Pepa Bueno: "Mi materia prima es el trabajo de cada periodista con sus ojos, sus fuentes y su criterio"
- La periodista vuelve a TVE para editar y presentar desde esta noche el Telediario 2 a las 21:00 h
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En esta entrevista el lector encontrará que las respuestas contienen algunas frases repetidas. No se trata de una errata ni un descuido. Es que Pepa Bueno se subraya a sí misma cuando habla. Va engarzando las certezas que la sostienen de siempre con otras ideas nuevas que acaba de descubrir y de vez en cuando, se detiene para apuntalar el eco de lo más importante, como con un rotulador.
Que quede muy claro, por ejemplo, que lo que hacemos los periodistas responde a un estricto protocolo de aproximación honesta a la realidad. Que las vistas desde los despachos no tienen que sobrepasar la altura de la mirada de la gente. Que miedo a la tecnología, ninguno. Y a las nuevas narrativas, tampoco.
Y nítido también que su credibilidad descansa en la de cada periodista del equipo y que disfruta como una niña ante la tarea de hacer la escaleta, el relato del día; lo piensa y le brillan los ojos. Esta tarde construirá la del lunes 1 de septiembre de 2025. En el control del Telediario se iniciará una cuenta atrás en voz alta y a las nueve en punto un realizador de TVE dará la orden que materialice el regreso de Pepa Bueno al TD2.
PREGUNTA. Procedería empezar preguntándote qué poso te va dejando este verano para iniciar la temporada pero aún tenemos el humo encima. Los incendios empezaron siendo una noticia, se convirtieron en muchas y ahora son un tema periodístico primordial, ¿cómo vas a tratarlo?
RESPUESTA. Como siempre he pensado: el periodismo, a ras de suelo. Lo primero es lo que está pasando y cómo lo está pasando la gente. Y qué va a ser de esa gente ahora. Los que han perdido su medio de vida, los que han perdido sus casas, los que han perdido la expectativa del turismo porque hay mucho terreno arrasado. Yo creo que es el primer e imprescindible nivel en el que el periodismo tiene que situarse: a ras de suelo, y mirar la realidad desde la altura de los ojos de la gente a la que nos dirigimos. Y esto tiene que seguir siendo así hoy, mañana, pasado, dentro de un mes, cuando se hayan apagado los focos y se hayan ido la mayoría de los que están. Este es el primer nivel, pero luego queda un debate de fondo muy interesante que está muy contaminado por el ruido, y hay que sobreponerse al ruido y ver qué podemos hacer para evitar que estos incendios provoquen tanto daño.
P. A mantener esa mirada amplia, periférica, te ayudan sus orígenes, no solo biológicos –Pepa Bueno nació en Badajoz como bien delata su acento extremeño- sino también profesionales.
R. Recuerdo una broma que yo solía gastar cuando llegué a hacer periodismo en Madrid después de haber hecho periodismo en Extremadura, en Andalucía, en Aragón... Decía, "oye, que la vida no empieza y termina la carrera de San Jerónimo". Que ahí fuera, más allá de esta olla a presión que es Madrid, hay muchísimos españoles que están trabajando, sufriendo, tienen aspiraciones y forman este país. Eso es parte de mi carrera, de mi mirada sobre el mundo. El entender que esta olla a presión que es Madrid, donde se concentra todo el poder, los grandes medios, las redacciones centrales, no puede pretender e ignorar que España es mucho más grande, que los problemas no acaban cuando empieza el curso político y vuelve la agenda en el Congreso de los Diputados. Y esta casa, afortunadamente, tiene una enorme porosidad. RTVE está en todo el terreno con los centros territoriales donde hay magníficos periodistas. Para mí esa herramienta es uno de los atractivos que tiene el volver a hacer el Telediario: el saber que cuento con esa porosidad, gente sobre el terreno que nos ayuda a dar una imagen más completa, más compleja de este país, que es complejo, que es complejo. Esa sensibilidad confío en no haberla perdido a lo largo de mi vida. Confío en no haberla perdido. Creo que por donde he pasado he procurado sobreponerme al ruido y mirar más allá de una agenda muy empobrecedora y que domina muchas veces la conversación pública, que es la política profesional.
