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'¡Yo quiero un tebeo!', un libro que nos sumerge en los sueños de aquellos niños que leían tebeos

  • Pedro Delgado Cavilla realiza un repaso sentimental por los tebeos, desde la posguerra a la transición
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Portada del tebeo TBO nº 601 (5 pesetas) con viñetas de historietas;  "ARRANQUE POTENTE", escenas de acción y humor con coches.  Viñetas de Juan Centella y El Cosaco Verde.
Detalle de la portada de 'Yo quiero un tebeo'

Al leer el libro ¡Yo quiero un tebeo! Los tebeos españoles desde la posguerra a la Transición (Diábolo ediciones), de Pedro Delgado Cavilla (¡Vamos a morir todos!, ¿Qué diablos vemos?)no he podido evitar acordarme de Pablito, el alter ego de Carlos Giménez en Paracuellos. Pero también en mi propia infancia, porque hubo una época en que los tebeos eran una de las mayores fuentes de sueños y de emociones para los chavales. En que Mortadelo, Anacleto, El Capitán Trueno o Carpanta formaban parte de nuestras vidas.

Y es que este libro no es un repaso exhaustivo de los tebeos españoles, sino que casi lo podríamos definir como un "conjunto de lecturas y sueños" "Sí -nos comenta Pedro-, porque los recuerdos tantas veces son algo casi soñado. Tratamos de conservar en nuestra mente aquello que más nos satisfizo, o en todo caso conservamos lo que más nos impresionó".

Pero... ¿Qué cree Pedro que significaban esos tebeos para nuestros padres y abuelos? (Y para los que ya tenemos una edad). "Los tebeos eran la vía de escape, o mejor, el anclaje con la realidad, porque ésta estaba llena de limitaciones".

Tres viñetas de cómic con la Familia Telerín, Marilín y otros personajes, acompañadas de texto sobre su aparición en tebeos en los años 60, incluyendo revistas como *Din Dan* y *Anteojito*.

Página de 'Yo quiero un tebeo'

Un niño mandó dinero para que Carpanta pudiera comer

El libro es un exhaustivo repaso a esos tebeos y a las emociones que provocaron a los niños de la época. Pedro recoge muchas anécdotas al respecto, aunque la que más nos ha llamado la atención es una relacionada con uno de los grandes personajes de José Escobar: "Sí, los personajes estaban tan vivos en el imaginario colectivo que un niño llegó a realizar un giro postal -como se decía entonces- para que Carpanta pudiera comer".

Y es que Carpanta, La familia Ulises también eran un reflejo de cada época: "Fueron distintos aspectos de la sociedad española que el tebeo reflejó con la misma fortuna que la novela, ya fuera con Nada de Carmen Laforet, El Jarama de Sánchez Ferlosio y otras".

Aunque Pedro Delgado Cavilla también piensa que es hora de deshacerse de viejos tópicos relacionados con los tebeos: "Nuestra semejanza a Mortadelo tiene mucho de tópico, es algo un poco pasado".

Ilustración de la canción de Asfalto sobre Carpanta (1994): imágenes de un restaurante, un hombre con sombrero y el personaje de cómic.  Estilo marchoso, fracaso comercial.

Página de 'Yo quiero un tebeo'

Los tebeos de la Guerra y la posguerra

Otra curiosa anécdota que recoge el libro es que, mientras los sublevados usaron la revista Flechas y Pelayos como una forma de propaganda entre los niños. "Flechas y Pelayos fue hijo de su época y en ese contexto hay que entenderlo" -asegura Pedro-. La Pasionaria se negó a introducir contenidos ideológicos en los tebeos.

"Con respecto a la Pasionaria está documentado -nos comenta Pedro-, lo que ocurre es que vivimos en momentos de muy poca objetividad donde al contrario político hay que demonizarlo. También es cierto que la Pasionaria (y nunca fui próximo a sus ideas) defendió a la famosa Madre Maravillas, que la educó de jovencita, y prohibió que le pusieran la mano encima. Pero en este presente que vivimos la mentira y la distorsión son una constante".

Además, Pedro defiende a Roberto Alcázar y Pedrín, un tebeo que ha quedado como uno de los más fascistas en el imaginario popular. "A mí me aburrían soberanamente. No los aguantaba, pero los he tenido que releer y confirmo que jamás incluyeron alusiones a lo que se llamaba “el Régimen”. Tampoco aparecieron símbolos falangistas, como sí aparecían fascistas en los tebeos italianos", asegura el escritor.

Cuatro portadas de cómics antiguos con ilustraciones y números (60 y 72), acompañadas de un texto sobre la inspiración literaria y cinematográfica de sus títulos. Se mencionan autores y obras.

Página de 'Yo quiero un tebeo'

El fantasma de Manuel Gago

El libro no solo incluye interesantes datos históricos sobre estos cómics sino también curiosas anécdotas, como que en una de sus aventuras, la familia Ulises se comía a su perro (por error, eso sí).

