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Genes, clones y gemelos

  • ¿qué sucede con los gemelos que son separados al nacer?
  • Elsa Punset indaga sobre las fuentes culturales e innatas de la creatividad.

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Redes - Genes, clones y gemelos

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Eduard Punset y su equipo han logrado demostrar que ciencia y entretenimiento se pueden unir para que en este tercer milenio la ciencia, por fin, irrumpa en la cultura popular.

El programa se emite en La 2, todos los domingos, a las 21:30 horas; y se repite los domingos, a las 3:15 horas, y los jueves, a las 13:00 horas.

y en el Canal 24 horas, según el siguiente horario:

  • Los jueves, a las 15:00 horas
  • Los viernes, a las 21:00 horas
  • Los sábados, a las 10:30 horas

Los hermanos gemelos –mellizos concebidos de un mismo óvulo– son, técnicamente, clones; tienen en común un ADN idéntico. Son dos gotas de agua, tanto en el aspecto físico como en muchas características de su personalidad. Pero, ¿qué sucede con los gemelos que son separados al nacer? Al analizar estos casos, la psicóloga Nancy Segal revela aspectos de la formación de la personalidad y explica a Eduard Punset el papel de la cultura y de los genes en este proceso. Además, en su sección, Elsa Punset indaga sobre las fuentes culturales e innatas de la creatividad.

Entrevista de Eduard Punset a David Bainbridge, zoólogo y veterinario de la Universidad de Cambridge. Barcelona, 18 de octubre del 2012.

Podemos superar muchos de nuestros miedos a la clonación estudiando a los gemelos.

Nancy Segal

Eduard Punset:

Hoy tenemos la suerte de contar con la presencia de Nancy Segal, la mayor experta mundial en gemelos. Nancy, he disfrutado muchísimo con los pocos libros tuyos que he podido leer… leí Indivisible By Two, pero también has escrito otras obras como Someone Else’s Twin o Born Together-Reared Apart. Me parece fascinante entender lo que sucede con los gemelos. 

Tal vez la mejor manera de presentarles el tema a los telespectadores sea a través de alguno de los recuerdos que has plasmado en el libro. El primero tiene que ver con dos gemelos que nacieron a la vez pero se criaron separados; dos gemelos monocigóticos que crecieron lejos el uno del otro. Resulta que ambos se hicieron bomberos. ¿Te acuerdas? 

Nancy Segal:

¡Sí, claro! ¡Mark y Gerry!

Eduard Punset: 

Mark y Gerry…

Nancy Segal:

Se conocieron por primera vez a los 31 años. Resulta que ambos eran bomberos voluntarios. Los dos medían casi dos metros, eran calvos, llevaban bigote y cinturones con hebillas grandes y llaves colgando. Pero su principal peculiaridad era que agarraban la lata de cerveza con el dedo meñique por debajo.

Eduard Punset: 

El meñique…

Nancy Segal:

¡Sí! Lo cual nos plantea todo tipo de preguntas fascinantes: ¿cómo es posible que estos gemelos llegaran a hacer cosas tan parecidas si se habían criado separados toda la vida? Se podría sugerir que les gustaba sostener la lata así porque les resultaba agradable, tal vez les recordaba el momento en el que se les había formado la mano, los aspectos genéticos relacionados, o quizá les gustaba tantísimo la cerveza que no querían derramarla… sea como sea, se abre un abanico de explicaciones de las que antes carecíamos: ¡que nos ayudan a comprender nuestras peculiaridades y hábitos también! No están ahí por casualidad, sino por un motivo.

Eduard Punset: 

Es curioso, porque la idea de que o bien la cultura o bien los genes lo determinan todo siempre está presente y resulta, en cierto modo, perturbadora. ¿Se debe todo a los genes?

Nancy Segal:

¡No hay ninguna conducta que se deba completamente a los genes! Incluso los gemelos idénticos separados al nacer son diferentes en algunos aspectos, pero se parecen más que nadie. Creo que lo importante es darse cuenta de que los genes funcionan de un modo probabilístico y no determinístico. Es decir, pueden empujarnos hacia ciertas cosas o apartarnos de otras, pero en esta vida podemos elegir; los genes nos harán más proclives a determinadas elecciones que a otras, pero no de un modo determinístico.

Eduard Punset: 

Y tú conociste a estos dos.

Nancy Segal:

Sí. Mark y Gerry eran increíblemente parecidos cuando los conocí, y lo sorprendente, además, ¡es que se llevaban genial! ¡Encajaban a la perfección! Esto demuestra que nos gusta estar con aquellos con quienes compartimos ciertas características.

Eduard Punset: 

¿Ah, sí?

