolutamente en remisión durante periodos de tiempo muy largos”.

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La enfermedad incomprendida

El mayor problema de este síndrome es que te impide dormir, como consecuencia los pacientes que sufren esta dolencia aseguran que “la hora de ir a la cama es terrorífica”. Además, te imposibilita estar sentado o tumbado por lo que para paliar esta molestia tienen que “andar por la calle de madrugada”. Como consecuencia, se encuentran bastante cansados.

Una enfermedad estigmatizada que afecta gravemente a tres esferas de la vida: social, laboral y familiar. A un paciente con esta dolencia le cuesta mucho establecer relaciones porque es incapaz de disfrutar de una velada sin que el malestar le de tregua. Al igual que al viajar, el individuo tiene que estar gran parte del trayecto levantado. En cuanto al nivel laboral, el no poder descansar convierte en una persona irascible, cansada, malhumorada y es “difícil explicárselo a tu jefe” el motivo por el cual te encuentras así. Una parte de la población que se siente incomprendida, invisibilizada e impotente porque sienten que su dolencia es difícil de explicar y esto dificulta a que el resto de la población empatize con ellos.