P. Atrapados a veces en ese bucle político-periodístico, ¿qué cosas descuidamos?
R. Es una burbuja que domina la conversación pública y no siempre lo merece. Cuando se apagan los focos sobre un gran acontecimiento, hoy los incendios, antes de ayer la dana, y esos asuntos desaparecen del ámbito nacional, pienso que no cumplimos con nuestro trabajo como periodistas. No creo que haya que hacer grandes teorías sobre esto, es que es nuestro trabajo: mirar a todo el territorio al que nos dirigimos. Y en España hay mucha complejidad, mucha diversidad, y esta es una tele pública y esos ciudadanos tienen todo el derecho a reconocerse. Tienen derecho a reconocerse en la tele pública.
P. Luego está la dificultad de trasladar eso a la exigencia y las estrecheces de una escaleta [el esquema del guion donde se ordenan las noticias], que aquí en TVE lo llamamos "minutado" y todavía remite más a la fugacidad de ese poco tiempo que hay que repartir para contar un día en el mundo. Esas noticias periféricas son las que, aunque entren, luego se caen, no se cuentan. Llega un exabrupto de Trump y el tema que habíamos pedido a Badajoz se cae porque todo no cabe. ¿Qué supone esa lucha interna?
R. ¡La sal de la vida!, de nuestro trabajo, ¿no? Es un informativo de 35 minutos. La última vez que yo hice este telediario duraba una hora. Ahora dura 35 minutos. Y esa tensión es la naturaleza de nuestro trabajo. El tratar de plantearte cada día qué es más relevante para la vida de los ciudadanos, qué tiene mayor recorrido. ¿Cuál de los temas nos obliga a pedir rendición de cuentas a los poderes públicos aquí? Y ese criterio, que está muy bien dicho así, en teoría, lo tienes que aplicar a un minutado de 35 minutos, porque luego es el "ay, ay, ay... ese exabrupto de Trump, ¿por qué no lo hemos dado?" Pero este debate ya lo tuvimos intensamente cuando Trump fue presidente. Estaba entonces yo en la SER. Cuando el exabrupto revela un cambio en el orden mundial, revela las intenciones del presidente de la todavía primera potencia del mundo, ese exabrupto es una noticia. Cuando únicamente estamos asistiendo a la repetición de la repetición, pues ese día si efectivamente en Badajoz o en Teruel o en León hay una noticia, tienes que hacer un ejercicio yo diría que de periodismo, ¿no? Tampoco hay que convertirlo en ejercicio de responsabilidad. Es un ejercicio de periodismo.
“El verdadero ejercicio que tiene que afrontar el periodismo hoy es la selección“
P. Le echamos mucha culpa a la agenda política, pero hay otras: la social, la económica,... llega un momento en que la comunicación está tan organizada que replicamos todos los medios las mismas noticias y apenas tenemos margen para ir por libre. ¿Qué pasa con esos otros asuntos reales que no nos va a contar ningún gabinete de comunicación?
R. Nunca en la historia hemos tenido tanta información disponible, tantos ítems disponibles, de manera que ahora el verdadero ejercicio de periodismo que tiene afrontar un minutado de un informativo en televisión, y más en la televisión pública, es la selección. La selección. Eso es fundamental. Sin miedo y sin complejos. Yo hablo mucho de esas "antenas" que sirven para, en todas las ocasiones que la vida cotidiana te dé, estar atenta a la conversación real. Porque solemos llamarle conversación a la que está en las redes y vale que también hay que chequear eso, pero la conversación real, convertir una conversación que está en la sociedad en un tema periodístico y en un tema periodístico relevante es, primero, una obligación, pero luego ¡uno de los placeres de este oficio! ¡Uno de los placeres de este oficio! ¿No? Yo en las reuniones editoriales con mis equipos suelo utilizar otro truco: un tema peregrino que he escuchado en una conversación, tomando un café... lo lanzo encima de la mesa. Todo el mundo dice: "bueno, esto, esto, esto..." -Pepa gesticula escepticismo-. Y a los dos segundos, hay una discusión encendida. Y yo digo: ¿hay tema o no hay tema? ¿Hay tema o no hay tema? Si en esta mesa que somos diez, doce, quince, estamos discutiendo encendidamente por este asunto, por supuesto esto está en las casas y está en la calle. La sensibilidad de convertir eso en un tema periodístico no se puede perder. Yo estoy segura que hay un montón de conversaciones ahora: el comienzo del colegio, un hastío de la bronca política,... Un hastío de la bronca política que hay que testear muy bien y que hay que escuchar muy bien porque eso genera antipolítica, que es el horror.