Nancy Segal:

En su caso, ¡era como si se conocieran de siempre! Mark me dijo que era como si hubiera estado 31 años de vacaciones y, al encontrarse con Gerry, solamente le hiciera falta completar un par de datos. Se comprendían perfectamente. A ambos les encantaba la comida china y la cerveza Budweiser, les gustaba mucho el fútbol (aunque tenían distintas preferencias en lo que concierne al equipo), les apasionaba la música, pero a uno le iba más el rock and roll y al otro la música country…

Eduard Punset: 

Y los separaron al nacer.

Nancy Segal:

No se vieron durante 31 años.

Eduard Punset: 

Increíble.

Nancy Segal:

¡Es fascinante! Pero… ¡nos dice tanto sobre por qué somos como somos! Y también sobre por qué nos parecemos a algunos familiares y no a otros, ya que los genes explican tanto los parecidos como las diferencias; explican por qué algunos de nuestros hijos se parecen y otros no y por qué algunos se llevan bien con sus hermanos y otros no tanto...

Eduard Punset: 

Sí: creo que nos haces entender por qué algunos genes se expresan abierta y claramente mientras que otros permanecen tapados, escondidos.

Nancy Segal:

Eso mismo, sí. Los genes se expresan en un entorno, y dicho entorno puede modificar la expresión genética. Algunas conductas relacionadas con el funcionamiento cerebral no son tan modificables; otras, como la satisfacción con el trabajo, lo son un poco más. No se puede asignar un porcentaje de influencia genética sobre una conducta, porque varía de rasgo a rasgo.

Eduard Punset: 

También hablas en el libro del caso de Oskar y…

Nancy Segal:

Jack. Oskar y Jack.

Eduard Punset: 

Uno era nazi, casi…

Nancy Segal:

¡Oh, no! Déjame que te cuente la historia de Oskar and Jack, porque ha dado lugar a muchos equívocos. Oskar y Jack, hijos de un padre rumano judío y una madre alemana católica, nacieron en Trinidad en 1933. Cuando los padres se separaron, los niños apenas tenían seis meses. El padre se quedó con Jack en Trinidad porque era el gemelo con el carácter más manejable; mientras que el bebé más difícil, Oskar, se quedó con la madre, que se lo llevó de vuelta consigo a la Alemania nazi. No olvides que la guerra acabó cuando Oskar tenía solamente 12 años: no puede decirse que fuera nazi.

Eduard Punset: 

No.

Nancy Segal:

Formaba parte de las Juventudes Hitlerianas como todos los niños de su edad; le gustaba porque podía practicar deporte y librarse de ir la iglesia. En cambio, a Jack lo criaron en la fe judía. Los dos sabían que tenían un gemelo, incluso llegaron a escribirse cartas… pero no se conocieron en persona hasta pasados los 20. En ese momento, Jack vivía en un kibutz en Israel, pero viajó a Alemania para encontrarse con Oskar por primera vez. Fue un encuentro muy difícil, porque tenían ideas políticas e históricas diametralmente opuestas y ni siquiera hablaban el mismo idioma… parecía improbable que volvieran a encontrarse. Sin embargo, al cumplir los 45, oyeron hablar del estudio de Minnesota sobre gemelos criados por separado (en el que yo participaba) y decidieron darse otra oportunidad. Resultó que se parecían en muchas cosas: solían lavarse las manos antes y después de ir al baño, estornudaban ruidosamente en los ascensores para molestar a los demás… nada les atraía más que una mesa de juego… ¡tenían muchas costumbres interesantes como esa! Y, ¿sabes? Se querían. De verdad que sí; sentían un fuerte afecto y atracción el uno por el otro pero, a la vez, se odiaban: la suya era una relación de amor-odio. La mantuvieron durante siete años, hasta que Oskar falleció en 1997.

Lo interesante de estos gemelos es que, si se hubiera tratado de cualquier otro judío o cualquier otro ciudadano de la Alemania nazi, probablemente no se hubieran molestado en conocerse.

Eduard Punset: 

¡Exacto!

Nancy Segal:

¿Para qué iban a hacerlo? Pero, como eran gemelos idénticos y estaban tan fascinados con sus similitudes, encontraron la manera de hacerlo. Otra cosa fascinante es que los dos sabían que, si se hubieran invertido sus posiciones, habrían acabado siendo el otro, que al fin y al cabo era una versión de ellos mismos; habrían crecido para convertirse en la persona cuyas convicciones detestaban más profundamente. Me parece fascinante, porque ninguno de nosotros logra verse bajo otro prisma. A lo sumo podemos imaginar vidas alternativas, pero los gemelos criados por separado, como Jack y Oskar, pueden verse realmente de otra manera, como en un espejo.