"Para mí la más sorprendente -asegura Pedro-, es la protagonizada por Manuel Gago, el creador del Guerrero del Antifaz (que tampoco me gustaba demasiado, pues fui por edad de El Capitán Trueno) que se apareció a su nuera, después de su fallecimiento, para ayudar a ella y su hijo en un problema familiar. Al despertarse, la nuera pensó que la larga conversación que tuvo con él fue un sueño, pero al acercarse al cuarto de estar se encontró con una evidencia, durante aquella conversación ella fumó mucho y él bebió agua…Y ahí estaba sobre la mesa camilla el cenicero lleno de colillas y un vaso de agua medio vacío. Lo cuenta Juan José Benítez en su excelente libro Estoy bien, sobre apariciones de fallecidos, y me permití tomarlo de ahí".

Cartel de la película

Página de 'Yo quiero un tebeo'

El cómic femenino en los años 50

Pedro también dedica un capítulo del libro a los cómics femeninos, prestando especial atención a los de los años 50. "Esos cómics tenían dos facetas. Por un lado emulaban, pretendían copiar a los cómics estadounidenses en aspectos como el tipo de vida, las relaciones sociales…Y un nivel de vida bastante alto. Esto sobre todo en las publicaciones para niñas más acomodadas".

"La otra vertiente es que las lectoras de origen más modesto sí recibían consignas de la época acerca de la condición de la mujer supeditada al marido, etc. Con todo, nuestra manera de hacer fue copiada por los franceses", añade Pedro.

Además, Pedro dedica un capítulo a Manuel Vázquez, maestro de historietistas como Ibáñez y creador de personajes como Anacleto o Las hermanas Gilda. "Era un gran creativo al que traté de refilón porque era amigo de mi jefe y también amigo, Jordi Amorós en Barcelona. El problema de Vázquez creo que era su inconstancia. Era irregular, aunque también singular y genial. A su lado despuntó más Ibáñez porque a su extraordinario y genial talento unió una gran capacidad de trabajo".

Portadas de dos cómics:

Página de 'Yo quiero un tebeo'

Una excelente documentación

Como es habitual en todos sus libros, destaca la completísima y cuidada documentación que maneja Pedro, que ha revisado cientos de tebeos para este trabajo. "Como escribo libros (ya tengo publicados 16, también en Francia e Italia), estos están en los fondos de la Biblioteca Nacional. Eso me permite la fortuna de tener un carnet, renovable, pero prácticamente vitalicio que me da acceso a todos los fondos, incluso a manuscritos. En la misma sede de la Biblioteca está la Hemeroteca Nacional que ha sido mi fuente de información".

"Una anécdota: estos días, que estoy yendo a la Biblioteca Nacional para documentarme para un nuevo encargo, el guion de un largometraje para mi buen amigo el director Antonio Cuadri (Al salir de clase, Si todas las puertas se cierran…) me encontré en las vitrinas del hall de tan solemne edificio del siglo XVIII, con más de treinta millones de publicaciones, que había un volumen en exposición, de El Cachorro de Iranzo, otra de las grandes creaciones de Bruguera en los años 50".

Portada del cómic

Página de 'Yo quiero un tebeo'

"Hay que reivindicar a autores como Adolfo Usero o Carlos Giménez"

Este libro también sirve para reivindicar a grandes autores cada vez más olvidados. "Sin duda a Adolfo Usero, recientemente fallecido, a Carlos Jiménez (a quien sí cito) y muchos otros que se escapan de la época a la que me refiero -nos comenta Pedro-. Algunos de ellos en activo, aparecidos en la prensa diaria, como Idígoras y Pachi. Afortunadamente hoy sigue habiendo nuevos valores, me viene a la mente Paco Roca (Arrugas)".

El libro termina en la Transición, cuando llegó el "cómic adulto" y casi desapareció el cómic infantil. Preguntamos a Pedro delgado Cavila si cree que fue un error convertir los tebeos en algo para adultos.

"No sé si hablar de error, considerando que en las editoriales marca mucho el público. La fuerza de la televisión (igual que “el vídeo mató a la estrella de la radio” como decía la canción de Buggles), se cargó las grandes tiradas de tebeos".

En cuanto a si cree que los cómics infantiles se han recuperado en la actualidad, Pedro concluye: "No sé si el tebeo se ha recuperado, considerando la casi total adicción de los jóvenes a la cosa digital; sin duda son otros tiempos. El cómic de hoy aunque sea reflejo de la sociedad actual, no creo que haya calado tanto en la sociedad, de la misma manera que ha perdido importancia la televisión ordinaria frente a otros medios como el móvil o una simple tablet".

Collage de portadas de tebeos clásicos españoles, ilustrando la evolución del cómic desde la posguerra hasta la Transición. Diversidad de géneros y estilos.

Portada de 'Yo quiero un tebeo'