Entre contar el grado de crispación que tiene la vida pública española, que es altísimo, estar atentos al hartazgo que provoca en la ciudadanía y no caer en el atajo fácil de la antipolítica, ahí se juega una buena parte de la responsabilidad de los medios y de la calidad de nuestra democracia. Porque es muy fácil caer en la antipolítica pero no todos los políticos son iguales. ¿Cuál es la alternativa? Que alguien nos diga cuál es la alternativa a la política. Para mí es un asunto central. Central.
P. Elaboramos la información con el material que tenemos y a veces en política ese material son unos tuits que se arrojan dos políticos. En otras ocasiones has criticado la plaga de declaraciones de argumentario de los partidos. Peor aún es esta reducción a dos pantallazos en los que a veces incluso hay burla o desprecio, ¿qué hacemos con eso? ¿Es la realidad que hay que contar?
R. En periodismo no hay plantillas. A veces reproducir los tuits es un ejercicio fácil de llenar una pieza pero otras veces son muy reveladores. Está muy bien que los dirigentes les hablen directamente a los ciudadanos, pero claro, eso ha hecho que las entrevistas políticas, primero, se hagan menos, que ellos solo acudan donde supuestamente "van a ser bien tratados" y, por lo tanto, se estén sometiendo menos al principio de contradicción, que para eso estamos los periodistas, para someter a los dirigentes al principio de contradicción. Entonces, ¿cómo lidias? Ahora en nuestro país no es posible mantener consensos básicos sobre grandes temas, e igual para explicar eso hay que incluir esos mensajes, pero no pueden ser la base de nuestra información política porque entonces estamos haciendo de notarios. Y no, nosotros no somos notarios, no hemos venido a contar que este dice esto y este dice aquello sin sacar nosotros la mano para ver si llueve o no. Es más fácil, es más cómodo, huyes de que te etiqueten y de que te critiquen. Pero yo creo que los periodistas estamos para contar lo que nuestros ojos ven y nuestro criterio profesional entiende. Esto es muy importante y eso hay que defenderlo. No podemos mentir. Hay que evitar equivocarse en el enfoque. Hay que hacer información completa. Hay que hacer enfoques que partan de la realidad, porque la realidad existe por más que nos cuenten que hay realidades alternativas. No, la realidad existe. Pero este camino fácil de "estos dicen", "los otros opinan"... No. Nosotros sacamos la mano y vemos que llueve, que es nuestro trabajo. Mi telediario no voy a dedicarlo a la notaría.
P. ¿Y nos damos los periodistas el tiempo necesario y el margen necesario para hacer ese ejercicio?
R. No nos engañemos, hay que hacer un elogio de la prisa. Nosotros trabajamos en el día a día. El informativo que yo voy a hacer se llama Telediario. Yo te puedo hacer un gran discurso de que hay que pararse a reflexionar -que es verdad que hay que hacerlo- pero lo que se nos exige es la solvencia, el criterio y la rapidez para que a las preguntas que los ciudadanos se hacen ante los grandes acontecimientos por la mañana o al mediodía, tú intentes darles alguna respuesta por la noche. Este es nuestro difícil trabajo. Efectivamente se pueden tratar temas a largo plazo, con una factura más depurada, especiales en profundidad. Pero hay que hacer un elogio de la prisa y poner en valor el trabajo de los periodistas, que son señores y señoras que cada día cuentan miles de historias. Y cuando se equivocan, si alguna vez se equivocan, son noticia. Eso es porque la inmensa mayoría está haciendo bien su trabajo todos los días, día a día, minuto a minuto.