Eduard Punset: 

Ahora me gustaría preguntarte sobre ellas; y es que las veo en el libro estas dos niñitas chinas que son gemelas pero, si lo he entendido bien, siempre se han criado por separado.

Nancy Segal:

A las dos chiquitinas de las que hablo en mi libro (Gillian y Lily) resulta que las encontraron y las adoptaron dos familias distintas. Lo que pasó fue que dos parejas de padres, que iban en el mismo grupo a buscar a los bebés que les habían asignado, recibieron una fotografía y al verla dijeron: «o nos van a dar el mismo bebé por error, o tenemos gemelos». Y las niñas eran gemelas. Una de las madres me contactó y la ayudé a hacer las pruebas de ADN para cerciorarse de que las niñas eran gemelas… la madre me contó que había más parejas en la misma situación. 

Por eso ahora estoy realizando este estudio, el único estudio prospectivo que existe hasta la fecha, en el que se realiza un seguimiento longitudinal de gemelos en el tiempo: estudio a entre 11 y 12 pares de gemelos chinos separados al nacer y analizo su inteligencia, su personalidad y los cambios en el tiempo.

Eduard Punset: 

En 1996, creo, nació Dolly, una oveja, una oveja escocesa, que era fruto de un proceso de clonación. Y todo el mundo (yo incluido) se empezó a preguntar cuál era la diferencia, si es que había alguna, entre la clonación y los gemelos. Y tú saliste a decir algo (lo recuerdo muy bien, no solo está en tus libros); hiciste unas declaraciones en las que decías que, bueno, eran dos cosas distintas, pero dijiste algo así como que, corrígeme si me equivoco… No es una tragedia, es decir, no es tan distinto como algunos piensan. ¿Qué querías decir?

Nancy Segal:

Pues que todos los gemelos monocigóticos son clones por definición (son organismos genéticamente idénticos) mientras que los clones no son gemelos idénticos, porque los gemelos tienen características únicas: se forman a la vez, llegan al mundo a la vez, comparten el entorno intrauterino, comparten la cultura en la que nacen… En cambio, los clones tienen un momento distinto de concepción, llegan al mundo de un modo distinto, y no comparten los atributos únicos de los gemelos. Ahora bien, a muchas personas, cuando se plantean la clonación humana, les preocupa que se produzca una pérdida de identidad o algo así. Yo lo que digo es que hay que estudiar a los gemelos idénticos para ver qué sucede. Son el modelo más parecido que tenemos. Y los gemelos se sienten individuos únicos, sienten que tienen un sentido de identidad propio… de hecho, remarcan las diferencias entre ellos. Otra cosa que he escuchado es: «bueno, los padres tendrán expectativas de sus hijos clonados, esperarán que sean como ellos». ¡Mi respuesta es que hoy en día los padres también tienen expectativas para sus hijos! Además, a los adolescentes les preocupa que nadie les entienda, y tal vez el padre de un hijo clonado lo comprenda de maneras que no podamos anticipar… Todos estos argumentos, en mi opinión, sirven para calmar los miedos de la gente. No digo que la clonación esté justificada, lo que digo es que creo que los miedos expresados carecen de fundamento.

Eduard Punset: 

Y una de las ventajas de los gemelos y de la clonación es que probablemente hace avanzar a la ciencia en su multidisciplinariedad.

Nancy Segal:

En efecto. La ciencia avanza, nunca va hacia atrás. Creo que puede haber problemas con la clonación, pero que los superaremos. ¿Sabes? Tenemos que avanzar. No hay más que recordar cuando las mujeres empezaron a plantearse la fecundación in vitro en 1978: a muchos les preocupaba que pudiera destruir las familias… y ahora esos niños han crecido estupendamente, las familias están bien y hemos constatado que la fecundación in vitro es maravillosa, porque ha permitido que parejas con problemas de fertilidad puedan formar una familia. Creo que podemos superar muchos de nuestros miedos estudiando a los gemelos idénticos y simplemente esperando, prestando atención y observándolos… pero la ciencia va hacia delante, no hacia atrás. Y si alguien es, pongamos, el único superviviente de su familia y quiere clonarse a sí mismo, ¿por qué no? ¿Acaso ocurrirá algo terrible? Si un padre pasea por la calle de la mano de su bebé clonado, ¡nadie lo sabrá! ¿Quién se dará cuenta? Otra cosa: me han hablado de un programa de televisión que juntó a cuatro parejas de madres e hijas que se parecían muchísimo, ¡lo cual nos brinda otro modelo! ¡Esas madres e hijas estaban la mar de contentas! Les gustaba parecerse, ¡les encantaba! Así pues, debemos ir en esa dirección: recurrir a los datos, a los casos de la vida real, para ir aportando información sobre los nuevos avances científicos.