"Atapuerca, la capital del canibalismo": un nuevo hallazgo evidencia que la práctica estaba extendida en el Neolítico
- Científicos españoles han hallado muestras de antropofagia en unos 200 huesos de hace 5.700 años
- Es probable que fuera un "canibalismo de guerra", según el cual se elimina "metafísicamente" a un enemigo comiéndoselo
Atapuerca sigue arrojando sorpresas. Un equipo de investigadores españoles ha hallado en la cueva de El Mirador del yacimiento burgalés decenas de restos que evidencian que la práctica del canibalismo estaba más extendida de lo que se creía durante el Neolítico en Europa occidental.
Se trata de más de 200 muestras de huesos que se remontan a hace unos 5.700 años en los que se aprecian "marcas de corte, exposición al fuego, cocinado y mordeduras de otros humanos", explica a RTVE.es Antonio Rodríguez—Hidalgo, investigador del Instituto de Arqueología-Mérida (IAM-CSIC) y uno de los autores de la investigación, publicada este jueves en la revista Scientific Reports.
Aunque se han detectado "relativamente pocos casos de canibalismo en la prehistoria", durante el Neolítico en la península Ibérica la antropofagia "es más frecuente de lo que podría parecer" y estaba "integrado en la cultura" de las sociedades de la época, tal y como se ha descubierto gracias a Atapuerca.
El fémur de un niño, con marcas de haber sido percutido para extraer el tuétano IPHES-CERCA
Un equipo español especializado en muestras de antropofagia
En el sitio arqueológico, Patrimonio de la Humanidad, se han venido dando hallazgos de canibalismo desde hace tres décadas. Algunos de ellos se remontan a épocas mucho más lejanas que el que se ha dado a conocer este jueves, entre ellos restos de hace casi un millón de años —el primer caso en la historia la evolución humana— y otros de tiempos más cercanos al nuestro, como la Edad del Bronce —hace unos 4.000 años—.
El penúltimo descubrimiento, correspondiente a un caso de antropofagia infantil de hace más de 850.000 años, lo hallaron hace poco más de una semana expertos del mismo equipo. "Atapuerca es como si fuera la capital de canibalismo", dice, medio en broma, Rodríguez—Hidalgo. El yacimiento es "uno de los más importantes para estudiar ese fenómeno a nivel mundial".
Pero, ¿por qué aquí? Según señala este arqueólogo, la clave está en que en Atapuerca trabaja desde hace años un equipo de especialistas en antropofagia que pueden mirar estos hallazgos "con más cariño", y detectar unas marcas muy sutiles que podrían pasar desapercibidas para otros investigadores menos especializados. En este caso, el equipo ha estado liderado por Palmira Saladié, del Institut Català de Paleocologia Humana i Evolució Social (IPHES).
Canibalismo para eliminar "metafísicamente" a sus enemigos
La práctica de comerse unos a otros ha sido "muchísimo más común de lo que pensamos en diferentes sociedades de todo el mundo hasta el siglo XX", cuenta el arqueólogo. El canibalismo puede ser de tipo funerario, cuando un grupo ingiere a sus propios muertos "como una forma de honrarlos"; un "canibalismo de guerra", que se da en contextos de enfrentamientos violentos; o de supervivencia, quizá el más conocido en la cultura popular por el episodio del accidente aéreo de Los Andes y las películas que lo han retratado —¡Viven!, La sociedad de la nieve—.
En la cueva de El Mirador se han encontrado los restos de unas 11 víctimas, entre ellos niños y adolescentes, que los expertos vinculan con mayor probabilidad a un canibalismo de guerra, en el que se eliminó a un grupo familiar entero.
Huesos de extremediades canibalizados IPHES-CERCA
Esta práctica se daba cuando, tras un choque violento entre grupos, a los enemigos "se les termina de borrar no solo matándolos, sino que se les hace desaparecer metafísicamente". Al ingerir su cuerpo, se consigue hacer que desaparezca "su alma", consideraban nuestros antepasados, aunque en otras culturas donde se practica el canibalismo con este comportamiento lo que se busca es integrar en uno "el valor de sus enemigos", detalla Rodríguez—Hidalgo.
A favor de esta hipótesis está el hecho de que las 11 personas murieran en un único momento, lo que descarta que se trate de un ritual funerario continuado en el tiempo —lo que sí se ha encontrado en otros yacimientos—.
No se comieron por necesidad
Los expertos del IPHES también ven improbable que se trate de un canibalismo de supervivencia, algo que se daba, por ejemplo, en barcos a la deriva en el siglo XVII o XVIII, cuando las leyes del mar establecían incluso un "orden jerárquico de quién había que comerse primero".
Los restos hallados no muestran que se dieran unas condiciones "penosas" de hambre ni un fenómeno climático extremo que les obligara a recurrir a la antropofagia por necesidad.
Además, el hecho de que se diera un "aprovechamiento extremo" de los cadáveres descarta que estos fueron de gente conocida. "Si te estás comiendo a alguien que convivía contigo, intentas obtener lo mínimo posible para sobrevivir", explica este experto.
Aunque hubiera violencia, no significa que la llevemos "en los genes"
Aunque tradicionalmente se ha considerado que las sociedades del Paleolótico y el Neolítico eran generalmente pacíficas, este estudio contribuye a demostrar que también "resolvían los conflictos de forma violenta".
Esto no quiere decir, puntualiza Rodríguez—Hidalgo, que el ser humano esté inherentemente dado a la guerra. "No es que la guerra vaya en nuestros genes, sino que lo que hacemos habitualmente, y lo conseguimos, es evitarla con herramientas como la diplomacia o la política. Pero a veces no lo conseguimos, y esas veces son muy llamativas desde el punto de vista del registro arqueológico", subraya.