“El periodismo es un protocolo estricto de aproximación honesta a la realidad y eso lo hacen nuestros periodistas en el terreno cada día“
Yo voy a estar sentada en un plató y voy a ordenar un minutado. Pero hay un montón de periodistas de esta redacción que cada día, cada uno de ellos se enfrenta a una noticia, a una rueda de prensa, a un reportaje sobre el terreno, trabaja contrarreloj y lo hace bien. Esto es lo que tenemos que decirle a los ciudadanos en este momento en que el periodismo tiene tanto descrédito. En alguna medida por errores propios, es cierto, pero ahora con muchos interesados, hay que subrayarlo: hay muchos interesados en el descrédito del periodista. ¿Para qué quiero un periodista que me somete al principio de contradicción si yo directamente desde Twitter [seguimos llamando Twitter a la red social X] puedo dirigirme a los míos? Hay mucha gente que está desprestigiando la profesión. Se confunde comunicación con periodismo y son dos cosas radicalmente distintas. La comunicación es legítima, ahora disponemos de más canales que nunca en la historia para comunicar. Pero el periodismo es un protocolo estricto de aproximación a la realidad. Es un protocolo estricto de aproximación a la realidad. Y eso lo hacen los profesionales del periodismo.
P. La clave está en que el espectador nos identifique claramente.
R. La clave está en explicar. Por eso yo defiendo mucho a los periodistas que salen en el Telediario, a los periodistas que escriben en un periódico, porque las entrevistas nos las hacen a quienes estamos en la dirección, en la presentación o en la edición. Pero nosotros la materia prima con la que trabajamos son los ojos de nuestros reporteros por el mundo. Es su profesionalidad para consultar buenas fuentes. Yo cuando veo un grandísimo directo en un incendio, estos días que miro los telediarios con microscopio, y veo una gran periodista sobre el terreno con un paisaje arrasado detrás explicando lo que ha ocurrido, que lleva allí todo el día, que ha hablado con todos y lo ha visto con sus ojos...: ese es el material del que se fabrica el telediario que presenta Pepa Bueno. Mi credibilidad es su credibilidad, es su credibilidad. Y es ese trabajo, ese trabajo cotidiano, pesado, que sigue un protocolo, ese es el que tenemos que poner en valor. El de los compañeros dispersos sobre el terreno: sus ojos, su criterio, que estén sacando todo el tiempo la mano a ver si llueve. Y usted dice que llueve y aquel dice que no llueve. ¿Pero llueve o no llueve?
P. Cientos de periodistas dispersos, haciendo cada uno su tarea, otros tantos gestionando qué hacer, dónde, cómo hacerlo llegar, reaccionando a cada última hora... y luego alguien se sienta a ver el Telediario y eso es un relato ordenado, coherente, sencillo, que parece que sale solo.
R. Como me decía a mí mi padre hace años: "hija, ¿y estás todo el día trabajando solo para esto?", jajaja.
P. Y, sin embargo, es un trabajo de orfebrería, es algo muy artesanal, lleno de miles de detalles y microdecisiones. Ahora especialmente, con la importancia de detenerse en los matices e insistir en que la realidad es compleja.
R. Es ese otro trabajo periodístico que a mí me apasiona: jerarquizar, ordenar todo ese caudal de trabajo periodístico de primera magnitud. Ese trabajo a mí me encanta. Es el que más me gusta: un minutado en blanco, el que más. Si lo asumes con responsabilidad y con la pasión que este oficio nos provoca, claro, porque es inabarcable. Yo digo: "quiero aproximarme honestamente a la realidad". ¡Caramba, caramba, caramba! Eso lo hacen los periodistas y luego tú aquí lo ordenas y haces el relato informativo del día. ¡Caramba! El relato informativo del día es tu responsabilidad. A quien te elija para informarse tú le estás decidiendo qué es importante, qué no es importante, qué noticia has sacado, cuál has incluido... Es una responsabilidad enorme. Es una enorme responsabilidad. En un programa de televisión dije: "es lo más parecido a ser Dios". Porque construyes el relato de la actualidad. Y cada palabra cuenta, cada plano cuenta. Cada posición en la escaleta de un tema cuenta, cómo abres, cómo cierras. Cada uno de esos sitios son importantes para construir ese relato. Aunque todos sabemos lo que es hacer un telediario a veces, que diez minutos antes pasa algo, se te cae el mundo encima, tiras la escaleta, te sientas y hablas, jajaja.
