Jafar Panahi, de la disidencia iraní y la cárcel al Oscar: "Si tuviera miedo nunca habría hecho cine"
- Se estrena en España Un simple accidente, ganadora de la Palma de Oro en Cannes y una de las películas del año
- RTVE Noticias entrevista al cineasta iraní, que retrata una confrontación entre víctimas y victimarios de la Revolución Islámica
Solo 24 horas después del éxtasis de ganar la Palma de Oro en Cannes, el cineasta Jafar Panahi obtuvo una victoria aún mayor: subirse a un avión para volar a Teherán. No era poca cosa para el cineasta disidente más famoso del mundo, condenado en 2010 por el régimen iraní a seis años de prisión y 20 años sin poder salir de su país, que ahora puede, al fin, moverse libremente. “No pienso en el miedo, si lo tuviera nunca habría hecho cine”, explicaba a RTVE Noticias en el Festival de San Sebastián. “Hago mi trabajo y si tengo que pagar un precio, lo pago”.
Con todo, el director del año se sacude cualquier etiqueta heroica. Sí, ha pisado la prisión e inició una huelga de hambre como protesta, pero opina que la duración de su sufrimiento palidece en comparación con otros represaliados del régimen a los que conoció y escuchó en la cárcel, y de los que, precisamente, brotó la trama Un simple accidente: un grupo de víctimas excarceladas que se topan con –supuestamente- su antiguo torturador, ahora un hombre corriente, al que creen reconocer por el sonido de su pierna ortopédica.
Tranquilo, casi corporalmente rígido, y con la mirada velada tras unas gafas de sol de montura hexagonal, Panahi lo explica así: “Imaginé a distintos hombres y mujeres con los que conviví en la cárcel y traté de reflejar su vivencia. Escribirlo me llenó de nervios y estrés, pero estoy muy satisfecho de haber hecho la película". Como sucedió el año pasado con La semilla de la higuera sagrada, de su compatriota Mohammad Rasoulof, lo extracinematográfico (la persecución, el rodaje clandestino, el exilio de sus creadores) no debe confundir: Un simple accidente es un drama humanista, salpicado de humor, portentoso en sí mismo.
Pese a la represión, la voz de Panahi jamás se apagó y durante la década pasada ingenió un cine de resistencia insólito, filmándose clandestinamente en películas caseras protagonizadas por él mismo (Esto no es una película, Taxi Teherán o Los osos no existen) que luego se proyectaban en los mejores festivales del mundo. Pero llegó la amnistía de su condena y, aunque sin autorización para rodar, ha regresado a su cine humanista con actores triunfando con Un simple accidente, laureada en Cannes y una de las películas favoritas para las nominaciones de los Oscar, no solo en la categoría de mejor película internacional.
“Cuando me ordenaron no hacer películas durante 20 años mi primera reacción fue quedarme grogui, no sabía qué hacer con mi futuro inmediato”, recuerda. “Poco a poco recuperé el control de mí mismo y me dije: soy cineasta, no valgo para otra cosa. Traté de controlar mi rabia y sentimientos. Encerrado en casa con un amigo nos grabamos con una cámara casera, y como no podía filmar, lo llamé Esto no es una película”.
Jafar Panahi, al recibir la Palma de Oro de Cannes, entre Cate Blanchett y Juliette Binoche. EFE/EPA/MOHAMMED BADRA
Controlar los sentimientos y la rabia es precisamente uno de los temas de Un simple accidente. Desde la ira hasta la resignación, la gama de reacciones de las víctimas que retrata Farhadi deben decidir lo que en el fondo no es más que un ensayo de una cuestión mayor: ¿cómo podrá reconciliarse Irán cuando el régimen de los ayatolás se apague?
“El régimen está destruido económica, cultural y socialmente, no tienen la aceptación de la mayoría de la población, lo ha perdido todo. Es un cuerpo sin vida que se mantiene a la fuerza”, describe Panahi. El antiguo carcelero, reconvertido en buen padre de familia, encarna esa banalidad del mal, carente de autocrítica, a la que el cineasta, si no perdón, ofrece una ambivalente mirada entre la justicia y la misericordia.
“Naturalmente cualquier acontecimiento afecta y no soy una excepción”, explica sobre las fases qué el mismo ha experimentado respecto a la injusticia. “Se puede tomar la decisión de responder a la violencia con violencia, o se puede responder con olvido pero reflejando el sentimiento personal que sucede hacia dentro”.
Las primeras predicciones de los medios estadounidenses ya sitúan Un simple accidente como nominada a mejor película y dirección, además de mejor película internacional (representando a Francia por su apoyo a la producción). La otra incógnita, la presencia o no de Panahi debido a la restricción para los viajes de ciudadanos iraníes a Estados Unidos, ya se ha despejado con el visado que obtuvo la semana pasada para ir al Festival de Nueva York.