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Tras las palabras y huellas de Miguel Hernández

  • En el año en el que se conmemora el 80 aniversario de la muerte del poeta, recorremos Orihuela, su ciudad natal
  • También Alicante, ciudad en la que falleció y está enterrado, y Quesada, el pueblo jienense en el que nació su esposa

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El poeta Miguel Hernández con su esposa, Josefina Manresa
El poeta Miguel Hernández con su esposa, Josefina Manresa

En 2022, se conmemora el 80 aniversario de la muerte de Miguel Hernández, uno de los grandes poetas de este país y también uno de los más comprometidos.

El autor de Perito en lunas o El rayo que no cesa (título que inspira el nombre de El gallo que no cesa) nació en Orihuela, vivió unos años en Madrid y falleció con 31 años en Alicante.

Su muerte, precoz e injusta, truncó la carrera literaria del "poeta del pueblo", sin embargo, permanecen sus versos y su legado y muchos lugares están impregnados de él. Los hemos recorrido en El gallo que no cesa.

El gallo que no cesa - Tierra sin límites: Alicante y la vida de Miguel Hernández - Escuchar ahora

Orihuela: de niño pastor a joven poeta

El 30 de octubre de 1910, nacía Miguel Hernández Gilabert en Orihuela. Allí, Miguel fue el niño que leía a escondidas de su padre, el que escribía poemas mientras cuidaba de sus cabras en la montaña, el que se empapó de la naturaleza, de las tradiciones que le rodeaban y el que eligió la palabra contra la desigualdad y la injusticia.

El municipio entero evoca a su vecino más ilustre. “A Miguel Hernández lo podemos encontrar en muchos rincones de Orihuela”, afirma Tomás Serna, director de la Casa Museo de Miguel Hernández y a la vez, en el imaginario del poeta está muy presente Orihuela, como explica Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández: “Significa la esencia, la semilla, el elemento nutricio más importante”.

Orihuela está llena de rincones que le rinden homenaje y otros que fueron importantes en su vida, muchos de ellos agrupados en la ruta hernandiana que recorre las calles de la localidad. Son lugares como la casa donde nació, el colegio Santo Domingo, donde estudió, los espacios donde declamó sus primeros versos o la sierra a la que acudía con sus cabras; según Larrabide, “la naturaleza (...) fue su principal escuela”.

Aprendió también en el colegio, donde acudió unos pocos años, en los libros que le prestaron y de las tradiciones y juegos ; además, fue sensible a las injusticias que le rodeaban. “ Se va a dar cuenta desde bien pequeño de las desigualdades sociales y económicas que había en este pueblo y también se va a dar cuenta, en su propia casa, de cómo la mujer está dominada por el hombre, por su padre”.

Es esta casa, la casa familiar, hoy Casa Museo Miguel Hernández, uno de los espacios oriolanos que más hablan de Miguel. Vivió casi dos décadas en ella, desde los cuatro años hasta que partió rumbo a Madrid. Su director, Tomas Serna, la define como “un lugar mágico donde el cabrero empieza a escribir y donde ese niño empieza a ser poeta”.

Sus salas y objetos muestran cómo era la vida de esta familia ganadera y a la vez tienen ecos poéticos. Se exponen sus pertenencias, su cama, retratos, fotos e ilustraciones y muchos de los elementos que aparecen en los versos hernandianos: las cebollas (En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba), los limones (Me tiraste un limón, y tan amargo, con una mano cálida, y tan pura, que no menoscabó su arquitectura y probé su amargura sin embargo) o la higuera que como explica Tomás se convirtió en refugio del poeta: “Hay más de 20 poemas donde aparece la higuera o el higo (...) y por supuesto la elegía a Ramón Sijé en la que dice 'volverás a mi huerto y a mi higuera'''.

La Casa Museo con su sala de exposiciones forma parte de la ruta hernandiana por Orihuela, pero hay otras poblaciones que fueron importantes en la vida de Miguel Hernández.

La Senda del Poeta: prólogo, vida y epílogo

Orihuela es el punto de partida de la senda del Poeta o camino Hernandiano, una ruta de 68 kilómetros que conecta paisajes y poblaciones que de una manera u otra están vinculados a Miguel Hernández. Atraviesa tres comarcas alicantinas que enumera Aitor Larrabide, "la comarca de la Vega Baja, el Bajo Vinalopó y L'Alicantí”.

Pasa por localidades como Redován, donde nació el padre o Cox, donde vivió Miguel después de casarse con Josefina Manresa en marzo de 1937 (más bien vivió ella, Miguel pasó la mayor parte del tiempo en el frente) y donde nacieron sus dos hijos, Manuel Ramón, que falleció muy pequeño y Manuel Miguel.

La ruta también recorre Elche, sede de la universidad Miguel Hernández, la ciudad en la que el poeta recibió su único premio en vida y el lugar al que se trasladaron Josefina y Manuel Miguel en el año 50, ocho años después de la muerte del poeta.

El camino termina en Alicante, ciudad que visitó en vida y donde falleció de tuberculosis el 28 de marzo de 1942, después de pasar los últimos años de su vida de prisión en prisión.

En el cementerio municipal Nuestra Señora del Remedio yace el poeta al lado de su esposa y de su hijo. Junto a sus nombres, unos versos: “Libre soy. Siénteme libre. Sólo por amor”.

Murió demasiado joven, víctima de la represión y de la injusticia, pero permanecen sus palabras y todo su legado, un legado que se puede conocer en Quesada, en la provincia de Jaén.

Quesada, el museo que contiene su legado

El legado de Miguel Hernández lleva unos cuantos años en Quesada, el pueblo natal de Josefina Manresa. Gran parte de los objetos y documentos se exponen en un museo que el poeta comparte con el pintor Rafael Zabaleta, “un museo muy bien montado con seis salas”, describe Juan Antonio López Vilchez, concejal de cultura del municipio.

Las salas están nombradas como los libros del poeta. En ellas, se recrean algunos de los escenarios de la vida de Miguel Hernández (una trinchera, la primera celda en la que estuvo encarcelado en Rosal de la Frontera, su casa...) y es muestran manuscritos, cartas y objetos como la máquina de escribir, la maleta o incluso una lechera en la que “Josefina le llevaba caldos a la cárcel (...) y cuando le devolvía la lechera, debajo de la tapadera, le escribía poesías o cartas”.

Orihuela, Cox, Elche, Madrid, Alicante o Quesada son algunos de los lugares impregnados por Miguel Hernández. Sin embargo, su presencia es universal, se percibe por todo el mundo, allí donde han llegado sus versos.