P. Tú vienes ahora mismo de un lugar muy relevante del periodismo español, que es el despacho de dirección de El País, y de ahí traes una valiosa experiencia acerca del periodismo digital. ¿Cuál ha sido tu principal aprendizaje respecto a por dónde tenemos que ir?
R. La primera obligación es no tenerle ningún miedo a la tecnología, no tenerle ningún miedo a los nuevos canales de comunicación. Saber que lo importante no es la cinta transportadora, sino lo que nosotros metemos dentro de la cinta transportadora. Yo no tengo ningún miedo. Es más, creo que los periodistas tenemos la obligación de no solo salir al encuentro de los ciudadanos y saber cómo quieren ser informados, qué canal eligen o qué dispositivo, sino de conocer bien los canales y los dispositivos para sacarles todo el rendimiento posible, para contar nuestras buenas historias dentro de ellos. Esta es la primera obligación que tenemos: no tener miedo a las transformaciones. Cuando estaba en El País [Pepa Bueno ha sido directora de El País los últimos cuatro años], me decían "¿ha terminado la transformación digital?" y yo decía que esto no se acaba nunca, ¡no tiene estación término! Yo qué sé a través de qué canales dentro de tres años vamos a estar contando nuestras historias en RTVE.es, a través de qué plataforma, de qué red social, ¿qué es lo relevante? Que lo que metamos dentro sea verdad, que sea una aproximación honesta a la realidad y relevante para los ciudadanos.
Y desde mi punto de vista, que sea relevante para una convivencia democrática entre los ciudadanos. Esto es importante. Ahora, ¿salir a la búsqueda del del lector, el oyente, el espectador? Hay que salir a la búsqueda. ¿Tenerle miedo a la tecnología? Ninguno. Esto es lo que yo he aprendido en la transformación digital de El País. Lo que he visto en la radio. Yo he trabajado en la radio lineal, que es el medio al que más se parece Internet porque tiene una bidireccionalidad muy rápida. Porque es también una ardillita, con una producción más simple, que puede reaccionar con mucha, con mucha rapidez. ¿Y qué te piden los oyentes? Autenticidad. ¿Qué te piden los lectores de un periódico? Aproximación a nuestra realidad. Y una cosa muy importante: entender. Y eso sirve también para la tele. Entender, huir del metalenguaje en el que periodistas y políticos nos movemos. ¿Para quién escribimos? ¿Para quién contamos las historias? Tenemos la obligación de que lo que contemos sea entendido. Que parece una simpleza pero que es fundamental.
P. Otra burbuja.
R. Es ese metalenguaje entre periodistas y políticos en el que damos todo por supuesto. Y no hay que dar nada por supuesto. ¿Estamos para qué? Para ser útiles. El periodismo sobrevivirá si le resulta útil a la sociedad. Si le vamos a contar lo mismo que se encuentra encendiendo el teléfono por la mañana en las redes sociales, sin protocolo y no servido por periodistas, si vamos a reproducir eso, sinceramente, somos muy caros. Tenemos que ser útiles a los ciudadanos. Hemos sido históricamente útiles para ayudar a asentarse las democracias y tenemos que serlo ahora que tenemos un momento muy tenso y muy difícil de cambio profundo en el mundo y una tensión geopolítica extraordinaria. Ahora que hay muchas fuerzas para las que la democracia ha dejado de ser imprescindible. Yo, por lo menos, creo que no conocemos otro sistema mejor que este. No una democracia solo formal, sino una democracia real que resuelva los problemas de la ciudadanía, los problemas reales, cotidianos.
“No podemos hablar "de" los jóvenes, tienen que ser los jóvenes lo que hablen a los jóvenes“
P. En esas amenazas y esa tensión relacionada con la calidad democrática, ¿qué podemos hacer los medios generalistas para acercar a los jóvenes a una visión crítica e informada de la realidad?
