El crack toma el centro de Frankfurt
- La capital económica de Alemania busca soluciones a su grave crisis de drogas
- Las autoridades denuncian que están sobrepasados y que el sistema está bajo presión
Centenares de miles de pasajeros llegan o parten cada día de la estación central de Frankfurt, el corazón financiero de Alemania. Son trabajadores de banca, comerciantes y turistas. Los que conocen la ciudad rodean algunas de las calles más cercanas al salir de la terminal. Los que no, se topan inmediatamente con decenas de personas con pipas y trozos de papel de aluminio que consumen crack en grupos en las aceras y soportales.
Sabine es una vecina de Bahnhofsviertel, el barrio de la estación. Mientras espera el tranvía junto a su bicicleta, cuenta a RTVE que es trabajadora social y dice que la policía "no da para más" para tratar de combatir el tráfico o evitar altercados entre los consumidores. "Voy con mi bici a todas partes porque me hace sentirme más segura", relata.
Una turista británica cruza por un paso de peatones próximo a una de las zonas más conflictivas. Nos cuenta que lleva aquí varios días. Reservó un alojamiento que le parecía práctico al estar en pleno centro, pero asegura que lo que ha encontrado es "gente vagando por la calle, sobre todo por la noche" y que "tiene un poco de miedo". Un rápido vistazo a las reseñas de los hoteles pone de manifiesto la sorpresa de los huéspedes por la situación de la zona.
Un joven reconoce el micrófono de TVE y se acerca a hablar con nosotros. Se llama Rubén, es de Ourense. Apunta que tenía unas horas de escala en el aeropuerto y que decidió acercarse al centro para conocerlo. Relata que ha salido de la estación y se ha quedado impresionado. "Es un poco fuerte. Luego, una vez que entras en la ciudad, se dispersa un poco".
"Desbordados" por el consumo
"Estamos desbordados por la cantidad de droga que se consume". Lo confiesa Elke Voitl, concejal de Asuntos Sociales y Salud del Ayuntamiento de Frankfurt. "El mercado de droga está saturado, las drogas son muy baratas y hay mucha más gente que las va a consumir" pronostica esta política del partido de Los Verdes.
A finales de los años 80, la heroína se convirtió en un problema de salud pública de primer orden en la ciudad, considerada entonces el mayor punto de consumo de drogas al aire libre de todo el país.
Las autoridades decidieron combatir la situación con una fuerte represión policial del crimen organizado y el tráfico de estupefacientes. A la vez, habilitaron lugares seguros a los consumidores; centros legales bajo supervisión médica, con asistencia psicológica y psiquiátrica donde empezaron a recibir terapias de sustitución o material esterilizado, jeringuillas limpias para reducir la mortalidad por infecciones o por enfermedades como el SIDA. El objetivo era también poder tratarlos inmediatamente en caso de sobredosis.
La iniciativa sacó de las calles y los parques a centenares de drogodependientes y redujo la mortalidad. Hasta recibió un nombre: La vía Frankfurt. "Funcionó realmente bien", recuerda Bernd Werse, director del Centro de Investigación de Adicciones de la Universidad de Frankfurt. "Muchas ciudades copiaron el enfoque, pero ahora la ciudad tiene que pensar en otras alternativas", sentencia. Porque aquella solución estaba diseñada para combatir el tráfico y consumo de heroína, una sustancia con un tipo de consumo y efectos muy diferentes al crack que se extiende ahora por la principal ciudad del estado federado de Hesse.
El sistema, bajo presión
Frankfurt tiene una larga historia de consumo abierto de drogas. "En los años 60, en los márgenes del movimiento hippie se estableció una tradición de consumo de drogas con las tropas estadounidenses establecidas en Alemania Occidental" explica Werse. "Al final de los años 90 hubo soldados estadounidenses que trajeron crack. La gente local también lo empezó a consumir y se expandió rápidamente aquí en Frankfurt", relata.
Hoy, dos de cada tres drogodependientes en la ciudad consumen crack, según estimaciones del Ayuntamiento. Esta sustancia estupefaciente, derivada de la cocaína, se fuma y produce efectos casi instantáneos y también efímeros. En muy pocos minutos, el consumidor se siente impelido a volver a consumir, un patrón que provoca reacciones mucho más agresivas que la heroína. Así que las autoridades municipales se preguntan cuál puede ser su nueva "vía Frankfurt".
"Hay que adaptar las salas de consumo existentes para que puedan servir a adictos al crack. Disponer de habitaciones diferentes y a la vez mantener los servicios para heroína en la misma instalación con soporte médico, higiene, duchas. La gente adicta tiene muchos más problemas que su adicción; tienen deudas, problemas psiquiátricos", enumera desde el Ayuntamiento Elke Voitl, que advierte que también se ha registrado presencia de fentanilo, la sustancia que ha arrastrado a Estados Unidos a la peor crisis de drogas de su historia.
"El sistema está bajo presión, tenemos un gran problema que ha empeorado con la pandemia y con el deterioro de la situación económica en los últimos años" argumenta el investigador Werse, que sentencia: "Por ahora, no tenemos buenas soluciones".
Empieza a llover y las personas que consumen en las aceras buscan refugio entre los soportales y las luces de neón de los locales cercanos, cubiertos con capuchas y arrastrando carros o bolsas de plástico con algunas pertenencias. La calle queda desierta, con la imagen al fondo del área financiera que concentra casi todos los rascacielos de Alemania; las sedes de los bancos más grandes del país como Commerzbank o DZ, o el gigante estadounidense Goldman Sachs. Un retrato incompleto de una ciudad enferma bajo las alturas.