Enlaces accesibilidad

Escribir un diario en 2025, una rutina "terapéutica" y "una puerta al pasado": "Redactar te ayuda a agarrar el tiempo"

  • Los psicólogos apuntan que escribir uno tiene beneficios, como reforzar el procesamiento cognitivo
  • Santi ha escrito más de 10 libretas con sus diarios: "Mi hilo conductor suele ser el sentimiento"
Escribir un diario en 2025, una rutina "terapéutica" y "una puerta al pasado": "Redactar te ayuda a agarrar el tiempo"
Una persona escribe en un cuaderno. GETTY IMAGES

Santi comienza a escribir sus pensamientos en una libreta cada día con una fórmula de bienvenida, pero también de motivación. Unas palabras breves, aunque sugerentes y poéticas, porque, como en cada buena historia —cuenta—, lo importante es el principio y el final. Las primeras que abren la última página que ha escrito en su diario son "Escritura diaria, ¡allá voy!".

Sigue esta rutina, que ahora se llama journaling (escribir un diario), desde hace varios años, casi siempre en el vagón del metro, sin importar si no cabe ni un alma más o si hay un artista callejero rapeando a pleno pulmón. Es un ejercicio terapéutico. A veces, lo hace de pie mientras desafía la gravedad; otras, sentado en el suelo si se da la casualidad de que todos los asientos están ocupados. En cualquier postura, se acomoda y saca de su mochila una libreta y un bolígrafo. Se apoya en sus rodillas y, tras poner la fecha del día a la derecha de la página, comienza a plasmar sus emociones en su diario con tinta azul y una caligrafía tortuosa. Si llega el momento de bajarse y no ha terminado, lo hace al volver a casa.

Journaling

Santi escribe su diario en el metro de Madrid y reconoce que es "una rutina esencial" S. GUILLÉN

"Para mí es una rutina esencial. Si no escribiera, no creo que me pudiera conocer e incluso tardaría en tomar decisiones o verbalizar mis pensamientos", admite. Su pasión viene de largo, de una forma natural. Empezó "por inercia", primero recurriendo a la creatividad para trazar historias y elaborar textos más creativos; más tarde es cuando llegaron las reflexiones y aquella pasión derivó en una rutina que se ha convertido en la escritura diaria de reflexiones.

Escribir para agarrar el tiempo

Esta costumbre le ha llevado a completar más de diez libretas. Entre las miles de palabras que atiborran los cuadernos, hay relatos en primera persona, experiencias de días previos y deseos o aspiraciones para los que vienen. También hay historias escondidas que derivan de los sentimientos vividos. "Mi hilo conductor suele ser el sentimiento y no tanto lo que ha sucedido. Si he estado en un concierto en el que no paraba de pensar en un problema con otra persona, lo que suelo hacer es escribir sobre el conflicto más que sobre el evento, porque ese sentimiento tiene más peso en mi interior", explica.

Pese a que el diario se ha visto siempre desde un punto de vista social como una escritura unidireccional y personal, Santi comparte lo que escribe con sus amigos. No solo lo hace movido por la confianza, sino también porque lo ve desde una perspectiva terapéutica.

Siento que escribir en mi diario es como una puerta al pasado

Guarda todos esos diarios —a veces impregnadas de tachones; otras escritas de arriba abajo, asfixiando los espacios con una letra desordenada— apilados en una estantería, mostrando una amplia amalgama de colores. De vez en cuando suele releer las páginas porque supone un orgullo haber completado tantos tomos. "Lo siento como una puerta al pasado. A veces, nos fiamos demasiado de la memoria y creemos que lo que pensamos en un momento lo vamos a recordar siempre, pero no".

Además, escribir en un diario supone agarrar el tiempo. "El hecho de escribir, aunque sea de vez en cuando, te ayuda a mantenerlo —reflexiona—. Al final, el tiempo se va muy fácilmente, pasa rápido, casi sin darte cuenta... Y cuando escribes, lo puedes agarrar y eres consciente de cómo transcurre".

De recomendarlo en consulta, a escribirlo en la cama

María Ortega, psicóloga, es consciente del paso del tiempo y por eso escribe desde hace tres años en un diario. El hecho de recomendar tantas veces en sus sesiones que los pacientes expresaran en el papel sus pensamientos le llevó a preguntarse: ¿y por qué no lo hago yo también? Así es como esta psicóloga retomó un hábito presente durante su adolescencia: "Es una herramienta terapéutica de bajo impacto. No se necesitan grandes medios ni mucho tiempo. Cualquier persona con un bolígrafo y un papel, o con un teléfono a mano, puede dedicarse a hacer esta práctica".