R. Yo ahí tengo un discurso muy poco popular y voy contracorriente. Cuando yo tenía 18 años leía periódicos porque quería ser periodista. Mi entorno no leía periódicos, mis colegas no leían periódicos. Pero cuando teníamos 30, ya todos comentábamos la actualidad con más detalle y a los 40, mucho más y, a los 50, mucho más. Quiero decir que hay una parte en la que responsabilizamos a la juventud por no hacer cosas que no se hacen en la juventud, que en la época analógica no las hacíamos.
P. Pero ahora ellos sí reciben información aunque no la busquen.
R. Claro, ellos reciben algo parecido a información, que no siempre es información, pero esto sí que es nuevo. Entonces no recibías nada. Nada era nada. Y cuando empezabas, había unos pasos. En la radio está más estudiado. Empezabas por la radio musical o la radio deportiva. Y dabas el salto al diario hablado. Ahí la escalera estaba más clara. En los periódicos, ¡cuánta gente empezaba los periódicos por detrás! Con la contraportada, luego el deporte, y con el paso de los años te empezaba a importar lo internacional. Ahora reciben desinformación, pero claro, eso apela a toda la sociedad. Eso no pueden resolverlo solo los medios de comunicación. Eso tiene que ver con alfabetización en los colegios, con la alfabetización mediática, con la distinción entre información, comunicación y desinformación, que son tres cosas radicalmente distintas. Y luego, si queremos que los jóvenes vean, escuchen o lean nuestras historias, primero tenemos que ir a donde están ¿Y dónde están? ¿En qué plataforma? Eso, primero. Y, segundo, no podemos hablar "de" los jóvenes. Tienen que ser los jóvenes los que hablen a los jóvenes. ¿Quiénes van a encontrar el lenguaje para dirigirse a ellos en esa plataforma? Probablemente yo no. Lo va a encontrar una periodista de su edad. Tenemos que darles responsabilidad a los jóvenes periodistas porque como ciudadanos occidentales, podemos vivir muchos años, estamos durante mucho más tiempo en activo y nos convertimos en un tapón cuando ya tenemos determinada edad.
P. En TikTok, "esa plataforma de bailecitos", RTVE Noticias ha llegado a los dos millones de seguidores
R. ¿Dos millones? Pues mira, lo que te decía, en el fondo todo está inventado. En la radio, que es donde más estudió, se empezaba con la musical o la deportiva, pues es como ahora Instagram o TikTok con los bailecitos. Hay que penetrar por las grietas que nos dejan los jóvenes y sobre todo, hay que darles responsabilidades a ellos. Lo que no pueden es cometer errores editoriales, y para eso estamos nosotros, para supervisar el error editorial, pero el lenguaje, los temas en los que se fijan, para eso hay que confiar en ellos.
P. Hemos estado hablando de periodismo y como periodista vas a editar y presentar un Telediario de Televisión Española. Nada menos. Cada día, a las 9 en punto de la noche, un millón de personas ante la pantalla, y tú vas a ser la responsable de contar las noticias de la televisión pública ¿Cuánto impone?
R. Impone. Siempre impone. ¡Y ay de aquel al que no le imponga! Ay de aquel que no tenga el vértigo de decir dos segundos antes ¡Dios mío! ¿Qué hago yo aquí? El día que se me pase, me voy. El día que no le tenga respeto y miedo. Luego viene la responsabilidad. Lo primero es el vértigo, lo segundo la responsabilidad y lo tercero, ser muy consciente del privilegio que representa. Conozco a buenísimos periodistas, brillantes periodistas que han hecho su carrera a mi lado y que no han tenido las oportunidades que he tenido yo. Me parece un privilegio la carrera que he podido construir y se la debo a la gente que ha confiado en mí. Y perder esa percepción de tu propia carrera es peligroso, ¿no? Yo ahora siento mucho agradecimiento, mucho agradecimiento a personas concretas, de carne y hueso, con las que estos días he hablado. Porque las carreras se construyen gracias a que los otros confían en nosotros. Y esto hay que tenerlo claro. No es postureo, hay que tenerlo clarísimo, porque si no, pierdes el contacto con la realidad... y no podrás hacer una aproximación honesta a la realidad.