'Joe la pirata': icono queer, pilota de carreras, dueña de su propia isla y amante de Marlene Dietrich
- Hubert y Virginie Augustin cuentan la insólita y apasionante biografía de Marion Barbara Carstairs
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“Nunca fui niña, salí queer del útero” (Marion Barbara Carstairs)
Lo de Marion Barbara Carstairs (Londres 1900-Florida 1993) es mucho más que una vida de película, es una vida de ensueño, porque desde muy pequeña eligió la libertad por encima de todo y nunca renunció a nada, por muy loco que pareciese: de muy niña consiguió que la llamaran Tuffy; fue una adicta a la competición, la adrenalina y las mujeres; condujo una ambulancia en la I Guerra Mundial; destacó como piloto de carreras de lanchas; fundó su propia compañía de taxis e incluso se compró su propio reino: una isla en el Caribe que gobernó junto a su inseparable compañero, un muñeco de trapo.
Sin olvidar que buscó tesoros piratas, conoció a reyes y vivió su sexualidad de una forma escandalosa para la época, ya que mantuvo romances con numerosas mujeres entre las que destaca Marlene Dietrich, que fue quien la apodó “la pirata” y a la que regaló un barco y una playa de su isla.
Sin duda una vida fascinante que el guionista Hubert (1971-2020) y al dibujante Virginie Augustin (1973) han convertido, en la novela gráfica Joe la pirata (La Cúpula), en la que narran la apasionante búsqueda de la libertad por parte de una mujer queer que nunca renunció a ninguno de sus sueños, por muy locos que pareciesen.
Página de 'Joe la pirata'
Una biografía tan increíble como cierta
Marion Barbara Carstairs nació en el Londres de 1900, en una familia acomodada y desde muy pequeña demostró su rebeldía e independencia empeñándose en que la llamaran Tuffy, algo que no tardó en conseguir.
De hecho, sus padres no podían con ella y la consideraban un peligro para sus hermanastros, por lo que la ingresaron en un selecto colegio de señoritas. Allí dio rienda suelta a su pasión por las mujeres. De hecho, una de sus primeras amantes fue Dolly Wilde, sobrina del famosísimo Oscar Wilde.
Con apenas 16 años se apuntó para conducir una ambulancia durante la I Guerra Mundial y también ayudaba a enterrar a los muertos. Y tras la contienda empezó a vestirse de hombre y la relación con su madre, que no dejaba de cambiar de maridos y amantes, se deterioró muchísimo, sobre todo cuando la madre se casó con su cuarto marido, el doctor Voronoff, famoso por su tratamiento para revertir la impotencia transplantando testículos de chimpancé a pacientes humanos.
Página de 'Joe la pirata'
La “mujer más rápida sobre el agua”
En esa época se casó con un noble sin fortuna solo para que su madre los dejará en paz y para poder repartirse la dote, aunque el matrimonio se anularía porque no llegó a consumarse. También la empezaron a llamar Joe.
De hecho, la madre murió muy joven y ella heredó la gran fortuna familiar. Entonces se volcó en los deportes: esquí, hípica, natación… hasta que descubrió las carreras de lanchas motoras. Ganó casi todos los campeonatos más importantes de la época y se convirtió en una celebridad. De hecho la llamaban “la mujer más rápida sobre el agua”.
En esa época una de sus amantes le regaló a Lord Tod Warley, un muñeco al que trataba como si estuviera vivo y que la acompaño durante toda su vida. De hecho, cuando murió los incineraron juntos y sus cenizas reposan también juntas en una tumba al lado del mar.
Ilustración de 'Joe la pirata'
Viajó por todo el mundo y reinó en una isla en el Caribe
Convertida en toda una celebridad por su escandalosa forma de comportarse, Joe decidió comprarse una isla en el Caribe, donde se convirtió casi en una reina. Buscó tesoros piratas, ejerció de gobernanta y de jueza y logró que la isla y sus habitantes prosperaran. Incluso hizo que los nativos se asociaran para reclamar derechos, lo que le valió la enemistad de los dueños de otras islas que solo querían explotar a los habitantes como si fueran esclavos para conseguir el máximo beneficio.
En una escapada a Montecarlo conoció a la mismísima Marlene Dietrich, a la que se llevó a su isla, donde pasaron largas temporadas. Joe incluso le regaló un barco y construyó para ella una casa en una playa. Pero Marlene Dietrich resultó demasiado incontrolable incluso para ella y acabó yéndose a seguir con su carrera cinematográfica. Aunque cuando Joe murió encontraron entre sus papeles el título de propiedad de la playa y la casa que había regalado a Marlene.
Por cierto que ese apelativo de “la pirata” es como la llamaba cariñosamente Marlene Dietrich.
Al final de sus días, Joe vendió la isla por un millón de dólares (le había costado 40.000) y estaba obsesionada con escribir un libro de memorias o que su vida se convirtiese en una película protagonizada por Katherine Hepburn. De hecho, llegó a grabar unas entrevistas en audio que, años después, sirvieron a la periodista Kate Summerscale para escribir el libro The Queen of Whale, que ha servido a los autores para escribir este cómic y que, desgraciadamente, no ha sido traducido al español”.
Página de 'Joe la pirata'
Una elegante y sorprendente novela gráfica
La vida de Joe la pirata es una mina de oro para dos grandes autores como Hubert y Virginie Augustin. Es una historia trepidante, emocionante y llena de hermosos detalles.
Un canto a la libertad que también se convierte en una obra de arte gracias a los bellísimos dibujos de Virginie (1973), que combina la elegancia de los años 20 y 30 con el grafismo más moderno para conseguir una obra atemporal. Antes de centrarse en el cómic, Virginie se formó en animación y colaboró con los estudios Disney en largometrajes como Tarzán y Hércules, una experiencia que se nota en la vida y el movimiento que sabe transmitir a sus irresistibles personajes.
Un cómic que nos conquista al primer vistazo, con su excepcional blanco y negro, y en el que, cuanto más nos sumergimos más queremos permanecer.
Si duda uno de los cómics más apasionantes y bellos del año y, sobre todo, un canto a la libertad individual y a la lucha por los sueños. Y es que, si podía soñarse, Joe la pirata podía hacerlo realidad.
Portada de 'Joe la pirata'