A día de hoy, considera que escribir es anclarse en el presente. "Lo siento como una actividad de mindfulness (conciencia plena) que me mantiene en el aquí y en el ahora. Me ayuda a externalizar los pensamientos y liberarlos de manera ordenada en el papel", confiesa.

A diferencia de Santi, que plasma sus emociones a plena luz del día y bajo la mirada atenta de muchos pasajeros del metro, ella prefiere hacerlo una vez ha acabado el día, cuando ya está metida en la cama. En su mesita de noche, hay un cuaderno y un bolígrafo para escribir. Además, confiesa que en ocasiones enciende una vela para crear un entorno apacible, una atmósfera de plena relajación.

Este hábito tiene muchos beneficios, apunta: "Ese diario puede funcionar como un espacio seguro donde la persona puede expresar sus emociones sin sentirse juzgado. Es una forma de regulación: escribimos lo que por dentro nos genera tensión". Existen otros rendimientos, como reducir la activación fisiológica vinculada con el estrés o reforzar el procesamiento cognitivo, explica Ortega. "Este procesamiento narrativo es clave, sobre todo en casos de abordaje de traumas, porque nos permite integrar la experiencia. Al final, el lenguaje actúa como un puente entre la emoción y la razón, porque escribir nos permite comprender lo que sentimos".

Una actividad "potente a nivel cerebral"

Con el journaling, trabajan muchas zonas del cerebro. "Es muy potente a nivel cerebral porque conecta lenguaje, memoria, emoción y las funciones ejecutivas", razona.

Así, el hipocampo ayuda a organizar lo que ha sucedido y lo convierte en una historia coherente, mientras que el sistema de recompensa contribuye a comprender mejor el sentimiento y genera alivio y bienestar. Por otro lado, la amígdala trabaja en procesar las emociones y colabora también en el aprendizaje y la memoria. "Muchos profesionales recomendamos escribir sobre lo que nos ocurre porque el cerebro activa redes prefrontales que tienen una función inhibidora sobre la amígdala. De este modo, la emoción deja de manejar a la persona y es regida por la parte racional de nuestro cerebro", afirma.

Quien escribe un diario suele ser una persona introspectiva y que se cuida a sí misma; alguien al que le gusta dedicar unos minutos para saber cómo se siente. "Al final es una actividad que nos invita a pararnos y en la sociedad actual, con un ritmo acelerado, es algo que no vemos en muchas personas de nuestro alrededor", razona. Además, suele verse como una actividad infantil, que proviene de la infancia y de la adolescencia, e incluso femenina. "Que sea más común en chicas tiene sentido porque al final, desde pequeñas reciben más permiso social para hablar de las emociones —argumenta—. En cambio, los niños suelen ser educados para que se muestren más autosuficientes y minimicen las emociones".

Un paseo por la papelería: diarios con contraseñas y libretas

En las papelerías, los diarios están dirigidos para un público más bien infantil. Los hay con una infinidad de diseños: de princesas, de muñecas, de dinosaurios o con dibujos minimalistas. Sus colores son de lo más diversos: azules, verdes o rosas. Y lo que más llama la atención a los niños es la privacidad que podemos tener con ellos, dado que hay diarios que llevan un candado y llave y otros, con contraseñas y sonidos.

Francisco y Belén son los dueños de una papelería del centro de Madrid. "Vendemos un par de diarios al mes, aproximadamente. Suelen ser los abuelos quienes se los compran a los nietos", cuentan.

Escribir un diario en 2025, una rutina

Los diarios ofrecen distintos modelos: los hay con contraseña o con candado y llave DEPESCHE

Es probable que alguna vez, y más bien durante nuestra infancia, muchos hayamos sido dueños de un diario, donde hemos confesado nuestros amores secretos o por qué nos habíamos enfadado con nuestros amigos más cercanos. No es secreto que pueden encontrarse en bastantes papelerías o bazares, situados junto a bolígrafos, cuadernos o rotuladores, aunque parece ser una tendencia ahora. "Realmente se han puesto de moda hace menos de un año, pero porque los críos ven los diarios con los candados y les hace gracia", afirman.

Los adultos, en cambio, prefieren diarios más minimalistas, con tapas de colores y bandas elásticas para sostenerlos. En su mayoría, recurren a cualquier tipo de cuaderno para anotar sus pensamientos. "Los adultos los personalizan más y usan cuadernos de campo", explican.

Ya sea en papel o en móvil, con bolígrafo negro o azul, al principio o al final del día... Siempre habrá unas palabras con las que poder expresar nuestros pensamientos y, al igual que el pintor acude al lienzo a desahogarse, hay personas que encuentren en ellas un refugio y una forma de mostrarse como verdaderamente son. La última frase escrita por Santi dice así: "Dicho todo esto, ¡vamos al ajo!". Porque sí, querido diario, es 2025 y hay quien te sigue escribiendo.