Monasterio de la Encarnación


La salida del mes de marzo nos lleva a una recoleta plaza del centro de Madrid donde se ubica el Monasterio de la Encarnación, a poca distancia del Palacio Real, y que ha sobrevivido, aunque algo cercenado por las desamortizaciones del siglo XIX.
Monasterio de la Encarnación Aurora González Villa
El Monasterio de la Encarnación, si bien barroco, tiene un aspecto exterior cuya sobriedad recuerda a Juan de Herrera. Sus obras se iniciaron en 1611, por expreso deseo de los Reyes de España, Felipe III y Margarita de Austria. A pesar de que la reina fue su impulsora y su protectora, no llegó a verlo concluido, porque en 1616, fecha de su inauguración, la reina ya había muerto.
Su arquitecto fue fray Alberto de la Madre de Dios, carmelita descalzo, entre cuyas obras existen diversos monasterios e iglesias repartidas por nuestro suelo, como por ejemplo el Santuario de la Cruz de Caravaca. Este fraile fue uno de los principales forjadores del Barroco español. La institución se puso desde el principio en manos de monjas agustinas recoletas y a ella pertenecieron numerosas damas de la aristocracia española. Su primera priora fue Mariana de San José, amiga de la reina desde que coincidieron en Valladolid, y ambas idearon la construcción de un monasterio en Madrid.
En su interior posee una amplia selección de pinturas, entre las que destacan los retratos de los Reyes de España, y varias esculturas religiosas, como un Cristo yacente de Gregorio Fernández.
Sala de retratos Aurora González Villa
Sin embargo, lo que yo más destacaría es la sala dedicada a los relicarios, donde se agolpa un ingente número de reliquias de santos, tantas que serían necesarios varios días de estancia para tener una idea de lo que allí se aglutina. Señalaría, por su incidencia en la psiquis del pueblo de Madrid, una ampolla que contiene la sangre de San Pantaleón, conservada en estado sólido, que se licúa cada 27 de julio y tradicionalmente existe la creencia de que, si esta licuación no se produce, es porque se anuncian grandes males.
Visita al Monasterio Aurora González Villa
En la visita pudimos atisbar una pequeña huerta, no visible desde el exterior, donde las monjas trabajaban. Realmente es un monasterio, con un gran museo poco conocido por los madrileños.