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En Portada. "Con el euro en el bolsillo"

  • Echamos la vista atrás para recordar las vísperas de la entrada en vigor del euro
  • En Portada mostraba en 2001 cómo se vivía el momento en el BCE y en la calle
  • "Con el euro en el bolsillo" es el reportaje del mes de diciembre en la web
  • Pilar Requena, su autora, comparte con nosotros la trastienda de aquel trabajo

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En Portada - Con el euro en el bolsillo

Hace diez años, más de 300 millones de habitantes de 12 países de la Unión Europea nos encontrábamos inmersos en una “locura”: la de aprender a marchas forzadas los “euros” para decir adiós a nuestras pesetas, marcos, liras, francos, dracmas….. ¿Recuerdan cuántas pesetas eran un euro? Pues algo así como 166 coma algo pero el algo se me ha olvidado ya. Y eso que nos lo aprendimos casi como las tablas de multiplicar. Eran momentos en que todos volvimos por unos días a la escuela.

Yo era entonces corresponsal de TVE en Alemania y me tocaba por lo tanto cubrir también el Banco Central Europeo en Francfort. Y, desde Madrid, me encargaron hacer un En Portada sobre el euro. Recuerdo que al principio respiré hondo y dije: “¡horror! ¿cómo se puede convertir la entrada en circulación de una nueva moneda en un reportaje?”. Pero un “no es posible” no era la solución. Me pregunté qué me gustaría saber a mí de esa moneda que iba a entrar en nuestros bolsillos, más allá de lo que me contaban en el BCE.

De las interioridades del BCE al mercado de abastos

Lo que me apetecía en el fondo era conocer los “secretos”, las entrañas del BCE y tenía curiosidad por ver si todos los europeos eran igual de torpes y sudaban la misma tinta aprendiéndose a manejar con el euro. Ese fue finalmente el planteamiento del reportaje: una parte está dedicada a "descubrir" las interioridades del Banco Central Europeo -el guardián del euro- y otra es un recorrido por la mayor parte de los países que entonces conformaban el euro: desde la helada Finlandia hasta la más calurosa Grecia pasando por las frías Alemania, Austria u Holanda.

Mis compañeros de Madrid y de las corresponsalías de Italia, Francia o Portugal contribuyeron con historias que rodaron en sus países. Al final, teníamos todas las piezas de un puzzle que teníamos que componer y al que íbamos a titular Con el euro en el bolsillo. El puzzle es un reportaje en el que se pasa de la seriedad de los "mandamases" del euro y su puesta en circulación a la diversión de ver cómo todos, niños, adolescentes, mayores, ancianos, estábamos inmersos en el mismo aprendizaje y teníamos los mismos problemas. Y, también, la misma alegría y los mismos miedos (entre otros a la subida de precios por el redondeo).

El euro, en la UCI con diez años

Al final, el niño llegó al mundo el 1 de enero de 2002. Y, a pesar de  reticencias, escepticismos o miedos, es ya parte de nuestras vidas.  Los más jóvenes ni siquiera se pueden imaginar que antes circulaban por Europa muchas monedas distintas. Pero, hoy, diez años después, nuestro euro está al borde del abismo.

Los políticos de ahora no son como aquellos que trabajaron por una mayor integración de Europa y por el nacimiento del euro. Han prevalecido sus egoísmos nacionales, sus ansías de permanencia en el poder, su falta de visión de Estado y de Europa, sobre el sueño de Europa. Esto ha provocado en los europeos un euro escepticismo creciente y nos echamos unos a otros las culpas sobre lo que ocurre, miramos al otro casi como “enemigo”.

Tenemos a nuestro euro en la UCI pero con los cuidados apropiados y un “electroshock” adecuado podemos devolverle a una larga vida,  Hemos de mirar nuestros billetes, en el reverso veremos que los puentes son el motivo principal. Tendámoslos de nuevo entre nosotros y pensemos que todos estamos en el mismo barco y hemos de llegar a buen puerto.

Estos días mi mirada se posa más veces que nunca en el billete de 50 euros en una especie de marco de metacrilato que el BCE nos regaló a los periodistas que cubrimos aquel histórico acontecimiento. No me gustaría que acabase como una pieza de museo. Quiero que permanezca en esa balda de la librería como el recuerdo de aquella fría pero cálida euro-Nochevieja que viví en el 2001 en Francfort.